“Vivo en un país maravilloso”, así arranca una célebre canción que
tarareamos por garbosa y verdadera. Perú es tan prodigioso, tan sorprendente,
que cuando tomo un poco de perspectiva, lo extraño y lo aprecio más. Acá
cualquier cosa puede ocurrir.
O si no, miremos estas mojadas y espontáneas bellezas amazónicas. A
cada vuelta del río este pueblo sencillo te entrega su sonrisa, y es una
transfusión de optimismo, un mirar a los ojos a la vida para agradecer y
compartir tanto don.
Prendes la tele y puedes encontrar reliquias como Starsky y
Hutch, pero también los partidos de la Champions League que en España
solo ves pagando. Ahí están los detectives con su look ochentero y el
carro que desde niño me chifla, esa franja blanca sobre el rojo pasión…
Y es que al vaciar el celular aparecen imágenes que has olvidado,
como este enorme afiche del Señor de los Milagros que cubre el costado de un
edificio de 15 o 17 plantas en una avenida de Lima. ¡Qué bestia! Muestra a las
claras las dimensiones de la devoción al Cristo Moreno, vivida con pasión
hasta los rincones más recónditos de Perú, sus fronteras (por ejemplo,
Islandia) y los expatriados.
En Lima se puede encargar un amarre sentimental, un filtro de
amor que atraiga a la persona que te gusta y haga que caiga rendida a tus pies.
Tan bueno como los de Serrat (“una picada con las más bellas
frases de amor escritas jamás, una pizca del polvo de una estrella fugaz y el
pétalo de una rosa recién decapitada”, que preciosidad) pero además compuesto
con vudú y santería. “Alejo enemigos, juicios, terrenos, casas y limpieza”…
¿será que con este florecimiento la casa se limpia solita?
La última foto es del p. Yvan durante una Eucaristía en
Punchana-Iquitos. Fijándose bien se aprecia que las hostias pequeñas, en el taper,
se encuentran en una bolsa de plástico precintada. Y así son consagradas para
que empaquetaditas viajen al Estrecho, río Putumayo. ¿Por qué? Porque allí
no hay sacerdote y los misioneros necesitan bastantes formas (sabrá Dios cuándo
volverán a un lugar donde haya misa) y que se conserven buen tiempo en medio de
aquel calor. De hecho en el Vicariato muchas hostias se guardan en el frigider –
sin consagrar, claro.
Estas cuatro zonzeras me han salido de las teclas a las
puertas de la Semana Santa. Instantáneas de Perú, país al que amo y donde
tengo el privilegio de vivir.
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