miércoles, 30 de diciembre de 2015

GIRA NAVIDEÑA A FULL


Jueves 24 de diciembre

7pm. La Perla. Aquí la Navidad es su fiesta patronal, y aquí comienza mi periplo manejando en una tarde soleada. Al llegar ya están preparados los nueve niños que van a hacer la comunión, pero antes van a confesarse por primera vez. No hay trajes de Sissi Emperatriz ni de almirante... Todo es muy sencillo, los chivolos comulgan el pan mojado en vino y algunos arrugan la nariz.

9 pm. Limabamba. Al llegar, la iglesia está tomada por las pastoritas, con todo y banda. La tía Merche canta una estrofa que lee en un cuaderno, y a continuación suena el estribillo, y así se va intercalando, como es la tradición. A las 9:30 comienza la misa de Nochebuena, hay hartísima gente. Al terminar nadie se mueve porque llegan el chocolate y el panetón.
Más tarde, la cena con las hermanas pasionistas, que se esmeran: pavo, chicharrón de chancho... y hasta champán. Vamos tomando en vasos pequeños y atacando el panetón antes de que se lo coma Norma, mientras bromeamos y reímos. Flota en el ambiente que todos estamos lejos de nuestra familia, y yo el que más, pero tratamos de acompañarnos para que la ausencia no nos erosione demasiado el corazón.


Viernes 25 de diciembre

10 am. Chirimoto. Está emplazado en el fondo del valle del Shocol: pequeño, pizpireto y rodeado por el agua en esta época del año. La vista desde la cornisa del cerro que baja de Chontapampa es espectacular: gigantescas paredes de piedra revestidas de verde, flanqueadas por nubes nítidas que se arraciman como demorándose en su abrazo a la montaña. Se respira serenidad y la belleza de este paraje te impregna hasta los tuétanos. Durante la misa cae un lluvión que golpea furiosamente la calamina, de manera que el ruido ensordecedor se adueña de la capilla y hay que hacer una pausa; cada cual conversa con el que tiene al lado, yo incluido. En el pueblo hay tan pocos niños que no han podido armarse las pastoritas.

Chirimoto
12 am. Milpuc. Hemos puesto la misa a la hora del almuerzo y viene poca gente, a pesar de que Juan casi revienta la campana tocando la llamada. El soniquete de las luces del pesebre de la capilla se me mete en la oreja y casi me aloca, hasta que lo apago. Acá siempre intentan invitarme a almorzar y nunca puedo, y hoy tampoco; pero no me voy de vacío: llevo una bolsa con choclos y en la retina al Buen Pastor.

Almuerzo en Totora. Los novios de la boda de las 3 me han invitado, así que recojo a Nely al pasar y nos plantamos en la casa. Hay una mesa donde se va almorzando por turno, los que terminan van dejando el sitio a los que van llegando. Son las 2:30 cuando me he jincado el caldo de gallina y llevado el segundo plato en un descartable; la novia está vistiéndose y asoma la cabeza para preguntar si los puedo llevar en el carro. "Ya pues". Y al rato así llegamos a la capilla: el novio en camisa, ella con todo y traje, sus dos hijos, Nely, los papás, varias hermanas y primas vestidas elegantonas montadas en la tolva, y más niños... No hay coche nupcial pituco, hay camioneta del padre con más de 5 personas dentro.

Cafetal en Totora
3 pm. La Perla. Es una mega-celebración: el matrimonio, seis bautismos y procesión con la Sagrada Familia, toma ya. Los novios se cogen de las manos y se dan el "sí quiero", que han aprendido de memoria; luego suben conmigo al altar para el resto de la misa y los flashes casi nos dejan cieguitos. Cuando todo termina nos sirven a toditos un bocadito con dulce, que pa eso estamos de fiesta.

