domingo, 30 de mayo de 2021

LLEGAMOS AL ÁREA 51


Sin mirar atrás; así palpito al comenzar este día de cumpleaños. Agradecido, sereno, ligero; sin cuentas pendientes ni reproches, en paz conmigo mismo. Con la certeza de ser afortunado por lo que ha sido, pero más que todo expectante por adentrarme en los siguientes capítulos: el área 51.

¿Qué es el Área 51?
Es una instalación de la Fuerza Aérea de EE.UU. en Groom Lake, Nevada. Durante décadas, el Área 51 ha sido para muchos un lugar donde el Gobierno de EE.UU. guarda oscuros secretos sobre alienígenas y ovnis. Las sospechas y teorías sobre ovnis o aliens que han rodeado este lugar durante tantos años son de lo más variado. Habitantes de la zona, así como pilotos de aviones comerciales, aseguraron haber visto objetos volando que no se parecían en absoluto a un avión de aquella época y no había registros aéreos, ni explicación gubernamental que arrojara luz sobre esos sucesos. Así creció el mito. 
El Gobierno no ha especificado qué tipo de investigación u operaciones se llevan a cabo en el Área 51*.

Loren, amiga: este año sí o sí me haces las gafas progresivas, porque tengo un problema de enfoque, el cristalino pierde elasticidad exigido por el DNI. Reconciliado con el pasado, solo intento mirar a la distancia adecuada, no demasiado lejos porque la vista no me alcanza, únicamente el futuro más inmediato, lo que tengo a la mano, mis tareas, mi servicio, mi vida misionera.

Más allá… todo se pierde en la niebla del área 51, la comarca de lo incierto. Las próximas encrucijadas son aún desconocidas y tal vez alienígenas, y acepto con deportividad que las decisiones que tocará tomar no serán solamente cosa mía. Puede surgir cualquier objeto volante no identificado que voltee cualquier pretensión de programar y calcular.

Tras medio siglo conmigo mismo, ya me conozco lo suficiente como para comprenderme y tratarme con humor. Dispongo de energía, todavía no soy demasiado viejo, pero acumulo suficiente experiencia como para afrontar retos y asumir compromisos. Me levanto con la impresión, en este día de inevitables balances, de que lo que deseaba en mi vida, me lo han concedido… ¿Qué vendrá ahora?

Por el momento, el área 51 es una zona de trabajo intenso, una región de sorpresas insospechadas, de fuertes responsabilidades. Un territorio amazónico, rebosante de vida y sembrado de porvenir; una misión hermosa que reclama lucha y tesón, amor y entrega total.

Gracias por felicitarme, a quienes día a día hacen posible con su cariño que yo esté vivo, que sea así y que esté acá hoy. Gracias a mis padres, a mis hermanas, a mis sobrinos, a mi familia y a mis amigos. A todos ustedes que leen esto. Como canta Rocío Dúrcal: “Tú cuentas conmigo, yo cuento contigo /En cualquier instante y en cualquier terreno” (y ya me estoy emocionando, así que corto).

Recuerdo ahora el verso de Caballero Bonald, que hace poco se marchó: “Somos el tiempo que nos queda”**. Es a la vez dulce y doloroso, pero siempre verdad.



lunes, 24 de mayo de 2021

OTRA FORMA DE ENTENDER LA VIDA


A cinco jornadas del final, pocos confiaban: después de haber pedido tal cantidad de puntos frente a los dos grandes, su aliento en la nuca rojiblanca, era una cuestión de tiempo que uno -o los dos- nos alcanzara y superara. Porque “en alguno de los partidos el Atleti seguro que falla”, repaso en whatsapp (qué cruel es la hemeroteca). No contaban con la tenacidad y la fe en el trabajo de los humildes.

Es otra manera de entender la vida, como reza el eslogan del club estos días. A todo el mundo le cae simpático el Atleti, es como el Robin Hood que se atreve a pararse ante los poderosos, y cuando gana acontece una anomalía digna de emoticono y felicitación. Pero poca gente se atreve a ser colchonero hasta el tuétano porque eso conlleva sufrimiento y paciencia. Es más fácil apuntarse al caballo ganador, Perú está llenito de polos de Messi o Ronaldo, figuras y entidades que aseguran a sus seguidores una rutina de uno o dos trofeos anuales.

Luis acuñó el famoso “Ganar, ganar y volver a ganar”, pero yo creo que en el Atleti debería ser “Luchar, luchar y volver a luchar”, o “Caer, levantarse, apretar los dientes y continuar”, algo así. Por eso lo nuestro es intentar asaltar la Liga, donde hay tiempo para varios tropezones, para hundirse y recuperarse con resiliencia futbolística, con fe y esfuerzo.

