lunes, 31 de enero de 2011

DÍA DE DON BOSCO

Hoy es el día de San Juan Bosco: ¡FELICIDADES! Es un cura piamontés de la segunda mitad del siglo XIX, santo de los jóvenes pobres y fundador de los Salesianos. Un personaje que ha ejercido una poderosa influencia sobre mí desde que me acuerdo; de hecho, estudié en los Salesianos de Mérida desde 1º de EGB (mis padres me dejaron berreando a lágrima viva en clase de la señorita Pili) hasta COU...


 ... y más. Tanto quiero a Don Bosco, tanto me identifico con su estilo, sus opciones y su pasión, que me hice salesiano y estuve en casa de Don Bosco ¡14 añacos! Desde los 19 hasta los 33, toma castaña. Los mejores años de mi vida, la veintena; en la congregación crecì, estudié mis carreras, conocí África, me encontré con personas excepcionales, tuve mis crisis, me ordené de cura... Un tiempo muy especial, que agredezco profundamente a Dios, una gracia inmensa.

De hecho, mis compañeros diocesanos me dicen que sigo teniendo un ramalazo de fraile, y es verdad: hay muchos mecanismos y dinamismos de la vida consagrada que llevo "de serie", muchos valores que continúo viviendo; puedo decir que no me siento cualitativamente distinto a cuando estaba en los salesianos: mi vocación, mi misión, mi estilo... ahí están, aunque claro, vividos de manera diferente, en la vida secular. Como curiosidad: sigo siendo jurídicamente salesiano, no estoy "incardinado" en la diócesis; o sea que soy diocesano pero no del todo, o sea que no soy de ningún lado (ya hablaré de esto otro día).

Aún fuera del ambiente salesiano, como cura diocesano, este día es especial para mí, y siempre me siento un poco raro el 31 de enero, lejos de patios, risas, deportes, Eucaristía masiva... Esta mañana, en la soledad y el silencio de estos Valles, visitando personas mayores y cogiendo limones de mi limonero, he agradecido a Dios la suerte de conocer a Don Bosco. Y me he hecho un própósito: este año 2011 tengo que visitar a los salesianos (¡ahí también tengo gente que me quiere!). Mientras tanto, el calendario de María Auxiliadora está colgado en el despacho parroquial y en casa de Josefita: ¡VIVA DON BOSCO!

PS: Señora 7-7-07... tienes toda la razón; no es mi estilo. Aquí rectifico, ¡gracias!

martes, 25 de enero de 2011

MATANZA QUE CURA

En esta época del año, las matanzas quitan "clientela" a las misas del fin de semana, así que procuro aceptar las invitaciones que me hacen a participar en estos rituales familiares, sociales y suculentos, que son auténticos lugares teológicos en donde disfruto, aprendo y me encuentro con el Dios sencillo y pueblerino.


La cosa empieza temprano; casi al amanecer se pueden escuchar los berridos de los guarros cuando los llevan por el hocico con los ganchos para colgarlos de una pata con un tractor, o con una cadena, o para tumbarlos antes de pegarles la puñalá, que hay muchas modalidades. La división del trabajo es evidente desde el principio: los hombres matan y, con rapidez y habilidad pasmosas, destrozan el bicho; las mujeres cogen las tripas y las limpian, hacen los lomos, aliñan la carne que los hombres han picado para chorizo y salchichón. A mi no me dejan hacer nada, aunque al mismo tiempo se meten conmigo dicéndome que solo he ido "a comer", cosa bastante cierta por otra parte.

Las migas se van preparando, el café entona los cuerpos enfundados de diversas capas de forros polares, gorros y botas; por el suelo, sangre y restos de carne, vísceras o tocino. Los golpes del hacha que trocea los huesos se mezclan con las bromas, el rumor de la picadora y el trajín de cubos, calderas humeantes, artesas y perrunillas.

La matanza es una tradición de épocas de economía de subsistencia que en este tiempo de crisis recobra vigencia; es expresión de solidaridad familiar, todos participan, aprenden desde niños a colaborar; y es, de manera salada, una fiesta de encuentro familiar que refuerza los lazos entre las personas de la casa.