7 pm. Omia. Hay que remontar el cerro hasta la fila y bajar mucho, hasta el mismo río. A estas alturas del día ya me pesa el cansancio, pero hay que hacer un esfuerzo porque también en la catedral hay bautismos, y esta gente se lo merece. La iluminación sigue siendo algo pálida para una iglesia tan grandaza, pero sí hay megafonía y eso me ayuda porque mi voz está ya algo cascadilla. La madrina de Anahí me ha invitado a la cena, y en ella cae otra carne de res y varios brindis. Estoy a gusto y lo paso chévere, pero ya a esta hora tengo puesto el piloto automático, jeje.

Son casi las 12 cuando llego a casa. Ha sido un día de Navidad llenísimo, extenuante y precioso. No ha habido ningún problema a pesar de los kilómetros y creo que todo el mundo se ha quedado contento. Pienso en lo fácil que resulta agradar a la gente, hacer que se rían, que estén relajados y se vayan felices de la iglesia. Eso es lenguaje de Dios, que llega hasta nosotros en esa manera campechana y simple, sin mucha solemnidad... Sonrío en mi habitación acordándome de Manolo Cintas, que habría hecho el recorrido de hoy conduciendo vestido de alba y estola, jaja... pero, como estoy llapchao,  antes de que mi cabeza llegue a la almohada me quedo frito.

jueves, 24 de diciembre de 2015

REMONTAR NOCHEBUENA


Hoy toca una historia entrañable, de esas que te reconcilian con la vida y te animan a confiar más en la bondad del ser humano y a creer que hay un Dios. No es tampoco nada excepcional, pero me hace mucho bien en un día como éste, en el que siempre mis melancolías larvadas se envalentonan y las espinas de todas las desgracias compartidas duelen en su silenciosa fiereza.

Porque en nochebuena, desde hace años, no sé por qué, me acuerdo de quienes se ven obligados a las lágrimas porque han perdido hace poco a un ser querido o han soportado un gran dolor. Y envío unas flores, o una maceta, o paso por una casa un poco de puntillas, titubeando por no saber si mi presencia es un incordio más o alivia un poco el aguacero emocional.

Y así me ha agarrado el whatsapp de mi gran amiga Luisa, compañera de carrera en mis años de Sevilla; química experta en tratamiento de aguas y análisis de calidad de alimentos; y sobre todo persona adornada de una rara sabiduría que la rodea con un aura allí donde va, y se transmuta en calma y sensatez. Su conversación me ha abierto a la Navidad, sin postizos ni espumillón, la Navidad simple en su ternura. Ahí va:

"Tengo que darte una triste noticia. El jueves por la noche falleció mi madre. La leucemia se ha acelerado mucho en los últimos dos meses. Solo una semana de hospital. Campeona hasta el final.

He vivido con ella una semana intensa, día y noche, todo el proceso de su muerte. Una semana de muchos recuerdos compartidos, hemos visto fotos, nos hemos dado mil besos y abrazos y nos hemos dado las gracias mutuamente. Dentro del dolor ha sido sereno y hermoso.

Nos deja un mensaje claro con sus ganas de vivir hasta el final, ha padecido mucho dolor, pero por encima estaba la vida. El dolor no tiene la última palabra, ella se negó a que la tuviera.

El domingo echamos a volar sus cenizas desde el monumento del corazón de Jesús en San Juan de Aznalfarache; desde ese lugar lleno de paz hay unas vistas preciosas de Sevilla, la ciudad que tanto amó.

César, ella ya vuela sin dolor, libre, hacía un poco de aire, con sus cenizas nos dio su último abrazo. Ya le tenía su regalo de reyes apartado para su nieta y sus hijas. Gracias infinitas a mi madre, que me ha enseñado muchas cosas con su vida y con su muerte. Mi mamá Fali".

Ahora sé de dónde le viene a Luisa su genio prudente: de su mamá, una persona pequeña con un alma infinita y hermosa. Gracias Fali, por estar aquí este día luminoso y terrible, y ayudarme a despegar. En el mismo nombre de tu nieta, la hija de Luisa, está ya tu impronta: Sofía.

