lunes, 7 de diciembre de 2015

TENEMOS SU CARITA


- Les presento a Cristina, es la hermana del padre Lolo - yo.
- Claaro, se le nota el parecido - casi cualquier persona que la conoce.
- Sí, eso lo dicen toditos cuando ya lo saben - yo, fastidiando al público.
- Lao el padre Lolito, le echamos de menos - Amparo, agente pastoral de La Perla.
- Al menos tenemos su carita - dice Elva aludiendo a la joven psicóloga... y todos nos echamos a reír.

Querida Cristina:

Mientras escribo esto, estamos los dos en mi despacho, como tantos días de estos últimos meses. Tú chateas con tu celular, ese al que le cuesta cargarse, y yo en mis cosas: armo un powerpoint o una homilía, doy ejercicios, me inclino sobre mi agenda a anotar algo... y tú siempre ahí, parte de mi vida y creo que para siempre parte de mí.

He de decirte que al principio, cuando apareciste en agosto, como apenas te había visto un par de veces y de chivola, noté alguna mijita de ffff: había que acompañarte, atenderte, cuidarte... Pero el proyecto de apoyo a los niños discapacitados y a sus maestros era apasionante y yo deseaba formar parte de él de alguna manera; y además estaba el cariño que le tengo a mi compañero Lolo, y a nuestra tierra, con todo lo que eso significa. Pero todas esas motivaciones de pacotilla se las llevó el conocerte.

Porque eres una fresca en el más exacto sentido de la palabra. Eres dispuesta, rápida, receptiva, adaptable y tienes una gran capacidad de encuentro y comunicación. Te mueves por todos lados como pez en el agua, tardas poco en hacerte con el personal, conoces a más gente que yo y siempre desenfundas ligera tu sonrisa, que te abre muchas puertas. Eres como el Señor Parrilla. Pero también puedes entrar con la espada de verdad si la ocasión lo requiere, diciendo las cosas claras y caiga quien caiga. Jaja, eso es muy divertido.

Cuando voy a la aldea, antes que "buenas tardes" escucho: "¿Y la Cristina?" Joé. Los bebés se te abalanzan ansiando tus manos, y Adly se mira en ti, en tu seguridad y tu ternura. Los niños de la escuela especial de Mariscal no hablan, pero te transmiten, los maestros del curso prueban la tortilla española y ríen, tu jefe te ametralla a mensajes porque te extraña... Te nos has ganado a toditos.


Los de la pollería ya son tus amigos, de lo que les has visitado. Eres comedora también de arroz y sopa, aunque sufres una extraña fobia al pescado. Trabajas mucho, pero también sabes elegir tus momentos de descanso. Y me encanta cuando, por las noches, al terminar todas las tareas, nos damos un paseo con el profe, vamos a las salchipapas del coliseo (el chef ya es tu primo casi) o nos tomamos una gelatina mientras conversamos. ¿Recuerdas? Hubo un momento en que se cambiaron las tornas: necesité que me atendieras, que me escucharas y me cuidaras.

Los dos lo sabemos. Cuando uno sufre y comparte, eso une mucho. Aquella noche en Los Olivos dijiste (con algún trago de más, es cierto): "César es como si fuera mi hermano". Y yo, en esa neblina que forma el aguardiente, me sentí orgulloso en silencio. Gracias por comprenderme y estar de mi parte; gracias por ser mi cómplice sin juzgarme. Gracias por creer en mí en todo momento, incluso en mi contradicción. Gracias por aconsejarme y dejarme libre. Gracias por recordarme quién soy y por permitirme soñar. Gracias por protegerme y por levantarme en los momentos peores. Gracias por estar ahí y ser como una hermana.

Te voy a echar mucho de menos. Como tanta gente; Doña Anita, en este día en que llueve tanto y el padrecito está cojo, te lo ha dicho: "No te vayas", pero cuántas veces has escuchado eso estos días... Como yo también soy secuaz de alguno de tus secretos, creo que no te irás muy lejos (...). Por supuesto que no te marcharás de mi corazón, porque formas parte de mis amigos, ese patrimonio precioso de personas que me ayudan a vivir aun en la distancia.

Tenemos tu sonrisa... y tú tienes contigo este pedazo de mi vida. Te quiero mucho, y siempre estaré para ti, acá o donde sea, por si puedo devolverte algo de lo que tú me has dado o necesitas que alguna vez saque del bolsillo alguna de tus palabras para mostrártelas cuando la lluvia arrecie. Buen viaje (...) y no te preocupes por tus cejas, que estás mu guapa.

* ¿Y qué me dices del profe Echegaray, que sale en la foto reflejado en el espejo dándole a la chela?

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