Yanashi sufre en todas las estaciones. Cuando hay vaciante
severa, el caño mengua y es obligatorio varar, hasta que se seca del todo y
entonces toca nomás caminar desde el río grande, como ya conté. Pero es que
cuando la creciente es media-alta, y más en años de lluvias fuertes como este, el
pueblo se alaga y la vida se transforma en una práctica constante de piragüismo
amazónico.
A principios de junio, cuando fui a acompañar a las hermanas
MEMIs a su nuevo destino, el pueblo se encontraba completamente inundado. Únicamente
lo había visto así en fotos, pero ahorita pude experimentar en primera persona
lo que significa vivir rodeado de agua. Algo que puede parecer pintoresco y
hasta simpático, pero que es duro, y que a mucha gente nacida acá no le gusta
un pelo y trata de evitarlo como sea.
Todo el mundo va de un lado a otro en canoa, a remo. Qué tradicional
y chévere, ¿no? Sí, pero tú te sientes inútil total comparado con los vecinos,
que manejan el bote como quien pela pipas porque han nacido en la orilla,
ese pequeño detalle. De pronto salir a la calle (perdón, al río) se convierte
en una proeza o directamente en un imposible. Una mijita claustrofobia… la impresión
de estar un poquillo atrapado, sí.
Y eso que no cubre mucho. El nivel del río llegó hasta más o
menos mis rodillas, y en la foto se ve cómo ya había comenzado a mermar, “agua hasta
las canillas” sería, entre los versículos 3 y 4 de Ez 47. El agua ingresó
en la iglesia, de modo que para poder usarla armaron andamios de madera a un metro
de altura, pero ese portento de ingeniería popular selvática me lo perdí.
Acá el personal es experto en apañárselas para sobrevivir.
Puedes caminar por la vereda, es cierto. “Vamos a
comprar huevos para el desayuno”, dijimos Gris y yo, quién dijo miedo de ese cacho
charco. No es tan sencillo: tienes que ir mirando a los costados para no
salirte del concreto y no meter el pie en un barro; y siempre con tiento
para evitar patinar y caer, porque el agua hace que crezca esa especie de limo
verdoso y resbaladizo. Además, cuando llevas cincuenta metros, los pies se te
quedan fríos y el paso se te vuelve pesado, como si estuvieras subiendo un
cerro de 1ª categoría del Tour de Francia.
Total, que vimos unos niños por ahí y les pedimos por favor que
fueran al recado mientras nos sentábamos en el respaldo de un banco con los
pies a salvo, prudentes. Al rato regresó uno de ellos, ¡corriendo por el agua
con la bolsa de huevos en la mano! Diosito, me sentí más homo hábilis
que en la barquita, ni un huevito se cascó, yo hubiera llevado a la casa la
tortilla ya empezada… Le di dos soles de propina, poco fue.
Como saben que somos gringos y no sabemos maniobrar,
nos quieren llevar a todas partes en bote. Entonces aparcan lo más cerca
posible de la puerta de la casa, pero igual tienes que remangarte los
pantalones y andar a pata cala hasta que llegas a la embarcación, y
ahí comienzan las operaciones expertas para subir sin voltearla y botar a
todos los pasajeros a una remojada.
Bromas aparte, la crecida plantea muchos problemas al devenir
cotidiano, dificultando, interrumpiendo y hasta impidiendo. Los alumnos deben
llegar en canoa al colegio. Muchas actividades de las tardes, como la
catequesis, no han podido comenzar. Trasladar a un enfermo o a un adulto mayor es
como un sudoku. Las viviendas anegan, los enseres se empapan y algunos quedan
inservibles, la humedad se cuela hasta los huesos, los artefactos se malogran, el
cieno se acumula, la ropa huele, los papayos se pudren desde la raíz, los
cortocircuitos proliferan y los reumatismos arrecian.
Es otra modalidad de aislamiento tal vez menos cruel que la
sequía implacable, porque la movilidad y el abastecimiento siguen fluyendo
-nunca mejor dicho-, pero bien fregada e incómoda. No se puede salir a
pasear, si acaso a nadar. Eso sí, agarras tu jabón y el baño lo tienes a la mano.
Y la gente sonríe. No queda otra que aceptarlo con paciencia y acostumbrarse.
Saben que esto, como todos los años y todas las circunstancias, es pasajero, y
pronto podrán plantar su arroz en el bajial.
4 comentarios:
Señor de la vida y de la existencia toda, en tus manos misericordiosas están, estamos, son, somos...! Un abrazo amigo y pastor...🙏
Cuando acabo de leer tu blog , más bien me parece un cuento , desde el mundo rico nos parece que eso no es posible , tenemos casi de todo y aún queremos más.
Un abrazo cesar 🙏
Cesar, un enorme abrazo desde Extremadura, es significativo como se adaptan los lugareños a tantos cambios y avatares de la naturaleza y aquí, salimos a protestar si hay un bache en la "autovía" , necesitamos un reciclaje completo!!
Hola,vivo en la selva, pero no tengo tales experiencias eres un ejemplo a seguir, abrazos
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