martes, 21 de febrero de 2012

LA PLAYA EN INVIERNO

Es una gozada, un raro lujo asiático encontrar un par de días libres para escaparme a descansar junto al mar. Mi playa de Isla Cristina está invadida por un delicioso silencio sólo roto por el rumor ronco de las olas.

En febrero, las persianas de los bares están bajadas, como las de tantas ventanas de apartamentos; la heladería, la panadería, están cerradas. Los pinos emergen ahora que hay poca gente, más visibles sin los coches amontonados... Todo parece recobrar una cualidad de estado original, y me encanta.

Al llegar a la playa no están las pasarelas de madera que sirven para recorrer los primeros metros sin abrasarte los pies; se echan de menos las hamacas que se alquilan junto a las sombrillas de paja, no se sufren los estragos de los coches bacaladeros... Sólo esta el mar. Tumbado junto a la inmensidad de la arena, un desierto apenas acariciado por el sol, peinado por la brisa. Es una maravilla.

Paseo hacia La Antilla. Mis pensamientos aletean en torno a unas nubes que se rasgan como si fueran de papel; el mar conoce mis sueños, mis proyectos, mis inquietudes, son muchas horas de compartir kilómetros mirando al horizonte... "Cuando el mar vuelve nunca es el mismo mar", escribe Pedro Guerra, yo tampoco soy el mismo que desde hace 15 años saluda al pequeño faro al pasar, pero ambos somos los mismos, viejos compañeros, la vida siempre es nueva, como la marea...

Veo pescadores que arrastran varias barcas orilla adentro, custodiados por gaviotas graciosamente impertérritas. Me cruzo con apenas tres o cuatro caminantes, por momentos me siento abrumado por esta hermosa soledad de sal. Soledad llena de mar.

El Pepín sí que está abierto, mis padres y yo nos sentamos a tomar una cerveza y un montadito de gambas, charlamos... Un instante único, que ya no volverá (puesto que "La lluvia nunca vuelve hacia arriba") y que intento disfrutar al máximo. La vida se muestra en ocasiones magníficamente simple, con un dulzor que agradezco sorprendido.

2 comentarios:

C. Muñoz dijo...

Acabo de llegar de Punta Umbría ... Y sí.

Anónimo dijo...

HACE TIEMPO YA,.... YO, TAMBIEN ME SENTIA CON ESA MISMA GOZADA FRENTE AL MAR . FUERON DIAS, MESES ,AÑOS, INTENTANDO Y ESPERANDO QUE LLEGARA LAHORA DEQUE EL TUMULTO DE TANTA GENTE SE VACIARA PARA PODER DAR MI PASEO A SOLAS Y SABOREAR LAS LUCES Y SOMBRAS DE LA PUESTA DEL SOL Y ASI PODER ENCONTRARME CON ESE MARAVILLOSO CREADOR DE TANTA BELLEZA SIN IGUAL. Y PODER DECIRLE LO AGRADECIDA QUE ESTABA CON ESE RATO DE ORACION QUE ME PERMITIA TENER CON EL.... LLEGABA A Casa COMO NUEBA.POR ESO ENTIENDO CESAR QUE HALLAS DISFRUTADO DE LOLINDO.