Feliz Navidad.

viernes, 18 de diciembre de 2015

100 PUEBLOS DENTRO DE MIS OJOS


El carro, más que rodar, se arrastra abriéndose paso por el barrizal. La mañana es brillante y fresca, e invita a ser optimistas incluso si el chofer sale a apretar con un alicate los tornillos de las llantas (...). No he podido ir a Garzayacu, pero me dirijo hacia la zona de Salas, donde mi tobillo sufrirá menos. Son nuestros caseríos de la selva, cerca de Soritor; después de esta gira me faltarán apenas 7 pueblos por visitar, de los casi 100 que tiene la parroquia, cuando voy a cumplir un año en Mendoza.

Miro por la ventanilla el azul del cielo y me doy cuenta de que, a pesar de que nunca he ido a Salas o a Nuevo Jaén o a Alto Amazonas, amo a estos pueblos antes de conocerlos. Como pasó con Valencia y mis Valles, empecé a quererlos sin siquiera poner un pie allí. Quizá sea una predisposición del corazón, o un don... En todo caso es algo muy lindo.

Ahora estoy en el segundo piso de la casa de Delfín, en Salas, y la ventana frente a mí me ofrece la rabiosa hermosura de este bosque, tamizada por la caída suave de la luz de las tres de la tarde. Retrocedo hojeando mi cuaderno y de él brotan imágenes, recuerdos y experiencias de estos meses. Mi pequeña letra (que es como el deambular una hormiga borracha mojada en tinta) me lleva de nuevo a la primera visita a Mashuyacu, o a Milpuc, o a Shihua. He anotado los nombres de los agentes de pastoral, San Martín, Montealegre, Nueva Esperanza. Ha pasado un año. Están mis croquis con perfiles y medidas de tiempos y distancias: Javrulot, Nuevo Chacha, El Paujil. la lista de las cosas que he de llevar en la mochila de la montaña, notas para luego escribir en mi blog y frases sueltas que hoy me hacen risa: "Vaya tela con el puentecito sin agarradero de Nuevo Omia". Jeje.

Hace calor y la calma está adornada discretamente por el cuchicheo ronco del río y moteada por el canto de los pájaros; lo más parecido a la hora de la siesta que he visto, y realmente he dormido como una marmota. Un año en Mendoza ya. ¡Cuántas cosas han pasado! De todo: caminatas por el barro, accidentes de carro y de moto, caída al río, puentes y oroyas, lluvia y sol, baños en quebradas, bailar, arroz-papas-pollo hasta aburrirme, tomar pisco sour, encantarme Corazón Serrano, montar en mulo hasta hacerme mazamorra las posaderas (como hoy), aprender a hablar un poco de guayacho, comer cuy y ceviche, roturas y lesiones varias, colocar una piedra de altar, sobrevivir a varios temblores de tierra, descubrir los tequeños en un restaurante pituco, mover el to-tó, cantar dentro de mi casco y llorar sin consuelo... variadísimo, toda una vida en un año, como una cata de sandía.

(La siesta yace y se dilata. El encargado del Gilat llama a la gente por el parlante, es chistoso: "Wilton Rojas, acérquese al teléfono que tiene llamada en 10 minutos". Me recuerda al colegio mayor de Madrid: "César Caro, le llaman por teléeefono". Jaja).

Un año justo hoy 18 de diciembre. Un año y casi 100 pueblos. No hubiera podido ni imaginar que iba a ser así; ha sido una sorpresa, "a tu manera", Diosito. Un año en el que he tocado "la carne sufriente" del pueblo para contemplar "la fuerza de la ternura", en palabras del Papa Francisco en Evangelii Gaudium 270. He conocido a personas maravillosas pero también me he estrellado con mi propia debilidad como nunca antes, he recorrido mis límites. Mi corazón es quizá más sabio de arrostrar lágrimas, pero también ha degustado la mejor alegría: encontrar amigos, asistir al milagro de echar raicillas en este lugar precioso que es el valle de Huayabamba.