Así hemos vencido, exigidos hasta el último minuto, remontando los dos últimos partidos, con la acostumbrada épica, al límite. Ningún colchonero dirá: “Yo lo sabía, no tenía dudas”. Menos lobos, no lo teníamos tan claro, hemos experimentado ya sobradamente que la catástrofe en la línea de meta está en nuestros genes y quien diga que no temblaba, miente. Como dice mi amigo José Ignacio Gómez Carrillo, el cagómetro echaba chispas. Jeje.

Los colchoneros somos gente con los pies en la tierra. No estamos todo el día entonando el “We are the champions”, no podemos competir contra los poderes económicos y fácticos del deporte español, y lo sabemos. Además, como somos “el pupas”, también tenemos asumido que la Copa de Europa se nos resiste porque ahí hace falta una buena ración de suerte. No solo no nos traumamos por terminar una temporada sin rascar nada (son dos títulos de liga en 8 años), sino que cuando nos toca lo disfrutamos al máximo porque sabrá Dios cuándo volverán las mieles de la gloria.

Ha sido la liga más extraña, la de los estadios vacíos y el VAR desnaturalizando el juego. El año en que fichamos a Luis Suárez, supuestamente acabado para la élite, y él ha acabado por darnos la victoria con un gol que ya es patrimonio del orgullo rojiblanco. La temporada de las lesiones, los positivos por COVID y la afición gritando a las puertas del Wanda. Mirando un poco hacia atrás, reconocemos que por una vez la vida es justa y ha ganado el mejor, aunque a punto estuvo de irse todo al agua.

De modo que ahora celebramos, sin humillar ni creernos más que nadie; no somos “el mejor club del mundo”, ni “más que un club”, intentamos nomás ser fieles a quienes somos. Festejamos con la fruición del menesteroso, apurando y archivando buenas dosis de regocijo para cuando vengan torcidas, que será pasado mañana. Alzamos las manos y recargamos nuestro ideario: "Un mito. Una fe. Nunca abandonaremos". “Cree y verás la gloria”. “Si se cree y se trabaja, se puede”. “El tiempo coloca a cada uno en su lugar”.

¡¡¡¡AÚPA ATLETI!!!!!

miércoles, 19 de mayo de 2021

AUCAYO ES UN FUNDO


También está río arriba y también era la primera vez que iba allí en visita de animación, como Tamshiyacu. Y resultó igualmente una experiencia grata, aunque más campestre, porque este puesto de misión es como una gran finca donde la gente fue armando sus casas y surgió un pueblito: Aucayo.

De hecho, 68 años después de que el joven franciscano canadiense Severino Deshaies plantara su pie en este pedazo de selva (1953), todo el terreno del pueblo continúa en Registros Públicos a nombre del Vicariato. Los misioneros serían como los dueños del fundo, yo les fastidio diciéndoles que son unos caciques descendientes de aquellos encomenderos de la época de la colonización, de penoso recuerdo.

El equipo está formado por Andrez, presbítero diocesano, el más joven de los tres sacerdotes autóctonos que tenemos y el último ordenado; Ofelia, misionera laica mexicana con años de experiencia ya en el Vicariato; y Leví, seminarista que realiza su “año pastoral”, tiempo de práctica como preparación inmediata al diaconado. Las vibras que me llegaron de cómo es la relación entre ellos fueron positivas, parece que se entienden y se ayudan a pesar de ser tan diferentes.

Hubo la correspondiente reunión sobre el tema del trabajo en equipo, pero acá el objetivo de la visita era presentar a Andrez como nuevo párroco; a pesar de que es su cuarto año en Aucayo, toma el relevo del p. Claudio, que ha sido trasladado a Yanashi. De modo que el domingo se hicieron sonar las campanas, que curiosamente están colocadas en la casa y no en la iglesia, que queda como a doscientos metros. “Será por una cuestión práctica”, me contestaron cuando pregunté.

El templo es uno de los más nuevos del Vicariato, muy coqueto y de bonitas proporciones. Fue acudiendo la comunidad y el aforo llegó hasta un 40% más o menos. Esta aldea, nacida y crecida alrededor de la misión, se ha mantenido a salvo de la invasión de sectas e iglesias de tipo evangélico. La participación fue activa, el espacio celebrativo te permite conectar con el público, las risas y aplausos indicaban que fue un momento ameno. La foto con el equipo corresponde al photocall del final de la misa.

Al pasear por Aucayo con la mascarilla te sientes extraterrestre, porque absolutamente nadies lleva. Hay dos poblaciones cercanas (y de dimensiones parecidas) a las que se accede en motocarro: Gallito, también en la orilla pero más abajo, y Unión, hacia “el centro”. En este último nos había invitado doña Zelmira, agente de pastoral veterana, a almorzar en su casa, y llegamos con emoción porque en varios tramos de la pista el agua alcanzaba hasta media llanta de la moto. “Está subiendo, padre. Alaga completamente durante un mes y la gente va y viene nadando, y los escolares en canoa”, explica don Pedro, esposo de Zelmira. Ella nos obsequió una tremenda sopa y de segundo picante de pollo, todo rico, pero el chapo de plátano que acompañaba… no creo haber probado jamás uno tan exquisito.

