martes, 24 de junio de 2014

DESBORDADO


Quiero escribir, pero no me sale. Llevo varios días acelerado, descosido. Los acontecimientos se precipitan, me rebasan como aviones y apenas me da tiempo a esquivarlos. Se me agolpan los sentimientos, mi corazón no logra asumir tanta cosa.

Todo va demasiado deprisa: final de curso, excursión, nombramientos, revisiones, calendario, romería, llamadas, viajes para allá y para acá, despedidas, Perú en el horizonte... Hay momentos en que me veo un poco superado y pierdo el pulso.

Hacía muchos meses que no me alteraba, quizá más de un año. Pero el otro día me descontrolé. Afloraron las lágrimas; y aún sufro por ello. Necesito frenar, recobrar la calma y el ritmo. Cogerle el paso a la vida y vivirla saboreando cada instante. Con agradecimiento y sin apuros.

Detenerme y respirar. Sentir tu mano sobre la mía y dejarme llevar por el suave impulso de tu amor. Confiando humildemente. Sonriendo y adorando.

Adora y confía

No te inquietes por las dificultades de la vida,
por sus altibajos, por sus decepciones,
por su porvenir más o menos sombrío.
Quiere lo que Dios quiere.

Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades
el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo,
acepta los designios de su providencia.

Poco importa que te consideres un frustrado
si Dios te considera plenamente realizado; a su gusto.
Piérdete confiado ciegamente en ese Dios
que te quiere para sí.
Y que llegará hasta ti, aunque jamás le veas.

Piensa que estás en sus manos,

tanto más fuertemente sostenido,
cuanto más decaído y triste te encuentres.


Vive feliz. Te lo suplico.
Vive en paz.
Que nada te altere.
Que nada sea capaz de quitarte tu paz.
Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales.
Haz que brote, y conserva siempre sobre tu rostro
una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor
continuamente te dirige.

Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada,
como fuente de energía y criterio de verdad,
todo aquello que te llene de la paz de Dios.

Recuerda:  cuanto te reprima e inquiete es falso.
Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida
y de las promesas de Dios.
Por eso, cuando te sientas apesadumbrado, triste,
adora y confía...

P. TEILHARD DE CHARDIN

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Despues de la tormenta viene la calma,y la de hoy ha sido buena,asi que PAZ y TRANQUILIDAD.

Enrique dijo...

No soy propenso, como sabes, a escribir en las redes sociales. Solo decirte: la vida, por cada momento triste que vivimos, nos brinda, igualmente, otro grato y agradable; que aunque no olvidemos al triste, si nos lo hace más llevadero.
Tu entrada en Valle de Santa Ana, fue triste (28/06/2009), lógicamente no por ti, sino por lo acaecido ese día; pero hoy (28/06/2014)puedo decir que tu labor y dedicación para con nosotros (santaneros y valleros), durante estos cinco año, ha sido estupenda y digna de recordar.
GRACIAS CESAR POR TODO