100 pueblos y un año. Mis pueblos, no me canso de mirarlos. Me caben toditos dentro de los ojos. Los amo tanto que los llevo enteros en el corazón, como escribió mi profe Paco Contreras. Y ahorita que los he pateado, los quiero más. Hoy siento esperanza y tengo ganas de caminar (con esguinces también se camina), de crear, de trabajar, de aprender, de dar, de darme. Mi parroquia me entusiasma, me encanta donde vivo. Todo lo acojo, todo lo acepto y con agradecimiento miro al futuro. Confío.

(Voy al baño y... me sorprendo de que ¡esta casa es un coliseo de peleas de gallos!). Un año en Mendoza... y lo que queda: esto no ha hecho más que empezar.

viernes, 11 de diciembre de 2015

TIERRA AZUL MOVIENDO EL TO-TÓ


Ese ha sido el eslogan del Encuentro Región Norte de la JEC en Sullana, girando en torno al cuidado del medio ambiente con la encíclica "Laudato si" del papa Francisco como inspiración. Pero pucha, esta ciudad no es tan azul, es más bien del color pardo del desierto, y por momentos parece un estercolero donde las casitas apenas logran regatear la basura. Otro Perú pobre y extremo.

Es también el título de una canción que hemos repetido hasta aprenderla de memoria. Un grupo de 70 personas, entre jecos y asesores, zanconchándonos en el calorcito de la costa norte y luchando contra los zancudos, sufriendo ponencias, trabajando por grupos, limpiando el comedor, celebrando la Eucaristía... y por supuesto floreando (ligando), tonteando como es propio de chicos de 15 años, riendo a todas horas, llegando tarde y pasándolo pipa puesto que la vida es una.

Y bailando. Mueve el to-tó, mueve el to-tó, to-tó to-tó to-tó to-tó to-tó to-tó to-tó to-tó to-tó to-tó o-tó to-tó to-tó to-tó to-tó to-tó to-tó to-tó to-tó... JajajaNo he podido entrenarme para el plazapiche o la nochevieja porque estoy renqueante de mi tobillo, así que aproveché para ir al hospital de la solidaridad a hacérmelo mirar. Primero la hermana Marita me sacó con antelación la cita para el traumatólogo, 10 soles (3,5 euros), que es a las 3. Entretanto y ganando tiempo, se va uno a hacer la radiografía, 25 soles (multiplica). Las chicas de rayos X, muy simpáticas, me dicen que no ven fisura ni fractura. Empieza la cola del trauma a la 1:30. A toditos nos toman la presión, nos pesan y nos miden como para ir a la mili, y luego nos colocan  en círculo en sillas de plástico; es muy divertido, porque cuando entra uno todos nos tenemos que levantar y mudarnos a la silla contigua, así que parece el juego ese de bailar con una silla menos (to-tó to-tó to-tó...).

Como la cosa demora, te vas haciendo amigos de tus vecinos, que emigran contigo constantemente. Me doy cuenta de que no he almorzado, pero no pasa nada porque la familia de al lado me invita a galleta (¿será porque he pesado 72 kg?). Finalmente a las 4:15 entro y el médico mira la paca y el tobillo a la misma distancia, no hay fisura ni fractura, pero el esguince ha sido fuerte y me quiere enyesar. "Sihombreeeeee" - le digo. "¿Y entonces que pasa con el to-tó?".

Me meto con los muchachos, pongo chapas (motes), por ejemplo a Jenny-qué-roche, madrugo para preparar el desayuno, les hablo en guayacho y se ríen, enseño a lavar los platos, y en la misa les explico que lo mismo que nos une a Dios es lo que nos une a la naturaleza, y se llama amor. Eso no lo dice el Papa, lo digo yo pero no me sé de dónde lo he sacado. Pasan los años, me hago viejo, lidio con mi timidez, pero funciona: me encuentro a gusto con los jóvenes, ellos no lo saben pero me ayudan a curar mis roturas y me hacen ser yo mismo.

