sábado, 24 de septiembre de 2022

UNAS VACACIONES MUY DIFERENTES

 
De regreso en Lima y con algunos días antes de volar a la selva, considero el mes de vacaciones recién concluido, paladeo el regusto que ha dejado en mi sensibilidad y trato de intuir los posibles provechos en el futuro cercano.

Lo primero que aparece es que ha sido un tiempo breve. Tenía físicamente menos días que otros años, y sentí que serían para estar con mis papás. Era lo que necesitábamos mi familia en conjunto. Se encuentran bien pero su salud es frágil, de modo que he ejercido yo el papel de acompañante durante más de tres semanas, y ha sido hermoso: ellos multiplicando sus detalles para con su hijo llegado de la lejana selva… siendo cuidados sin darse cuenta; el hijo pensando que atiende a sus padres mayorcitos… sin percatarse de que son ellos los que le protegen, como siempre fue.

He salido poco, no hubo tiempo para ir de acá para allí como otros años, y por tanto hay muchas personas a las que no fue posible ver; les pido disculpas. Me gustaría haber visitado Santa Ana, Atalaya, Valverde, La Lapa, El Valle, incluso haber pasado por Calamonte. No he podido estar con la gente de Zafra y agradecer a las Clarisas su cariño y sus oraciones. Tenía anotados varios amigos (Paqui Corbacho, Luis Fernando Medina, Inma Cabezas, Miguel Ángel G. Vizuete…) pero no ha podido ser. Así son las cosas.

Sí que cupieron la cena anual en Mérida con mis promociones y la fiesta de la Virgen del Valle en Valencia del Ventoso, y además pude pasar un día de playa con Fernando Miranda y Antonio Hererra, salesianos muy queridos a los que hacía años que no veía. En este y en otros encuentros constato que la impresión del paso del tiempo es brutal… mirarnos una vez al año significa confirmar cómo las pasividades de disminución se van esculpiendo en nuestros cuerpos. Sentipienso que hay que pactar con esa dinámica imparable y descubrir su bondad.

Por otra parte, en un mes larguito siempre ocurren cosas que luego recuerdas. Esta vez no hubo volcán, pero han muerto Gorbachov, Isabel II y Javier Marías (con desiguales homenajes, desde luego…); Federer y Serena Williams se han retirado y España ha ganado el acostumbrado campeonato, este año el Eurobasket. Además, he revisitado Guadalupe y me he enganchado a Stranger things.

Como si fura Once, la niña protagonista de esa serie, me he extrañado durante estas semanas de la enorme cantidad de publicidad que hay en la tele. Entre anuncio y anuncio salían un montón de personajes para mí desconocidos, sobre todo políticos, que además me parecían todos más jóvenes que yo, y lo son, empezando por el presidente del gobierno. Y qué decir de la cantidad de perros que había en una de las playas de Isla Cristina; allí y en general, parece que hay más perros que niños.

También me topaba a cada momento con el verbo “topar”, con una molestia parecida a la del desaparecido Javier Marías, cuya columna dominical llevo años leyendo. De hecho, en junio pasado escribió: “Pedro Sánchez, que jamás ha puesto tope a los chantajes (basta del imbécil verbo “topar”), se avino a pagar uno más…” (coincidencia, sale el presidente chibolo). Topar según la RAE es “Tropezar o embarazarse en algo por algún obstáculo, dificultad o falta que se advierte”, ¿acaso no tenemos “limitar” o “acotar”?

Jeje. En fin, terminó el descanso del guerrero: curarse las heridas y recobrar fuerzas antes de seguir batallando. Heridas también internas, que afrontas tú con valentía y realismo, pero no puedes sanarlas solo. Únicamente junto a aquellos que amas se regenera tu corazón. Por eso es imprescindible, aunque sea corto como un pit-stop de la fórmula 1, volver a casa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Has disfrutado de tú familia biológica, tus amigos, tus lugares.
Te vas con tú familia, de vocación, a los cuales adoras también

Anónimo dijo...

Que te parecio tu enemiga,ahi si que ves el paso del tiempo, de baustizarmela,a ser toda una mujercita. Asi es la vida.Que sigas ejerciendo esa buena misión que haces.un beso