Y eso es lo hermoso. En esta matanza de casa de Gabriel, Reme y los suyos, estaba el cura hoy a la hora de la presa y de la panceta; y no como "invitado de honor", sino como alguien que ya forma parte de su pequeño mundo de afectos, con acceso a la intimidad de su familia. Ellos contentos de verme allí (los abuelos me hablan de usté) y yo orgulloso de poder ir entrando en la entraña de mi pueblo, al que amo desde que puse el pie en él, lleno de gente excepcionalmente buena que demuestra que te quiere con lenguajes llanos y sinceros. Se cumple el Evangelio: quien se desarraiga y se hace itinerante encuentra otras familias y casas, el ciento por uno (Mc 10, 28-31); cariños que curan las erosiones de la soledad... ¡a ver si el Evangelio va a ser verdad (como dice Chércoles)!

Y así llego a casa: con el estómago lleno y el corazón repleto; porque me siento afortunado; un poco curado como los jamones, oliendo a candela y muerto de sueño.

domingo, 23 de enero de 2011

IMAGINANDO Mt 4, 12-24

Hoy no me apetece hacer muchas reflexiones o sacar enseñanzas morales en la homilía. Me apetece sencillamente recrear y ayudar a contemplar esta escena impresionante. Me valgo para ello de mis propios apuntes de la 2ª semana de los Ejercicios: contemplación del llamamiento a los apóstoles (EE 275).



Por la mañana temprano en la orilla del mar interior de Tiberíades, recién concluida la faena de pesca… los hombres cansados; Pedro y Andrés sentados cerca de la orilla, quizá uno de ellos arrastrando las redes. Mojados, descalzos, sucios, oliendo a pescado… Santiago y Juan un poco más allá, en la barca varada, reparando, junto a su padre, los agujeros de su red…sus ojos cargados tras la noche de trabajo, a los pescadores les duelen los brazos, la humedad les cala y la brisa del lago les acaricia. Charlan, bromean, contentos por rematar la jornada y por el descanso que se avecina.

Un hombre en la orilla. De pie; apenas distinguen sus facciones, pero parece joven, lleva la cabeza cubierta. Les habla; la mirada serena. Se hace un silencio bajo el cielo azul; la brisa silba quedamente, y sobre ella se destaca una voz fuerte, poderosa, segura. Jesús grita autoritario pero suave: “Veníos conmigo”. Con una seguridad que no admite réplica. Con total convicción.

Los dos hermanos, que han interrumpido su tarea, se miran un instante. Se conocen, se leen el pensamiento; comprenden la fuerza del deseo que está sintiendo el otro, irresistible… ¡Ese hombre es el Señor! Y toman la decisión; apoyándose uno en el otro, invadidos por una esperanza que los tiene en ascuas, sueltan las redes. Sólo miran adelante. Como Santiago y Juan. Sin coger casi nada, sin apenas despedirse. Ya no hay otro horizonte, se ponen en camino sin saber adónde ni para qué, sólo con quién… y eso es lo fundamental: estar con Jesús, seguirle.

Es el misterio de la predilección: Jesús elige inequívocamente gente de abajo, pobre, humilde, sin estudios… sin ambición ni vanidad, capaces de acoger el Reino. Él aprecia la calidad de los que llama, hombres de pueblo, sencillos, corrientes, con sus defectos y muchas limitaciones. Jesús los prefiere libre y gratuitamente.
Y ellos, sin merecerse nada ni haber hecho nada, responden al punto, aceptan con total generosidad, con alegría y también incertidumbre.
Su vida cambia radicalmente, están atraídos, fascinados irresistiblemente por Jesús. De forma increíble dejan atrás todo: su familia, su trabajo, su casa, sus posesiones, sus proyectos… Se despiden de los suyos y toman lo imprescindible para caminar: las sandalias, un manto, una pequeña bolsa… Recorrerán el camino junto al Maestro, aprenderán con Él, caerán y se levantarán, crecerán hasta vivir por y para Él, dedicados exclusivamente al Reino, llegarán a ser capaces de dar la vida por Él, de hacer milagros como Él…
Salen de Genesaret, junto al lago, cinco compañeros… emoción, expectativa, silencio… y gran alegría por “ser de Jesús”, por ser el grupo de Jesús.