El colegio de primaria y secundaria “Severino Deshaies” es, desde hace décadas, un pulmón de desarrollo y cultura en Aucayo y su zona. Pertenece al Vicariato en convenio con el Estado, así que es nacional y de régimen gratuito. Los misioneros están implicados en el proceso pedagógico, pero la dirección hace tiempo que pasó a manos de los laicos. Recientemente hemos presentado a la Diputación de Badajoz, por medio de la Asociación CompromiSOS, un proyecto de mejoramiento y ampliación de su sistema de energía solar. Fue un gusto conversar con la directora, la profesora Leidy Mabel, y constatar su competencia y dedicación.

Noto cómo los isangos se me han subido al caminar por el pasto; la extensión de la sede parroquial es tan enorme que se gastan una fortuna al mes solo en cortar la hierba. La distancia a Iquitos, la población y el número de comunidades (unas 30) son pequeñas, pero la anchura, historia y calidad del servicio misionero que se presta en Aucayo son colosales. Gracias por la hospitalidad y el cariño, el chilcano, la seda y la sonrisa de la señora Ludy. No olviden que en la puerta de mi cuarto había un tronco con un panal de abejas dentro; por favor, me guardan miel para la próxima visita.

martes, 11 de mayo de 2021

ESTUDIANTES QUE AYUDAN A ESTUDIANTES


Esta es una historia muy hermosa, de esas que te hacen tener esperanza en la gente joven y creer en la bondad del ser humano. No por aparatosa o deslumbrante, sino por auténtica. Me da gusto contarla y así, al mismo tiempo, agradecer de corazón a los protagonistas.

Como hay muchas personas generosas, suelo recibir aportes para la misión. Entre estos amigos está Antonio Matito, profesor de religión del IES “Santiago Apóstol” de Almendralejo, que siempre anima campañas en su instituto para recolectar fondos y colaborar. En uno de mis viajes a España estuve de hecho allí, conversando con un par de grupos de alumnos, y también en alguna ocasión me han entrevistado vía telefónica para su programa de radio colegial.

De modo que, como otras veces, Antonio me avisa por whatsapp de que tiene un dinero para mandarme. Pero esta vez su procedencia me deja sin palabras. Transcribo:

“El dinero de este año lo estamos recaudando los alumnos del Ciclo Superior de Industrias alimentarias y los alumnos de 4º de la ESO. El año pasado se quedó pendiente una excursión que no se pudo hacer por el COVID y los alumnos han decidido donar el dinero que pusieron para la misión”.

¡Wow! Diosito lindo, qué gesto más noble: cambiar diversión por solidaridad, invertir en ayudas a los que tienen menos. Me pareció genial y enseguida se me ocurrió a qué fin dedicar ese fondo: hacer posible que jóvenes iguales que ellos, pero con menos oportunidades, puedan estudiar en la universidad. Y en concreto poder brindar una laptop (ordenador portátil) imprescindible en tiempo de pandemia en Perú, donde la enseñanza es remota y hace más de un año que no hay clases presenciales ni se las espera de momento.

Se unió a la iniciativa el IES “Maestro Juan Calero” de Monesterio, donde mi hermana Mª Elena Caro, profesora de educación física, lleva tiempo organizando una carrera solidaria. Los alumnos que participan compran sus dorsales, al mismo tiempo se arma un mercadillo de comercio justo, y toda esa recaudación se destina al alguna necesidad cercana o lejana, como por ejemplo sufragar un microscopio para luchar contra el paludismo en el río Yavarí (ver aquí) hace un par de años.

El año pasado le tocaba al curso de mi sobrino Luis, segundo de Bachillerato, organizar el evento. Lo obtenido sería enviado “al Amazonas”. Pusieron carteles, anunciaron por los medios, se iban a pintar las caras al modo indígena para correr… estaba todo preparado, pero sobrevino la cuarentena estricta y la cosa se fregó. Han transcurrido catorce meses, Luis está en Cáceres estudiando, y la hucha con las aportaciones que habían ido recogiendo seguía en el instituto. Así que me han depositado para sumar al apoyo a, en este caso Oriana y Valery, pero podían haber sido otros:

Oriana y Valery con la hna. Mª José Cruz,
responsable del seguimiento de jóvenes becados

Gracias alumnos del ciclo de INA y de 4º de ESO del “Santiago Apóstol”. Gracias alumnos de 2º de Bachillerato 2019-2020 del “Maestro Juan Calero”. Gracias Antonio, gracias Elena. Los jóvenes son capaces de todo, y más cuando cuentan con buenos educadores. Ustedes tienen una selva interior, llena de vida, que ha sembrado una flor de amistad y fraternidad a orillas del Amazonas. Estos jóvenes, con los ojos llenos de futuro, les reconocen el cariño que les han demostrado, aun sin conocerlos.