Y me enseñan a mover el to-tó.

lunes, 7 de diciembre de 2015

TENEMOS SU CARITA


- Les presento a Cristina, es la hermana del padre Lolo - yo.
- Claaro, se le nota el parecido - casi cualquier persona que la conoce.
- Sí, eso lo dicen toditos cuando ya lo saben - yo, fastidiando al público.
- Lao el padre Lolito, le echamos de menos - Amparo, agente pastoral de La Perla.
- Al menos tenemos su carita - dice Elva aludiendo a la joven psicóloga... y todos nos echamos a reír.

Querida Cristina:

Mientras escribo esto, estamos los dos en mi despacho, como tantos días de estos últimos meses. Tú chateas con tu celular, ese al que le cuesta cargarse, y yo en mis cosas: armo un powerpoint o una homilía, doy ejercicios, me inclino sobre mi agenda a anotar algo... y tú siempre ahí, parte de mi vida y creo que para siempre parte de mí.

He de decirte que al principio, cuando apareciste en agosto, como apenas te había visto un par de veces y de chivola, noté alguna mijita de ffff: había que acompañarte, atenderte, cuidarte... Pero el proyecto de apoyo a los niños discapacitados y a sus maestros era apasionante y yo deseaba formar parte de él de alguna manera; y además estaba el cariño que le tengo a mi compañero Lolo, y a nuestra tierra, con todo lo que eso significa. Pero todas esas motivaciones de pacotilla se las llevó el conocerte.

Porque eres una fresca en el más exacto sentido de la palabra. Eres dispuesta, rápida, receptiva, adaptable y tienes una gran capacidad de encuentro y comunicación. Te mueves por todos lados como pez en el agua, tardas poco en hacerte con el personal, conoces a más gente que yo y siempre desenfundas ligera tu sonrisa, que te abre muchas puertas. Eres como el Señor Parrilla. Pero también puedes entrar con la espada de verdad si la ocasión lo requiere, diciendo las cosas claras y caiga quien caiga. Jaja, eso es muy divertido.

Cuando voy a la aldea, antes que "buenas tardes" escucho: "¿Y la Cristina?" Joé. Los bebés se te abalanzan ansiando tus manos, y Adly se mira en ti, en tu seguridad y tu ternura. Los niños de la escuela especial de Mariscal no hablan, pero te transmiten, los maestros del curso prueban la tortilla española y ríen, tu jefe te ametralla a mensajes porque te extraña... Te nos has ganado a toditos.


Los de la pollería ya son tus amigos, de lo que les has visitado. Eres comedora también de arroz y sopa, aunque sufres una extraña fobia al pescado. Trabajas mucho, pero también sabes elegir tus momentos de descanso. Y me encanta cuando, por las noches, al terminar todas las tareas, nos damos un paseo con el profe, vamos a las salchipapas del coliseo (el chef ya es tu primo casi) o nos tomamos una gelatina mientras conversamos. ¿Recuerdas? Hubo un momento en que se cambiaron las tornas: necesité que me atendieras, que me escucharas y me cuidaras.

Los dos lo sabemos. Cuando uno sufre y comparte, eso une mucho. Aquella noche en Los Olivos dijiste (con algún trago de más, es cierto): "César es como si fuera mi hermano". Y yo, en esa neblina que forma el aguardiente, me sentí orgulloso en silencio. Gracias por comprenderme y estar de mi parte; gracias por ser mi cómplice sin juzgarme. Gracias por creer en mí en todo momento, incluso en mi contradicción. Gracias por aconsejarme y dejarme libre. Gracias por recordarme quién soy y por permitirme soñar. Gracias por protegerme y por levantarme en los momentos peores. Gracias por estar ahí y ser como una hermana.

