sábado, 13 de septiembre de 2025

EL AGUA DE LOS RÍOS AMAZÓNICOS ES UN VENENO

 
Un reciente estudio caracteriza con datos científicos la alarmante contaminación por mercurio de los ríos de la Amazonía peruana debido a la proliferación abusiva e incontrolada de la minería ilegal. Se lo he escuchado a la gente muchas veces: “el agua del río es una cochinada”. Ya no es solo que está sucia: es escasa y tóxica. Poco a poco la ambición y la estupidez del ser humano están convirtiendo el elemento esencial para la vida en un tóxico letal.

La investigación, cuyo fruto lleva por título “Mercurio en Loreto: exposición humana y en peces en el contexto de la expansión mineraamazónica”, analizó muestras de cabello humano, peces y sedimentos en tres comunidades del Bajo Putumayo, y comparó los resultados con los datos reportados en seis comunidades de la cuenca del Nanay-Pintuyacu.

El Bajo Putumayo presenta un valor medio de mercurio en cabello humano de 15.67 mg/kg, casi el doble de lo registrado en Nanay-Pintuyacu (8.41 mg/kg). Si consideramos que el límite de referencia de la OMS es de 2.2 mg/kg, resulta que en el Putumayo es 7 veces más alto de media, y hasta 22 veces en las mediciones más elevadas. Una auténtica barbaridad. Ya teníamos en el Vicariato datos de un estudio realizado en el río Napo en el año 2011, que arrojó una tasa de mercurio que multiplicaba por 5 los estándares de la OMS; catorce años después, la situación ha empeorado.

El 83 % de personas evaluadas en el Bajo Putumayo presenta niveles de riesgo alto para la salud, y este es el resultado más elevado jamás registrado en la región Loreto. En esta cuenca, el 97 % de la población estudiada evidencia exposición crónica; en el Nanay-Pintuyacu es del 96 %. Está demostrado que la exposición prolongada a metales pesados provoca daños en órganos como el hígado y los riñones, problemas neurológicos, cardíacos y gastrointestinales, y aumenta el riesgo de cáncer. En niños puede producir bajo peso, retraso en el desarrollo, problemas cognitivos y daños cerebrales.


Para los habitantes de la ribera, el agua es la misma vida. La usan para beber, para cocinar, para lavar… Desde que nacen viven en el río, su cultura es la canoa, la pesca, la cocha, el baño. Dependen absolutamente del agua, y el agua se está tornando un veneno que mata, que ya está sembrando los ríos de enfermos y de cadáveres, y que compromete seriamente el futuro: el 81 % de las mujeres en edad reproductiva en el Bajo Putumayo y el 35 % en el Nanay-Pintuyacu están en condiciones de alto riesgo, lo que podría derivar en daños neurológicos irreversibles en el desarrollo fetal y otros efectos materno-infantiles.

¿Por qué ocurre esto? Por los intereses depredadores de los mineros, protegidos por leyes y normativas que emiten sus compadres dentro del Congreso de la República. Y por la complicidad e inacción del Estado, comentadas días atrás en una entrevista por el obispo de Iquitos, Miguel Ángel Cadenas: “No me creo que no haya plata… lo que ocurre es que conscientemente no quieren dedicarla a aquello que es absolutamente necesario para proteger a la población” aseguró ante la excusa de que los exámenes médicos son altamente costosos.

A pesar de las denuncias y movilizaciones, Mons. Miguel Ángel decía que “el número de dragas ha seguido creciendo, ya que las embarcaciones ingresan tanqueadas al 100% con combustible”, lo que alimenta la expansión de la minería ilegal en la Amazonía. Pero, además, este negocio ilícito viene acompañado de una serie de problema sociales, pues convive con mafias dedicadas a la trata de personas, explotación sexual, trabajo infantil, trabajo esclavo, lavado de dinero y tráfico de armas. Estos grupos criminales campan a sus anchas en territorios “liberados” del control del Estado, como nuestra selva.