Este episodio vuelve a ocurrir hoy en mi vida, en tu vida. Jesús te llama. ¡Qué grande! ¿Podremos responder como los pescadores? Lo intentaremos. Eso pedimos al Padre.

jueves, 20 de enero de 2011

TEMOR Y TEMBLOR

Por casualidad, de rebote, José Manuel Vidal, director de Religión Digital, nos propuso a Jose Rubio y a mi poner un blog en esa página nacional de información eclesial y religiosa. Aceptamos entre risas y medio de broma, pero el caso es que hemos empezado esta semana. Y no ha sido mal comienzo; el blog se llama "Diario de dos curas de pueblo", y lo podéis ver en http://blogs.periodistadigital.com/diario-de-dos-curas.php. Bonito, ¿eh? Ay madre.


Un poco pensativo me tiene esto. Por un lado es un alucine escribir en una página en la que tres iconos más arriba puedes leer al Cardenal Maradiaga, a Pedro Casaldáliga o a José María Castillo... Es el milagro de la democratización de la red. Un espacio muy variopinto y muy visitado, y por tanto una suertaza poder estar, ¿no?

Por otro lado, González Faus es teólogo, escritor famoso, una figura... así que habrá que tener tiento con lo que escriba. Me niego a poner en Periodista Digital muchas cosas como las que saco aquí; este lugar es más de andar por casa, aquí cuento cosas personales, conozco a los que me leéis, nombro a gente que quiero, pongo fotos de mis sobrinos o del rey Baltasar... Y RD no deja de ser un periódico en intenet en el que escribiré una columna; a veces se repetirán los textos (lo de allí estará aquí), pero muchas de las peripecias y reflexiones no pasarán de Kpayo. Porque es lo que, de momento, sé que me gusta.

¿Por qué me he metido en semejante jardín? No creáis que no me lo planteo. ¿Por afán de notoriedad, para salir en la tele, por vanidad (permanente tentación; si me pongo tonto me pegáis una colleja, por favor. Por cierto, vaya caretos que nos han sacado)? ¿Qué persigo? ¿Que me lea mucha gente, que me pongan muchos comentarios? Con la cantidad de frases ofensivas que leo por allí, personajillos que se despachan a gusto descalificando y hasta insultando parapetados tras la privacidad blindada de la pantalla... No. Realmente me importa poco que me lean o no; escribo simplemente porque creo que tengo algo que contar, para darme el gusto de decir lo que pienso, de poder escribir acerca de lo que quiera, poner lo que me apetezca, crea justo, conveniente o adecuado según mi propio criterio. Solamente y nada menos.

Por todo esto siento algo de temor y temblor, respeto estupefacto ante esta singular oportunidad de ser libre; me remite, como pocas veces, a la verdad de mí mismo. Si digo ciertas cosas, si emito ciertas opiniones o críticas en cierto tono y me leen ciertas personas... ¿me puedo buscar ciertos problemas? De por sí RD es un portal con tufillo "izquierdoso". Pero ¿cómo eludir temas, enfoques, posicionamientos que pueden ser polémicos? En el fondo es un pequeño escenario del eterno dilema entre ser quien soy o ser quien esperan que sea, pensar por mí mismo o pensar lo que es "políticamente correcto". ¿Qué os parece?

sábado, 15 de enero de 2011

SORPRESAS EN EL ENCUENTRO DIOCESANO DE JÓVENES

Estoy muy sorprendido al concluir este trepidante día de encuentro masivo, espectacular, super-currado por los responsables (¡felicidades Gema, Juliana, Juan and company!) y estéticamente bordado por los acordes de Brotes, los globos, las luces, la ambientación, etc. Muy bonito.

