El Vicariato Apostólico de San José del Amazonas (www.sanjosedelamazonas.org) comprende un territorio de 155.000 kilómetros cuadrados (como una tercera parte de España) en plena selva amazónica, limitando con Ecuador, Colombia y Brasil. Su población es de 160.000 habitantes, con 14 grupos étnicos indígenas entre ellos. Es un vicariato y no todavía una diócesis porque se encuentra en un estadio más inicial del proceso de evangelización. Pero sobre todo es un grupo de hombres y mujeres admirables: valientes, entregados, alegres y un poco locos.
¿Locos por qué? Porque son únicamente 51 misioneros, de los
cuales solo 11 son sacerdotes (contando con su obispo, el paisano Javier Travieso) para 17 puestos de misión (de los cuales la mitad están vacantes, no tienen personal). Porque han de recorrer
enormes distancias en bote para visitar las comunidades (680 en total, una
media de 40 por cada puesto) y caseríos que se alinean a lo largo de sus cuatro
ríos. Porque viven sencillísimamente, utilizando los transporte colectivos. Locos
porque han de soportar cada día el calor, las incomodidades, los zancudos…
pasando a menudo semanas fuera de casa en zonas de pobreza extrema, en los
límites de la civilización y lidiando además con la insignificancia propia de
anunciar el Evangelio hoy día. Una misión
durísima.
Son polacos, mexicanos, canadienses, un coreano… Están
comprometidos en la defensa del medio ambiente frente a la depredación de las
petroleras. Se sacan el ancho en
servicios de promoción de su gente: tienen colegios, hospitales, grupos de
acción social y sobre todo caudales de humanidad que se van dejando por estos
ríos. He conocido de cerca a varios de estos locos: Paco, el responsable de la misión de Indiana, Dominik la
coordinadora de pastoral del vicariato, Anna, Yvan, Gabriel, Bea… Me han parecido personas humildes y
excepcionales, gigantes de la fe que van en canoa, misioneros en estado puro. Son tromes, o sea, "cracks", números 1, fueras de serie...
José es el que no tiene barba |
No todo es trabajo, hay respiros de salvar el mundo. Por ejemplo, ocasión para comer los cocos cuya agua nos bebimos días antes, o para juntarnos a la hora de la cena, conversar hasta tarde e incluso tomar un vodka mientras las tromes polacas me pegan una paliza jugando a las damas chinas. Menos mal que al día siguiente me compensaron invitándome a un restaurante pituco de Iquitos donde comí ceviche de lagarto, toma ya. Perú es periferia respecto a España, Chachapoyas es periferia respecto a la costa peruana, la selva es periferia respecto a Mendoza, y el Vicariato es periferia en la iglesia de acá. Una periferia que enamora.
Una semana sumergido en la selva. Lo estaba deseando. Conté el año pasado ("No te guardes ninguna carta" (5 de febrero de 2015) que dicen que "la selva te repele o te embruja", y que quizá era tarde para evitarlo, y creo que sí, que es demasiado tarde para mí. La selva ya me ha cautivado del todo, es así. A veces, cuando sales río abajo, se tarda más en regresar a casa porque hay que surcar; yo no sé lo que demoraré, pero regresaré, estoy seguro.
Una semana sumergido en la selva. Lo estaba deseando. Conté el año pasado ("No te guardes ninguna carta" (5 de febrero de 2015) que dicen que "la selva te repele o te embruja", y que quizá era tarde para evitarlo, y creo que sí, que es demasiado tarde para mí. La selva ya me ha cautivado del todo, es así. A veces, cuando sales río abajo, se tarda más en regresar a casa porque hay que surcar; yo no sé lo que demoraré, pero regresaré, estoy seguro.
Domi, eres una trome pero en la próxima partida me vengaré... |