Tal vez habría que empezar a ahorrar para cruzar el charco y venir a visitarnos, porque están invitados; ¡esa si que va a ser una peazo excursión!

jueves, 6 de mayo de 2021

DÍA DE SAN JOSÉ OBRERO EN INDIANA: HISTORIA, IDENTIDAD Y CARIÑO


1 de mayo, fiesta de San José Obrero, patrón de Indiana, y día del trabajador. Todita la noche ha estado lloviendo a mares y al amanecer continúa lo mismo, así que la jornada se presenta medio chueca a causa del agua y de la pandemia. Pero nada detendrá a los devotos del santo carpintero.

Todo comienza en la catedral a las 8 de la mañana, con la infaltable misa protocolar que está grabada a fuego en todos los programas del Perú. Y más todavía acá, en Indiana, donde la festividad de San José está unida a la fundación del pueblo por Mons. Dámaso Laberge y los primeros misioneros canadienses que llegaron en 1947. De hecho, hoy se conmemoraba el 74 aniversario de la primera fiesta patronal.

Las autoridades y los trabajadores de la Municipalidad participan haciendo las moniciones y las lecturas (el alcalde lee la primera), llevando las ofrendas, etc. Noto que cantan y responden bastante bien, lo cual me hace pensar que hay más gente católica en Indiana de lo que parece. Como siempre está la miss, “reina de la belleza femenina”, en primera fila (por el momento no hay míster, pero todo se andará). La misa termina con una especie de fotocall donde vamos posando unos y otros.


De ahí pasamos a la sesión solemne de la comuna municipal. Se cantan los preceptivos himnos, el del Perú y el de Indiana, y en la letra de este nombramos, como cada vez, a San José y a Dámaso Laberge. El presentador realza los motivos que nos congregan, y en sus palabras detecto el peso decisivo que tiene la Iglesia en la historia de este pueblo. Indiana no existiría si no se hubiese creado la Prefectura Apostólica; su identidad se forjó en la valentía del obispo pionero y con la mística de aquellos franciscanos. “Unión – Trabajo – Desarrollo” reza en el escudo del distrito, los valores que ellos eligieron como divisa y aspiración.

Un punto del programa es la entrega de jabas de pollos regionales (las llamadas gallinas cholas) a vecinos de varias comunidades como parte de un proyecto de mejoramiento avícola. En el salón consistorial estaban todos los implementos para los nuevos galpones: alambres, plásticos, la comida de los pollos y los propios pollos. Y allí se hizo la entrega simbólica para poder tomar la foto de rigor (que encabeza esta entrada) y que se pudieran marchar sin más demora, “antes de que los animalitos se mueran por este frío”.

Los discursos, algunos sin contenido real y todos más largos de lo deseable para mi gusto, se van sucediendo, como es habitual en estos casos. El alcalde informa de los logros de su gestión. El secretario general lee el acta reglamentaria, y por fin pasamos al brindis con vino borgoña. Las palabras esta vez le tocan al párroco, que voy comprendiendo que, acá, es una personalidad. Agradecemos tener trabajo (más bien yo querría reducción de tareas) y pedimos a Dios que bendiga a Indiana.

Anuncian un almuerzo “sorpresa” que todos estábamos esperando, y enseguida sirven pango de paiche, es decir, paiche (parecido al bacalao, pero de río) con yuca y ají de cocona. Me toca al lado la regidora Nancy Virginia, que además es vecina de la misión. Conversamos distendidamente, me pregunta qué cosas me gusta comer y qué no. - “Creo que me gusta todo”, le digo. - “¿Te gusta la carne de monte?”. - “Claro, el majás está buenazo”, respondo.

Al ratito llegan a ofrecerme un plato de majás. “¿¿Para mí??”. Estos detalles y los constantes agradecimientos por lo que estamos aportando de ayudas en la pandemia, me hacen sentirme orgulloso; lo último: el concentrador de oxígeno de 10 litros por minuto, y capaz de atender a dos pacientes a la vez, que hemos comprado con el apoyo de varios amigos de Mérida. Gracias en nombre de Indiana, sus autoridades y sus gentes.

Me encanta la “experiencia de ser pueblo, (...) de pertenecer a un pueblo” (EG 270). Es algo que siempre estuvo unido a los momentos más felices de mi vida en Santa Ana y en Valencia, y que en Indiana puedo reproducir y volver a disfrutar. Con todas las limitaciones propias de la distancia cultural entre ellos y yo, pero sí: creo que soy parte de un pueblo, y me emociona.