Varias personas me han dicho hoy que siguen este blog, y eso me sorprende enormemente y me da tanta verguenza como hablar y hasta acercarme a Vicente Morales, que es un mito de toda mi vida; María, ¡has leído muy bien en la catedral!
Porque es que la catedral estaba atiborrada de jóvenes (¿se habrán visto alguna vez esas piedras en un trance semejante?), y eso me ha resultado soprendentemente emocionante. El obispo con un atuendo que haría juego con San Juan de Ribera, los jóvenes invadiendo la capilla mayor, sentados sobre una moqueta, en los escalones; la gravedad de los vicarios y canónigos con sus alzacuellos mezclando con las palmas, el Aleluya de la tierra, una niña que llora, el Evangeliario (vaya palabro), el micro fallón, la eterna armónica de Vicente, un chaval que dice que hay que pedir por el Papa, la cruz allí plantada. Sí, la cruz de la JMJ 2011, enorme, pesadísima, con roces y marcas, de pie en medio de tantos jóvenes.

He observado todo lo que ha ocurrido durante el día muy atento, casi como si estuviera haciendo un trabajo de campo. Pensativo, soprendido y feliz a partes iguales, y todavía lo estoy. ¿Vale realmente la pena todo este montaje, con tantos elementos emotivo-espectaculares? ¿Llega de verdad a los jóvenes o se queda en una mera experiencia estético-emocional? ¿Esta duda es la que ha hecho que en cada momento hubiera que estar explicando todo ("esto parece... pero no es sólo eso, sino que lo importante es... si no profundizamos, esto no sirve para nada... etc. etc.)? ¿No es acaso cierto que Explicatio non petita acusatio manifesta? Pero, ¿puede un encuentro con jóvenes que pretenda conectar con ellos ser de otra manera? ¿No es inteligencia pastoral utilizar este tipo de lenguajes capaces de sintonizar con su sensibilidad? ¿O les ponemos directamente delante de la custodia y a rezar las jaculatorias de desagravio? No creo que se pueda montar una pastoral con jóvenes seria basándola en convivencias masivas, yo soy de los procesos, el trabajo constante; no un día de fiesta sino un día, y otro, y otro; pero, a la hora de ofrecer a los jóvenes un día de encuentro... ¿puede ser muy diferente de éste? En ese caso, no es que haya que quitarlos, hay que combinarlos... pero entonces, ¿cómo encajar la JMJ? ¿Cómo evitar su inevitable "folklore"? ¿Cómo ir y no "pasar por el aro" de Rouco? ¿Cómo transitar entre el "de que se trata que me opongo si es oficial" y el "sí bwana" indiscriminado y borreguil?

¿Pero cómo no ir? Allí estaban los jóvenes; y yo con ellos. En la catedral, cantando, aplaudiendo, rezando hasta de rodillas, sonrientes capeando el tostón arzobispal. ¡Allí estaban! ¿Se puede pedir más? En mi grupo, una chica de Mérida ha dicho que se siente llena de paz, de energía... Quizá sólo por ella todo el show tiene sentido. Y a la vuelta, en el coche, mis hombres contentísimos... ¿Se puede pedir más? Sí, se puede pedir empanada: ¡Princesa, estaba buenísima!

martes, 11 de enero de 2011

2244

Esos son los kilómetros que he hecho desde el día de Nochebuena hasta el sábado 8 de enero, o sea, durente las vacaciones de Navidad. Dice Jose Rubio que ha pasado las navidades en el coche, ja, ja, ja... Yo no tanto, pero casi... Si los del satélite o los extraterrestres que sobrevuelan la Tierra nos están grabando, tienen que estar extrañadísimos: dos semanas de comer, misas, comer, comprar, comer, felicitar, comer, telefonear, ragalar, comer... Y luego dos semanas de "duelos y quebrantos" (¡la cuenta a cero patatero!) y de "desintoxicación navideña" a base de cañonazos de acelgas y abstinencia de dulces. Jaja.
Con todo, hay que ver lo que es el descanso. No solamente dormir más, trabajar menos... sino desconectarte, olvidarte de las rutinas, salir físicamente del "lugar del crimen", hacer cosas diferentes, ver a otra gente, cambiar de registro, sacar otros temas... Toso eso descansa. He estado con mis viejos amigos y con amigos más recientes; me he zampado la tortilla de patatas de mi mami; me he tomado un limoncello en el Parador con mi cuñado y mi sobrino; me he resfriado bajo la lluvia montado en mi carroza al lado de un dinosaurio de cartón piedra; he comprado una chupa en las rebajas entre nubes de gente frenética; he releído "El camino" de Miguel Delibes y he llorado, como cuando estaba en 6º de EGB... Me siento renovado, más fuerte, más capaz, más rápido, más relajado y positivo, tanto que me parece que puedo llevarlo to palante, aunque sé que he de tener calma y cuidado.

