viernes, 17 de diciembre de 2010

CONFESIONES 2.0

Esta semana, entre el miércoles por la tarde y esta tarde, he confesado prácticamente a TODOS los niños y jóvenes que están en los grupos de catequesis y pastoral juvenil de la parroquia, desde postcomunión hasta los de la JEC (habrán faltado 3)... ¡qué gozada! Y a las chicas del Valle también, toma ya.
Y sin obligar; motivando, explicando la celebración comunitaria, con un gesto dinñamico, y, por supuesto, siendo asequible, cercano y buena gente con los muchachos dentro y sobre todo fuera de la iglesia (por la calle, en un encuentro, en la fiesta, etc)... claro. Maravilla.
- "¿Cómo tú, siendo de los progres, te das tales tragantás de confesar zagales?". Imaginaria pregunta legítima de posible observador.
Es que la confesión, en los mayores y en los pequeños, y especialmente en los jóvenes, es una herramienta pedagógica de primer orden. Resulta sanísimo pararse a revisar qué tiene que cambiar para que mi vida se parezca más a la de Jesús; es muy bueno escribirlo, escuchar la Palabra, pedir juntos perdón por las cotidianas hangás que todos preparamos. Reconocer que nos equivocamos, ¡qué importante y qué pasado de moda! Es el primer paso para cambiar.
Y luego, el diálogo personal... ¡qué virguería! ¡Qué suertaza para este cura de jóvenes! Me siento fenomenal cuando ellos, a su manera, se acercan sin miedo, con confianza, se abren... Soy un padre, un hermano, es estupendo, es... Me emociono con el candor de los niños y su inocencia transparente; tiemblo al tocar el sufrimiento, los problemas en casa, la erosión que produce la pubertad; acojo la confusión adolescente, sopeso los atisbos de madurez a los 17, es hermoso, grande, un privilegio inmerecido.
Al terminar lo que me brota es: ¡qué grandes personas son! ¡Cuánta calidad humana despegando! ¡Qué montón de posibilidades, qué caudal de bondad, de autenticidad! Vida amaneciente, plena de futuro, colmada de camino, iluminada de esperanza. Me paso la vida entre personas mucho mejores que yo, y la confesión me lo recuerda, no me vaya a subir a la parra...
Progre o no, me apunto a este estilo de confesar y a esta experiencia en la que aprendo tanto. Que no me vengan los supertacañones de turno con eso de que "los jóvenes no quieren hacer nada"; a menudo nos dan cien mil vueltas. Basta con que creamos en ellos; lo demás viene por añadidura.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tienes mucha razón los jovenes a veces nos dan 4o vueltas, pero algunos mayores necesitariamos a curas como tú para enseñarnos como llegar a ellos, estos dias atras tambien aqui se celebro un acto penitencial con jovenes de 2º nivel de confirmacion, y el acto en si fue fenomenal, pero a la hora de la confesion individual, acudieron "vamos a decir que la mitad..." pero aún asi yo confio mucho en los jovenes.