sábado, 17 de marzo de 2012

ESTUDIAR EN LA UNED

Es otro de esos aspectos míos no muy "políticamente correctos", pero como los resultados de los parciales de febrero indican que la carrera está casi finiquitada, no temo al "lobo feroz". Siempre me había interesado la Antropología, y, cuando en Monesterio me ví más desoficiao que otras veces, me lancé a matricularme. La UNED forma parte del hábitat de mi infancia y juventud, está como a veinte metros de mi casa de Mérida, he ido mil veces a la biblioteca o a llevarle algo a mi madre, que estudió allí Pedagogía después de tenernos a los cuatro (todavía me pregunto cómo fue capaz).

La tarea de llevar adelante una licenciatura ha vuelto a formar en mí el hábito de estudiar, un poco atrofiado los primeros años de cura en que la actividad te absorbe. Algo muy sano y necesario: leer, profundizar... nunca deberíamos perderlo. Por otro lado, la UNED implica enfrentarte a unos respetables tochones con la única ayuda del curso virtual, de las tutorías por teléfono o los foros... Te ves a menudo solo ante el peligro de palabros o conceptos un tanto indescifrables.

El reto incluye no quitar tiempo a mi trabajo de pastor, a la preparación de reuniones, celebraciones, a la visita a los enfermos, a la atención a mis parroquias. Por eso estudio por la mañana temprano; me levanto sobre las 6:30, dedico un rato a la oración y al ataque hasta las 9 o así.

La Antropología me encanta; me llamó la atención desde los primeros viajes a África, y al acercarme a ella ha desbordado mis expectativas... ¡Qué interesante abordar al ser humano desde la óptica de la cultura! La Antropología afila mi curiosidad y mi capacidad de sorprenderme; los etnógrafos llevan un "piloto encendido": observan a la gente, advierten las cosas que hacen las personas y tratan de captar el significado que dan a esas cosas. Es fascinante y me ayuda enormemente en mi "trabajo" de ser cura de pueblo que "se hace" del grupo humano en que vive. ¿No era eso lo de "inculturarse"?

Es cierto que hay que sacrificarse para sacar la carrera adelante; es cierto que en épocas de exámenes me he preguntado más de dos veces a santo de qué me tenía que meter yo en semejante berenjenal... Pero te sientes muy bien cuando disfrutas de lo que estudias y cuando el esfuerzo da sus frutos.

Así que me alegro mucho de estudiar Antropología y lo recomiendo. Los curas leemos y nos preparamos más de lo que alguno critica: no soy un caso aislado. Ah, y que no se preocupe nadie: no tengo pensado colgar los hábitos y dedicarme a trabajos de campo o a hacer oposiciones. Para eso ya he tenido varias oportunidades.

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