En fin, un horror… Escribo esto con la esperanza de que divulgarlo sirva para algo. Al menos para que como Iglesia pongamos decididamente manos a la obra en la defensa de la vida de nuestros pueblos. Porque creo que, en este y otros asuntos realmente graves, tenemos que aplicarnos lo de San Francisco: “Comencemos, hermanos, a servir al Señor, porque hasta ahora poco o nada hemos hecho”.

sábado, 6 de septiembre de 2025

“EL CADAVER ECHÓSE A ANDAR”. SEMANA SOCIAL DE LA IGLESIA PERUANA 2025

 
Fue una Semana Social tan alegre, que creo que es la mejor noticia para la Iglesia peruana en 2025, después del nombramiento de León XIV. En Lima hubo una florida representación de todos, todos, todos: por un lado, un fértil diálogo intergeneracional entre los jóvenes y los clásicos, la savia nueva y los “viejos rockeros” de la Pastoral Social, que nos ofrecían la referencia de las citas históricas anteriores; de otra parte, un sentarse juntos a escucharse de la Iglesia institucional y las bases, varios obispos y los luchadores, algunos con muchas horas de vuelo y cicatrices.

La metodología, inductiva y sinodal, del ver-discernir-actuar, permitió hacer visibles y manejar los análisis gruesos de la situación de nuestro país y las grandes causas: la crisis climática sin retorno, el deterioro de la democracia, la liquidación práctica de la separación de poderes, las violaciones de los derechos humanos, la pobreza rampante, la minería ilegal, la modificación de la Ley Forestal… La Amazonía fue puesta desde el inicio en el foco, por actualidad y por justicia.

Carlos Castillo, Pedro Barreto, Rosa María Palacios, Jorge Izaguirre… compusieron el cartel de rostros y nombres prestigiosos, junto con Yolanda Flores y José Manuyama. Ellos prendieron los lemas, las consignas, las palabras potentes heredadas del ingenio de Francisco: caminar juntos, cultura del cuidado, todo está conectado, el bien común, la escucha, la fuerza de la ternura… La circulación de estos valores, motivos y propósitos, que pasan de mano en mano y de corazón a corazón, nos otorga identidad, aúna voluntades, enfoca aspiraciones y crea sinergias. Lo hemos sentido de modo muy estimulante.

Algunos peros: a pesar de que estaba concebida como un espacio de diálogo y propuestas en medio de la crisis sociopolítica que atraviesa el Perú de cara a las elecciones del año próximo, lo cierto es que la cantidad y dispersión de los argumentos no ayudó a focalizar claramente el tema. Solo Rosa María Palacios habló de la coyuntura pre-electoral más decididamente, pero seguimos necesitando una palabra enérgica y clara para sumar al discernimiento de los católicos. Además, lo numeroso de los grupos de trabajo, y la propuesta de elaborar las conclusiones de los diálogos con creatividad y arte, tal vez restó profundidad a las reflexiones.

Con todo, las sensaciones fueron muy positivas, las sonrisas se mostraron ostensibles y abiertas, el ambiente teñido de buen humor y la comida excelente. Creo que todos los participantes salimos de CEFOSA con mociones muy claras de continuar, comprometernos más y construir esperanza profética con valentía y resolución.

Una manera divertida de incidir fue el pasacalle: protesta y reivindicación acompañada por una magnífica batucada; se nota que quien ha escrito que fue una “triste” semana social no vivió ese momento tan significativo. Allí estábamos toditos: paso de relevo alegre y sinodal, recoger la tradición de las semanas sociales y lanzarla hacia adelante. El cadáver está muy vivo, como reseñó Alfredo Vizcarra en el mensaje final, glosando a César Vallejo, palabras plenas de contenido y mirada al futuro.

Finalmente, gracias a los organizadores en algunos nombres propios: Silvia Cáceres, Silvia Alayo, Glafira Jiménez, Javier Jahncke, Enrique Gonzáles y otros muchos. Ojalá en lo sucesivo se sumen más entidades eclesiales para seguir caminando y empujando juntos.

(Publicado en la revista Signos, del Instrituto Bartolomé de Las Casas - Lima)

sábado, 30 de agosto de 2025

INMORAL LEY DE AMNISTÍA EN PERÚ


Seguro que a Pilar Arroyo no le importa que yo reproduzca en parte y parafrasee su artículo de Coyuntura de este mes de agosto 2025, que se puede leer completo acá. Lo que yo quiero decir, ella lo dice mucho mejor.

Un buen ejemplo para entender lo que está ocurriendo en Perú se dio el 13 de agosto: la presidenta Dina Boluarte promulgó una infame y vergonzosa ley que otorga amnistía a los miembros de las fuerzas de seguridad y de los comités de autodefensa por crímenes graves contra los derechos humanos cometidos durante el conflicto armado interno, entre 1980 y 2000. De este modo la coalición gobernante ha seguido avanzando en sus objetivos de control de las instituciones e impunidad para delincuentes y violadores de los derechos humanos.

