jueves, 8 de octubre de 2015

PIEDRAS EN LA CATEDRAL


Al pasar Nueva Esperanza hay un puente en un lugar llamado Chalua, y junto a la pista una gran piedra blanca y redondeada.
- ¿A qué se parece? - me pregunta Ángel.
- ...
- A dos bueyes con su yunta, ¿verdad? Pues esta piedra sería perfecta para el altar de la nueva iglesia de Omia.

Meses después, siguiente capítulo de la historia. Voy a ver a don Oriol Zumaeta, que es de Omia y gerente de la municipalidad de Mendoza, para ver si nos apoya en el traslado de la piedra, y oyes, dicho y hecho: con gran generosidad y eficacia hace sus coordinaciones con ayuda de Nancy, y en un par de días una retroexcavadora jala la piedra, la pasa a un volquete, que la lleva a la iglesia y la bota en el presbiterio dando un vuelco, cayendo de pie pero rompiendo varios ladrillos de la pared del fondo.

Colocar la piedra en su lugar no fue tan sencillo y llevó casi dos días. Hubo que abrir un cráter en el piso para hundir la piedra de manera que quedara a la altura adecuada. Como no se encontró un retromartillo, tuvieron que romper el cemento a lo bestia, con mazo y mucha moral. Una vez hecho el agujero, resultó arduo ubicar el pedrusco con la uña de la retro, con cadenas, con imaginación y una miaja de suerte. ¡Ahí nomá! - grité cuando me pareció que estaba en el sitio.

Y es que han sido un montón de viajes a Omia, y la semana pasada casi cada día, por la mañana (la moto ya se sabe el camino), para coincidir con el tallador y no perder detalle. Porque la roca, ya en su sitio, había que cortarla y esculpirla, para que fuese un altar y al mismo tiempo no perdiese su aspecto original de piedra con forma de bueyes uncidos. Manuel ha trabajado magníficamente, y aún me asombra cómo ha podido lograr un resultado tan espléndido; le ha ayudado el corte de la amoladora, pero es increíble la habilidad, la fuerza y la paciencia de este hombre para labrar algo tan durísimo.

Que peazo de ambón, madre
Todavía el domingo, a dos días de la bendición, me avisan de que el alcalde, que se llama César, ha llevado otra piedra para que sea el ambón y la quiere colocar. Vuelta a Omia entre misa y misa para asegurarme de que la ponen en su punto... Mucho esfuerzo pero todo ha salido bien: hoy, durante la ceremonia, me sentí muy satisfecho porque me lo he currado. Se tiene uno que reconvertir en improvisado picapedrero o albañil, pero es muy bonito aportar algo de ti para que un pueblo tan simpático como Omia tenga una "catedral" (así la han llamado varias veces desde el micro en los discursos...) preciosa con un altar del todo original.

Y duradero. Yo me marcharé y espero que los de Omia se acuerden de este padrecito cuando hablen de cómo llegó la piedra. Aunque creo que casi nunca funciona así: ni tejados ni suelos ni más bien nos recuerdan porque quisimos a la gente y fuimos buenos, cercanos y serviciales. Y eso es más hermoso aún. Sobre este imponente altar hemos celebrado la Eucaristía y luego en la procesión los danzantes han derramado la fragancia de tradición de este pueblo humilde y encantador, que cada día me enamora más.

Ángel, ya tienes tu piedrita... estarás contento, ¿no? Un gran abrazo.



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