lunes, 8 de octubre de 2012

INVENCIBLE MARIBEL



Ayer hemos perdido a mi amiga de la infancia Maribel Ugena, compañera de COU... Esta es la homilía que me ha salido para sus exequias.




Cuesta encontrar palabras en un momento como este. Quizá lo único que podemos hacer es estar en silencio junto al cuerpo de Maribel, cuerpo vencido por el cáncer. Casi no somos capaces de nombrarlo, y es la palabra que más se nos atraganta; nos da miedo esa cosa que ataca indiscriminada y cruelmente, que se ha llevado la vida de Maribel y que destruye familias con su zarpazo silencioso que nos deja helados los corazones.

No sé si el silencio nos ayudaría a no perder la esperanza; desde que hablé con mi madre antes de anoche, no dejo de pensar que Maribel nunca la perdió. Cuando la vine a ver la encontré muy mal, pero me dijo: “mira, el médico dice que hay una pequeña posibilidad; aunque nunca quedaría como antes, hay una posibilidad. Y yo me tengo que agarrar a ella”. Y luego me contó sus planes para cuando pudiera ya irse a casa, con su esposo y con sus niñas…

Estaba fatal pero era ella misma, hablando a toda velocidad, como siempre, como en el colegio, preocupada por lo cansado que estaba Carlos, pensando en cómo organizar la vida con ella en casa pero casi sin poder moverse. El último mensaje al móvil me lo mandó el viernes: “Estoy algo inquieta; estamos reconvirtiendo la casa en hospital”; me hizo gracia y me asombró… era ella misma.

Me veo explicándole química en los cambios de clase, sentados al sol con las mangas arremangadas en el patio de los salesianos; y luego bajo el sol de la playa en verano. Y no puedo comprender, ni quiero aceptar; no sé por qué la vida tiene que ser tan injusta y la muerte tan despiadada.

Maribel, cariño, el cáncer ha derrotado a tu cuerpo, pero no ha podido contigo. Porque no podremos dejar de quererte: tus padres, tu esposo, tus hijas, tus compañeros, tus amigos. Y es que el amor es más fuerte que todo, más que la muerte; porque el amor es Dios; y Dios está dentro de ti y ahora te da la Vida definitiva, sin dolor y sin lágrimas. Charla con Dios, por favor, y dile que necesitamos que nos ayude a vivir sin ti y nos sostenga de pie, con esperanza como tú.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

LO SIENTO,Y SIN DUDA DENTRO DE TODA LA PENA,BONITA PALABRAS.QUE DIOS TE DE ANIMO PARA PODER AFRONTAR EL FUNERAL.UN BESAZO.

Anónimo dijo...
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Javier Carmona dijo...

Amigo César. Sé que has estado cerca y te recuerdo cerca de ella en los recreos y cambios de clase. Momentos así nos hacen pensar que aunque hablas de Maribel, podrías hablar de mí mismo o de cualquiera de nosotros, aunque nunca te imaginas el momento. Esto te hace plantearte la vida de forma diferente, disfrutando cada instante. Solo pido que si llega el momento alguien me recuerda al menos con la mitad de la intensidad y el cariño con el que has recordado a Maribel. Un abrazo amigo. Un abrazo a la familia desde la clase de al lado.