La norma fue promulgada con amplia fanfarria en Palacio de Gobierno, ignorando el pedido de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de que el Ejecutivo observara la ley enviada por el Congreso (…). En Palacio se dieron un gran abrazo Dina Boluarte y el General Rivera Lazo, condenado a 25 años de prisión por haber sido el jefe directo del Grupo Colina*.

Esta ley concede amnistía a miembros de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y a miembros de los Comités de Autodefensa que participaron en la lucha contra el terrorismo y fueron denunciados, investigados o procesados por diversos delitos considerados de lesa humanidad. Su aplicación anula 156 sentencias y 600 procesos en curso, beneficiando entre 300 a 900 policías, militares y miembros de los comités (se han dado ambas cifras), envueltos en 756 casos de graves violaciones a los derechos humanos durante la época de la violencia política que azotó al país.

Inmediatamente después de la ceremonia de promulgación en Palacio, Fernando Rospigliosi declaró que darán una similar para Dina y demás responsables de los 49 asesinados en las protestas de diciembre 2022 e inicios del 2023.

Numerosas organizaciones nacionales e internacionales han manifestado su condena a dicha norma; citamos aquí lo dicho por Volker Turk, alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos:
“La ley de amnistía promulgada en Perú viola los estándares internacionales y es un retroceso en la búsqueda de justicia por las graves violaciones a los derechos humanos cometidas durante el conflicto armado interno en el país. El derecho internacional, al que está obligado Perú prohíbe claramente las amnistías y la prescripción de graves violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario” (negritas del original).

En las Conclusiones del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), tan vilipendiada por el sector partidario de esta amnistía, cuando se refiere a la labor de las fuerzas armadas, se afirma:
“En ciertos lugares y momentos del conflicto la actuación de sus miembros no sólo involucró algunos excesos individuales de oficiales o personal de tropa, sino también prácticas generalizadas y/o sistemáticas de violaciones de los derechos humanos que constituyen crímenes de lesa humanidad así como transgresiones de normas del Derecho Internacional Humanitario” (Conclusión n. 55).

Esta afirmación fue claramente demostrada en los casos emblemáticos de las masacres de Cayara (donde infantes de Marina drogados violaron a las mujeres antes de matarlas), Putis, Los Cabitos (sede del Comando Político Militar de Ayacucho) y Umasi (1983); todos ellos en Ayacucho. También en el caso de Barrios Altos en Lima (donde fueron asesinados heladeros que hacían una pollada que nada tenían que ver con Sendero Luminoso, entre ellos un niño de 9 años); y también, una vez más, en el juicio a los responsables de las violaciones masivas a mujeres en Manta y Vilca; así como muchos otros casos más.

Por otro lado, las declaraciones del ex teniente Telmo Hurtado, en 1985, en el juicio que se le siguió por la masacre de 69 comuneros de Accomarca (26 de ellos niños), dejaron en claro que los superiores permitieron una política de exterminio contra campesinos inocentes, entre ellos niños y ancianos. Ello fue corroborado por el entonces candidato presidencial Ollanta Humala, quien señaló que el Manual de Contrainsurgencia ME 41-7 ordenaba matar a jefes y a quienes se considerara colaboradores de la insurgencia, aunque no estuvieran armados.

La actuación de la coalición autoritaria, ultraconservadora y mafiosa que gobierna Perú ha demostrado hasta la saciedad que no los guía la búsqueda del bien común, sino sus particulares, criminales y oscuros intereses.


* El Grupo Colina fue un destacamento de inteligencia y escuadrón de la muerte del ejército peruano establecido en octubre de 1991 como parte de una estrategia de guerra de baja intensidad emprendida por el Estado a través de sus fuerzas armadas durante el gobierno de Alberto Fujimori. Fue desactivado oficialmente en noviembre de 1992 y dado a conocer públicamente en 1993. Dependía del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) directamente, y, a través de una cadena de mando paralela, del Comandante General del Ejército y del asesor presidencial Vladimiro Montesinos.
El grupo Colina participó en los asesinatos y desapariciones de al menos cuarenta y nueve personas, mediante sistemáticas violaciones a los derechos humanos, siendo las más destacadas las masacres de Barrios Altos y La Cantuta.
Durante los procesos de Alberto Fujimori, el expresidente fue condenado por su responsabilidad mediata de las actividades de este destacamento, al igual que el exasesor presidencial Vladimiro Montesinos. Los miembros del escuadrón fueron condenados a penas entre quince y veinticinco años de prisión.