Te voy a echar mucho de menos. Como tanta gente; Doña Anita, en este día en que llueve tanto y el padrecito está cojo, te lo ha dicho: "No te vayas", pero cuántas veces has escuchado eso estos días... Como yo también soy secuaz de alguno de tus secretos, creo que no te irás muy lejos (...). Por supuesto que no te marcharás de mi corazón, porque formas parte de mis amigos, ese patrimonio precioso de personas que me ayudan a vivir aun en la distancia.

Tenemos tu sonrisa... y tú tienes contigo este pedazo de mi vida. Te quiero mucho, y siempre estaré para ti, acá o donde sea, por si puedo devolverte algo de lo que tú me has dado o necesitas que alguna vez saque del bolsillo alguna de tus palabras para mostrártelas cuando la lluvia arrecie. Buen viaje (...) y no te preocupes por tus cejas, que estás mu guapa.

* ¿Y qué me dices del profe Echegaray, que sale en la foto reflejado en el espejo dándole a la chela?

jueves, 3 de diciembre de 2015

ÉPOCA DE ROTURAS


Glafira desde Lima me pregunta por email qué tal mi rodilla, y yo le contesto que ahora es el tobillo. Son mensajes cortos y directos, eso me divierte. Ella vuelta me dice: "Vaya, así que este tiempo de roturas te está afectando. El cansancio ayuda a las roturas...". Me hace risa, pero es así: temporada de roturas, es lo que toca.

Marisol llega y mete los dedos dentro de la inflamación de mi tobillo, y aaaaaaaaay, veo las estrellas del firmamento entero, ¡qué dolor! Me la han recomendado como fisioterapeuta, y yo quiero pensar que sí, que sabe lo que hace, porque ya la tristeza me abruma por reiterada y trato de no dejarme doblegar. El vendaje que me coloca es bueno, y de hecho en la noche veo que el esguince casi ha desaparecido. Pero a la mañana siguiente, en el segundo masaje, me dice que puedo tener una pequeña fisura. Anda que estamos apañaos.

En el reverso de mi crucifijo misionero Morke me grabó 2 Cor 4, 7: "Llevamos este tesoro en vasijas de barro". Durante las últimas semanas estas palabras me habitan y me duelen. No es un adorno, es la realidad en toda su crudeza. La vasija cae y se maltrata, se fisura, se rompe, casi se hace añicos. Roturas. Fracturas en el ánimo, en la confianza en mí mismo, en los pies... heridas que impiden caminar. El corazón destrozado, la seguridad en ruinas, la tranquilidad hecha pedazos. De San Pablo a Miguel Hernández:

Tengo estos huesos hechos a las penas
y a las cavilaciones estas sienes:
pena que vas, cavilación que vienes
como el mar de la playa a las arenas.

¿Qué hacer? ¿Me he equivocado, Señor? ¿Así me hablas? ¿No es aquí donde me quieres? Quizá esto me supera... me rompo... ¿De vuelta a los corrales? ¿Otro fracaso? ¿Huir, pues?

Pasa otro día, Marisol vuelve, el tobillo se ha puesto del color de la mazamorra y la grieta sigue ahí. Pero hoy toco mis cimientos, por dentro, mi Raíz; y también estáis mis pilares exteriores, como los contrafuertes que sujetan los muros de la catedral desde fuera: mi familia, mis amigos.

¿Luchar?

Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu Amor, la tabla que procuro,
si no es tu voz, el norte que pretendo.

Eludiendo por eso el mal presagio
de que ni en ti siquiera habré seguro,
voy entre pena y pena sonriendo.

Así acaba este soneto, triste pero esperanzado. Otro día detenido; quizá Esperanza me visite, quizá luego en la tarde habrá torta. Tocan roturas, frecuentes en esta estación, el cansancio afecta, dice Glafira. Suena esta canción de Luis Guitarra, Mamen me la envió el otro día. Que en todas partes llueve y hoy tal vez asome el sol.