sábado, 4 de marzo de 2023

EN YANASHI ES LA HORA DE LOS LAICOS

 
Atardece sobre la quebrada, que en febrero ya discurre más abastecida, aunque todavía enjuta; las márgenes tapizadas de verde y el sol derramándose blando sobre el agua, dejando jirones turquesa entreverados con las nubes soñadoras. Yanashi es un luminoso ejemplar de hermosura y humildad amazónicas.

Como conté hace un par de entradas, en este puesto de misión, que comprende el centro poblado y una treintena de comunidades, se han quedado sin misioneros de un plumazo. Como no tenemos de momento a nadies para reemplazarlos, hemos de inventar una manera de acompañar el colegio y la parroquia partiendo de una premisa básica: la iniciativa y el peso de la tarea han de corresponder ahora a la gente del lugar.

¿Acaso antes no fue así? Pues… creo que no tanto. Todo ha dependido siempre de los misioneros, de su capacidad para organizar y mover recursos humanos y materiales, y de hecho Yanashi ha tenido históricamente grandes hombres y mujeres que se han dejado el alma allí, y han ejercido decisiva influencia en la vida del pueblo. Mi visita incluyó obligadamente una reunión de todas las autoridades, donde ellos esperaban alguna explicación a “lo que ha pasado”; traté de dar la cara y exponer con realismo la escasez de religiosas y sacerdotes.

Antes que armar o programar nada, me parecía necesario darnos un tiempo para procesar juntos la circunstancia que atravesamos. Porque creo que, más que una desgracia, es una llamada y una oportunidad. Eso estuvimos descubriendo un grupo de veinticinco personas toda una mañana de retiro junto al Pan expuesto, con silencio, con escucha de la Palabra (la historia de Gedeón en Jue 6 y la multiplicación de los panes en Mc 6) y compartiendo la oración; tratando de discernir qué significa lo que estamos viviendo, qué quiere decirnos Dios y qué pide a cada uno personalmente.

Fue una experiencia nueva y sorprendentemente iluminadora para mí. Los animadores y agentes de pastoral, varios con muchos años de navegación, se sintieron interpelados de forma inequívoca a hacerse cargo de la misión, a vivirla como cosa suya con una claridad y fuerza nunca antes percibidas. Comprendí que cuando el Sínodo (Documento Final nº 92) habla de plasmar nuevas y originales “formas organizativas para el ejercicio de la sinodalidad”, eso es ante todo un proceso espiritual que requiere absolutamente “la participación efectiva de los laicos en el discernimiento y en la toma de decisiones, potenciando la participación de las mujeres”.

Intuyo que todo el trabajo desarrollado en los 62 años de presencia de la Iglesia en Yanashi ha creado las condiciones para que estos laicos puedan hoy dar un salto cualitativo, empoderarse y liderar la tarea evangelizadora y educativa. La primera decisión, ya en el plano más operativo, fue designar al Consejo de Pastoral, el grupo que va a coordinar la vida y acción de la parroquia; y una vez definido el equipo, vimos quién podía ser la cabeza. Y sí, será don César Atac, a quien el obispo confiará de manera oficial, “el ejercicio de la cura pastoral” (DF nº 96) de esta parroquia y sus caseríos.

Y de ahí a repartir cometidos: quiénes van a celebrar los domingos, quienes van a ser catequistas de primera comunión y confirmación, quién se va a encargar de la pastoral social, de los jóvenes, con qué periodicidad se va a reunir el Consejo, cómo va a ser para la preparación del Bautismo, criterios para ser padrinos, fechas de la fiesta patronal… Quieren convocar un encuentro de formación de agentes pastorales de toda la zona, ¡y hasta planean hacer visitas a las comunidades!

Wow. “Falta la economía, a ver cómo la van a llevar”. Silencio. Espinoso tema. De hecho, reanudamos la chamba al otro día en la tarde porque por la mañana casi todos tenían una reunión sobre el cobro de la “pensión 65”… dinero, culqui. Y esta historia continúa también en la siguiente entrada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tristeeeee