Y me encuentro de nuevo en mi puesto, en mi casa, en mi pueblo. Mi pueblo pequeño, suavemente ajetreado, lejos del estruendo de la gran cuidad; mi pueblo en el que conozco a todo aquel que me encuentro por el camino de cada jornada; mi pueblo con sus alegrías, su belleza, sus miserias, sus bondades y mezquindades. Como dice Paco Contreras, que en paz descanse, "no me canso de mirarlo. Lo abarco con un solo golpe de vista. Me cabe todo entero dentro de los ojos. Lo amo tanto que lo llevo entero en el corazón".
Esto es lo que me sale hoy. Y eso que empecé contando lo de los kilómetros.

miércoles, 5 de enero de 2011

COMO UN TERRORISTA DE LA FELICIDAD

Son las dos y cuarto de la madrugada de este 6 de enero, noche de Reyes. En mi casa, en Mérida, reina la tranquilidad. Mis siete sobrinos están durmiendo, aunque ha costado trabajo esta vez... estaban nerviosos, no es para menos: saben que hay sueños que están a punto de cumplirse. Los pajes de los Reyes (mis hermanas, mis cuñados y yo) hace un ratito que hemos terminado de colocar las cosas que este año Sus Majestades han "echao" a los niños; no ha habido muchos contratiempos: probar coches teledirigidos, montar una trona para que Pilar le de la comidita a su Juanito, subir una bici, colocar una casita en miniatura... Regalos bastante razonables, porque los sabios de Oriente no suelen atiborrar a mis sobrinos con montañas incontables de cosas que saturan su ilusión a los diez minutos.
Para mi es un momento muy especial. Acabo de dejar sobre la mesa las tres copas restos de turrón y dulces... Estoy deliciosamente cansado. Antes, por la tarde, Baltasar ha vuelto a recorrer las calles de mi pueblo sobre su carroza-tractor que era un dinosaurio sobrecogedoramente realista, con alas y todo. Sin importar la lluvia, que haya o no toallitas desmaquilladoras o el jartón de coche, lo que importa es la cara de Reme, los ojos de Sergio o la sonrisa de Marta. "Baltasar se parece a César, el de la iglesia" - ha dicho un niño a mis espaldas; "pero si César está de vacaciones cogiendo los Reyes en su pueblo" - ha salido al quite Antonio, el creador del dinosaurio que esta tarde era Shrek pero sin afeitar.
Duermen mis sobrinos Luis, Carlos, Manuel, Guille, Pilar, Nano y Manuel chico; duermen los niños de mi pueblo. Duermen y sueñan, y yo escribo y, en el silencio de esta noche mágicamente habitada, me siento feliz en mi piel, y afortunado por tener una familia, ser de esta familia. Y sacando a escondidas los regalos de los mayores, conspirando para rescatar risas y provocar besos y abrazos, me siento como un verdadero terrorista de la felicidad.
Me gusta el oficio de materializador de aspiraciones, cumplidor de ilusiones; ójala siempre supiera desempeñarlo, todos los días tuviera el poder de realizarlo. Ese es el regalo que pido a Dios en esta noche, con la primera página de mi blog en 2011.
No se oye nada. Me voy otra vez a probar los conches teledirigidos; ¡hay uno que se da la vuelta y se pone cabeza abajo!