domingo, 12 de mayo de 2024

LA GENTE COMO BÁLSAMO


Íbamos caminando hacia la parroquia de Mazan cuando nos agarró la lluvia, uno de esos aguaceros que te obliga a ponerte a cubierto si no quieres estar empapado en medio minuto. Nos metimos bajo la entrada de una casa; la señora, que estaba barriendo, nos sacó amablemente unas sillas. Y así sentados asistimos a la sesión de juegos acuáticos de este sonriente personaje en calzoncillos.

Muchas veces en mi vida he experimentado el bien que me hace irme a estar con la gente sencilla, el pueblo menudo. Cuando me he sentido cancamurrioso, o mantujo, en palabras de mi tierra (es decir: bajo de ánimo, afligido, mustio, desazonado), simplemente mezclarme con las personas, escuchar, mirar, quedarme a su lado, cerca, en sus cosas, me ha espabilado y entonado.

Claro que lo que siento este tiempo se encuentra en un territorio emocional nunca antes transitado por mí. No es mera tristeza, tiene medidas de desamparo, trazas de extrañeza y estupor, por momentos oleadas de desconsuelo… No acierto a encontrar el nombre de lo que me aqueja, sé lo que es, pero no cómo manejarlo, así que intento lo que tantas otras veces ha funcionado: “te tienes que ir con tu pueblo”.

Comienza la misa, me encuentro cómodo en este espacio celebrativo, veo los rostros y pienso que ellos no saben ni tienen por qué saber. De hecho, no hay tantos pésames como esperaba, y eso paradójicamente me descarga. “Ya soy caserito”, digo al principio, y se levantan las sonrisas. Ya soy conocido, acostumbrado, habitual. No es mi circunstancia el centro, es lo que celebramos, estamos juntos, la vida y la fe que compartimos.

Está programada una reunión del Consejo de Pastoral, pero en cambio pasamos a la maloka, y de pronto me veo con un gentío de niños, jóvenes y mayores. Es un momento nomás para acoger al vicario general, hay algunas palabras, y muchos aplausos antes del correspondiente plato de arroz con pollo. Hay instantes en que, confieso ahora que no me oye nadie, está mi lágrima al borde del precipicio.

No se pueden imaginar el efecto que me causa cada palmada, cada mano que estrecho, cada gesto cordial que reflejo. Desde luego no eliminan el pesar no, pero alivian, suavizan, como un lenitivo amable o una caricia certera. Tantos “gracias por venir” me suenan como “gracias por regresar, por obedecerla, por estar acá con nosotros”.

El día anterior, en el almuerzo de la minga en la que se afanaban un buen grupo de parroquianos, me tocó sentarme con Abel, con Teddy, con don Aurelio. La conversación, si se puede llamar así, fue una ristra interminable de bromas y carcajadas ante los platos de mazamorra de doncella y tallarín con pollo (por supuesto). El carácter de nuestro pueblo lindo, totalmente desprovisto de rigidez o solemnidad, me otorga ligereza para ir remontando.

Se trata no de evadirme, pensar en otra cosa o alejar la mente de forma ortopédica; es más bien ir fluyendo, dejarme llevar en esa corriente de calma, en la naturalidad de la vida que continúa para todos, en medio de los dramas cotidianos, a veces tremendos, que cada cual carga.

Y ahí encuentro mi lugar, y descubro que soy querido. Ese milagro que es lo que hace que el mundo gire. Caía el agua a raudales, la tarde declinaba, el niño chapoteaba feliz, su mamá le reconvenía con media sonrisa, y todo estaba bien.

domingo, 5 de mayo de 2024

ESPECIALISTA EN LA CARIDAD


La noticia de que Vicente Martín había sido elegido por el Papa como obispo auxiliar de Madrid me agarró durante el encuentro de Pastoral Social Nacional, que se celebraba en Lima esos días. Y me llegó en forma de whatsapp en la madrugada peruana que me regocijó el despertar, y al toque me hizo reflexionar y atar cabos.

