Nunca sabes a ciencia cierta con quién te juntas por el
camino, a quién conoces… Te encuentras un día con alguien por casualidad,
conversas, comentas… y de pronto pasan diez años y resulta que ese hombre
ahora es nada menos que el Papa. Algo así me ocurrió con Mons. Prevost
navegando por el Amazonas.
Sé que estos días saldrán muchos testimonios de personas que
tienen alguna conexión con el cardenal Prevost, que han hablado o trabajado con
él, que pueden compartir con satisfacción alguna impresión más cercana del
nuevo Papa. Yo no puedo decir que lo conozco, pero es cierto que he
coincidido con él varias veces, y si alguien le menciona al vicario general
de San José del Amazonas, estoy seguro de que me ubica.
Esta imagen, en la que aparecemos los dos, es del 1 de
febrero de 2015. Yo había venido a Indiana al inicio de servicio de Mons.
Javier Travieso (ya lo conté acá) como obispo del Vicariato San José, apenas
llevaba cuatro meses en el Perú y no podía sospechar lo decisivo que sería aquel
viaje para mi vida; hoy sigo descubriendo guiños de Dios en ese primer impacto
con la Amazonía. Estábamos en la “sala de misioneros” revistiéndonos para la
Eucaristía; Mons. Javier está con el p. Jaume Benaloy, y al fondo, ya casi
listo, el obispo de Chiclayo. Al otro lado, un servidor.
Los invitados nos habíamos desplazado de Iquitos a Indiana
en dos grandes barcos: uno más pituco y otro que se usaba normalmente
para transportar chanchos y que por eso olía regular. Se me ha borrado casi todo
de la ida, pero a la vuelta, los menos apurados agarramos el segundo
transporte, el de los chanchos. Y ahí coincidimos tres pasajeros: el p.
Juan Carlos Andueza, misionero capuchino en el Napo ecuatoriano, el p. César
Caro, misionero novato en la diócesis de Chachapoyas y el obispo de Chiclayo,
Mons. Robert Prevost.
Avanzaba un atardecer anaranjado y agradable mientras
íbamos conversando acerca de la misión, el Vicariato con sus complejidades
geográficas y de todo tipo, la valentía del obispo que había aceptado el
encargo, en fin, las resonancias de lo que recién habíamos vivido. Recuerdo
que salimos a cubierta para disfrutar del panorama y la brisa, y seguramente
también para escapar de aquel perfume embriagador, y el diálogo
discurrió por otros derroteros. Juan Carlos contaba experiencias de su tarea
entre los kichwas, Mons. Prevost, que llevaba algo más de un año de obispo,
compartía sensaciones de esos primeros pasos, de lo que había supuesto para él
aquella responsabilidad. Y yo pues… me figuro que escucharía atentamente, tal
vez entreverando algunas de mis primeras sorpresas por Mendoza.
Durante aquella travesía me sentí en todo momento muy cómodo
en compañía de Mons. Robert Francis. La charla con él fluía muy fácil, llano
a la escucha abierta, de porte humilde, serenamente sonriente, natural y nada
afectado de su cargo. Discreto, no hay estridencia en él, ecuánime,
cercano, equilibrado, accesible. Una persona en quien instintivamente sabes que
puedes confiar; un hombre acostumbrado a lidiar con importantes
compromisos y delicados encargos eclesiales, eficaz y decidido, pero que es
capaz de hacerte sentir valioso a su lado.
No olvidaré que me felicitó por haber venido al Perú y me
animó en mis comienzos como misionero. El equipo de RD quiere que escriba algo
sobre sobre el nuevo Papa y sobre la reacción a su elección. Me gustan las
personas de perfil bajo, que no buscan ser protagonistas ni siquiera cuando los
eligen Papa, como Mons. Prevost. En su discurso conjugó más el “nosotros”
que el “yo”.
Poco después de esas palabras yo estaba en un restaurante y
miraba la tele, las imágenes, el DNI peruano del Papa, los memes… Y las caras
de la gente, hubo incluso aplausos. En Perú estamos que no nos lo creemos. Y
para nosotros, en la Amazonía peruana, no había ningún candidato mejor que este.
No soy capaz de analizarlo muy fríamente ahora, lo intentaré en los próximos
días, pero estoy vibrando: Dios tiene un lenguaje lleno de humor y de ternura, y
nos ha bendecido con una catarata de amor.
Mis hermanas me acaban de decir en una videollamada que es
como ganar el mundial de fútbol, y sí, creo que vale para expresar la
magnitud de nuestra emoción acá. ¡Viva Mons. Robert Francis! ¡Viva León XIV!
7 comentarios:
¡Viva!
Gracias por tu compartir. Un abrazo 🤗
Gracias por compartir... Toca querer, rezar y obedecer al Papa.
ViVa y que el Espíritu Santo le ayude en esta gran Misión y a ti César gracias por compartir tus experiencia.
Gracias estimado César por ese compartir de aquella vivencia, Dios siga bendicionedo tu misión.
Me gusta esta persona [ EL PONTIFICE].
HABRA QUE CUIDARLO CON ORACIONES IGUAL QUE OS CUIDAMOS A VOSOTROS LOS SACERDOTES.
MANOLI.
Me emocioné cuando le vi salir por primera vez al balcón. No vi un papa, vi un hombre emocionado, sencillo, humano, espiritual, sobrecogido por la nueva misión. Por su trayectoria, es una persona con importantes cualidades y capacidades para desempeñar este cargo. Si bien toda misión no depende de uno mismo y se ve influenciada por la estructura en la que se contextualiza. Ojalá los corazones estén abiertos al soplo del Espíritu y no se empañen con resistencias estructurales que anclan las almas en el pasado. Pido para él que su determinación y coraje sean más fuertes que las presiones y miedos que puedan salirle al paso.
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