sábado, 23 de agosto de 2025

UN RÍO DE JÓVENES EN CRECIENTE

 
- “¡Y ahora, vamos a armar por grupos una torre humana, y la más alta será el grupo ganador!” (aplausos)
- “Padre, tú que eres grande te colocas abajo, con los varones”.
- “¡Eso, y las chicas que se suban encima!”.
😨 Diosito – pensé yo. Estos huambros creen que uno tiene 18 años…

La torre humana me jundió la espalda, pero es que después hubo que formar una especie de oruga gigante, todos sentados, y ahí te pateaban feo los riñones. Y lo peor fue el juego de hacer una fila con las piernas abiertas e ir pasando por debajo… arrastrarse entre las piernas de una adolescente como Anahí, por ejemplo, que medirá 1,50 m, me arrasó las rodillas… todavía no sé cómo fui capaz. Bienvenidos al encuentro vicarial de jóvenes.

¿Cómo no voy a disfrutar de tres días en medio de un río de 80 chicos y chicas llegados de 13 puestos de misión del Vicariato? No sería yo mismo. Y supongo que se me nota por la cantidad de tonteras, bromas, risas y chorradas que digo, me la paso fastidiando a todo el mundo. He contado esta experiencia tantas veces, que los lectores se van a cansar y creo que ya voy a ir cerrando este blog: con los jóvenes todo coincide, todo cuadra, ahí es… Para mí, una transfusión de energía, optimismo y esperanza.

Esta vez, Vero y Juancho han desarrollado un taller con enfoque y metodología totalmente experienciales, una maravilla (¡gracias!). Nos invitaron a los “adultos” a no quedarnos fuera, a involucrarnos y participar plenamente de cada momento, a hacer lo mismo que los muchachos. Y qué hermosura, de veras. Una de las técnicas nos regresaba al vientre de nuestra mamá; teníamos los ojos vendados, la música y la voz nos guiaban.

Cuando los chicos compartieron lo que habían vivido, escuchamos auténticos tesoros:
- “Me he reconocido”.
- “Me he encontrado conmigo mismo”.
- “He sentido cuánto valgo”.

También yo me reconocí entre ellos, me sentía profundamente “yo mismo”, y como ligero, prístino, conectado con mi raíz, desembarazado de las porquerías que acumulamos los “adultos”, que nos disputamos parcelas de poder, o defendemos con uñas y dientes nuestros intereses…


Las fotos me recuerdan momentos de compartir a corazón abierto sentimientos, conmociones y vivencias pasadas que las distintas técnicas removían en los adolescentes. Un chaval de mi grupo comenzó a llorar sin poder contenerse, y se dieron varios casos similares. Las familias están a menudo desestructuradas, los hijos no reciben la atención que necesitan, hay muchos abusos y ausencias, y las heridas emocionales son sangrantes.

Atreverse a soñar grande; crecer como personas, y para ello sanar lo que duele, identificar y emprender tareas de maduración; creer escuchando el Evangelio, tras los pasos de Jesús; servir, descubriendo el sueño de Dios y respondiendo a su llamado. Más o menos así fue el esquema de “vocación” que se fue desplegando en actividades de silencio e interiorización, diálogo en los grupos de vida, expresión corporal y artística, cantos, dramatizaciones… Beleza, dicen los brasileros.

Un par de días no hubo “misa” como tal (lo cual acarreó alguna protesta), pero sí celebraciones engastadas en las tareas, y en la noche, la fiesta de la vida: traer lo cosechado durante la jornada e hilar reflexión y Palabra con música, baile y expansión. No solo no es imposible, sino que resultó sencillo y natural para los muchachos, además de innovador e inspirador.

Y al final, el envío: la maloka se iluminó de deseos y horizontes, siempre puros y amplios, siempre más allá. Los jóvenes están en época de creciente en nuestro Vicariato: llenan, alegran y fertilizan la misión. Sacuden y despiertan a nuestra pequeña iglesia amazónica, y le otorgan lozanía y empuje. ¡Gracias jóvenes!




sábado, 16 de agosto de 2025

SINODALIDAD-RECONCILIADORA


Con guion, ¿eh? Porque nunca se puede separar un eslabón del otro, especialmente cuando hay conflictos. Y siempre los hay. Además, si pudiéramos acercarnos con un microscópico electrónico de transmisión, de esos que se utilizar para ver dentro de las células, descubriríamos que el guión es en realidad una palabra: discernimiento.

Como la confianza es algo que se contagia a través del fluido de la amistad, resulta que Fernando López, gran jesuita miembro del Equipo Itinerante y gran amigo, me habló de su hermano Elías López, gran jesuita colaborador nada menos que del cardenal Grech, el secretario general del Sínodo de los Obispos. Desde allá se están poniendo en marcha equipos dinamizadores de la fase de implementación del sínodo de la sinodalidad, y uno de ellos es este, donde trabajan Elías y su compañero Javier Bernabéu.

Ambos se plantaron en Indiana, después de semanas de preparación via zoom, y nos sorprendieron a todos los misioneros con una especie de taller-retiro muy diferente a lo que veníamos haciendo los años anteriores. Siempre con el telón de fondo de los Ejercicios ignacianos, y la inspiración de las Escuelas de perdón y reconciliación (ESPERE), nos han hecho vivir una experiencia inolvidable a través de la comunicación sincera y profunda mediante las herramientas que nos han enseñado.

La primera de ellas, “el paso atrás”, es el examen ignaciano bien entendido: escuchar nuestro cuerpo, donde se registran y ubican las emociones, situados lúcidamente en nuestro contexto, para captar e interpretar las inspiraciones del Espíritu, el lenguaje divino. La plastilina nos ha ayudado a expresarlo de forma creativa. Las mociones son energía que nos impulsa a la acción en la dirección del querer de Dios.

“Liderazgo de discernimiento para la sinodalidad-reconciliadora”, este era el título de las jornadas. Liderazgo no es “ser jefe”, liderazgo significa cambio (la primera en la frente). Y se ejerce entre todos, es siempre liderazgo compartido; por tanto, el liderazgo es un proceso comunitario de cambio compartido.

La autoridad juega un papel en el liderazgo, y tiene que ver con la autenticidad, que implica intuición (sensibilidad tras muchas horas de vuelo, escuchar lo silencioso, ver lo invisible), empatía dura (no solo “pobrecito” y pasar la mano, sino “¿por dónde crees que es el siguiente paso posible?”), mi valor añadido (reconocer asertivamente mis talentos y ponerlos al servicio) y saber mostrar de forma sana la propia vulnerabilidad (heridas, miedos, ignorancias… abrir el corazón).

Es liderazgo de discernimiento, es decir, un proceso de escucha del Espíritu, de analizar, entender y contrastar las mociones en orden al cambio. Si no hay discernimiento, se gestiona a las personas. Dios no elige a los capacitados, sino que capacita a los que elige. Necesitamos elevar el nivel de conciencia de la comunidad, el tono espiritual. Si no somos expertos en cuidar la Luz, no tenemos nada que añadir como Iglesia al mundo.

La segunda herramienta, la conversación espiritual en los círculos de escucha, fue el eje sobre el que giró la metodología de la última Asamblea Sinodal. Hemos trabajado en pequeños grupiños, sentados bien cerca, con las rodillas chocando. El modo y orden es así: se plantea la cuestión que se va a tratar, hay un silencio en el que cada cual discierne, y después una rueda en la que todos vamos interviniendo sin que haya diálogo, ni debate, ni réplica, solo escucha abierta y vulnerable. Cuando uno habla, hay que salvar siempre su intención positiva: no puede haber “sí, pero…”. Lo hicimos con una o más rondas, en alguna se permitían más intercambios libres, y al final, después de un último “paso atrás”, siempre compartíamos a qué me está llamando Dios, a qué actuar me lleva.

Todo esto para la construir la sinodalidad. Cómo manejar las polarizaciones, tensiones y divisiones con los pies en el suelo (con-suelo, consolación) eligiendo transformar los conflictos – no resolverlos – sin violencia. Eso supone estar conectados con la Fuente, dejarnos perdonar (“per-don”, regalo excesivo), entregar al Señor mi incapacidad para perdonar, convencidos de que la herida no tiene la última palabra, y buscando con humildad y mansedumbre el próximo paso posible.

Porque “la inteligencia no está entre las orejas, sino entre las narices”: es relacional. Y la sinodalidad es co-creada y discernida en la ternura. Y Elías y Javi son geniales.