Fueron tres días colmados de experiencias, ideas y propuestas en torno a la pastoral de cárceles, las ollas comunes, los equipos de defensa de los Derechos Humanos, los enfoques de mujer y equidad, la promoción de la salud ecológica y humana frente a los pasivos ambientales, el acompañamiento de personas en situación de vulnerabilidad, la realidad de las adicciones, la incidencia política… Las mil concreciones que adopta la acción social de la Iglesia, con audacia y creatividad.

Finalmente, las infinitas formas de la caridad. La coincidencia me hizo sonreír, todavía remoloneando por levantarme, porque de eso Vicente sabe y vive. Y me apetece escribir sobre eso; no tanto acerca de la noticia de que un nuevo obispo sea de mi diócesis -qué alegría-, del acierto que supone que una persona como Vicente – fenomenal- vaya a ejercer ese servicio, sino sobre el carácter extraordinariamente quirúrgico de este nombramiento.

Me refiero a intencional y preciso, deliberado sin diseños ni intentos, y exquisitamente acertado. Buscaban claramente a alguien para liderar a la Iglesia de Madrid en el compromiso con los más pobres, el acompañamiento a los migrantes, la solidaridad, la caridad política, la presencia eficaz en las periferias. Porque este ámbito de la vida y misión es tan crucial que amerita colocar a obispos capacitados y sensibles que asuman el reto.

Y Vicente sin duda es un hombre que da el perfil. Pero me encanta pensar que primero fue la necesidad del pueblo de Dios; tenían claro lo que se requería, la importancia y la magnitud de la dimensión social… y desde ahí discernieron y hallaron a alguien indicado. Cuántas veces se critica la arbitrariedad de algunos nombramientos, que parecen responder más bien a otros intereses… pero acá considero que el Espíritu ha hecho bingo.

Dicho esto, que es lo que principalmente pretendía, toca algún comentario más personal acerca del nuevo obispo auxiliar. Vicente es popular en nuestra diócesis por identificarse con la marginalidad, la batalla en el Gurugú y Los Colorines de Badajoz, la tarea en Cáritas Diocesana. Allí se dejó alma, vida y corazón, y fue clave en unos años en que Cáritas se abrió con mucha visión y acierto al acompañamiento a las parroquias.

Mis primeros pasos como cura rural aprendí cómo vertebrar la solidaridad en pueblos pequeños, donde se escuchaba que “aquí no hay pobres, ¿para qué queremos Cáritas?”. Los técnicos de la Diocesana venían, nos ayudaban a armar los equipos, nos animaban, nos guiaban; así conocí a mi gran amigo Morke y me impregné de esa apuesta por los laicos, de ese creer en la sorprendente capacidad de la gente sencilla.

Vicente era el consiliario y estaba en el foco de inspiración de aquella experiencia tan original. Cuando por circunstancias le tocó dejarlo, lo hizo sin levantar ruido, con gran delicadeza y humildad. Y siguió en la barriada, ¿eh? Después comenzó una etapa de estudio, reflexión y mayor preparación en Madrid; me figuro que de madurez también. Y más tarde la chamba de Delegado de Cáritas Española.

Varias veces me ha dado posada Vicente en su departamento de la parroquia de la Asunción, cerquita de la estación de Atocha. Con mucha amabilidad y cuidando los detalles y las atenciones, “vuelve cuando quieras, las puertas están abiertas”. No quería meterse en una oficina, me decía, necesita el contacto con la gente. Me figuro que ahora seguirá igual, con los obligados ajustes.

Ese ramillete de valores significa Vicente en mi vida. Sabían lo que querían y supieron ver que lo tenían a la mano. Felicitación a todas las partes. Me alegro de que la vida ponga a cada uno en su lugar. ¡Mucho ánimo, Vicente!

miércoles, 1 de mayo de 2024

ES MI PUEBLO. ESTA GENTE TAN BUENA Y TAN FIEL SE MERECEN LO MEJOR, Y NOSOTROS NUNCA ESTAREMOS A LA ALTURA DE LO QUE MERECEN. VAMOS A HACER LO QUE PODAMOS


Con esas palabras acabó esta entrevista, realizada el 9 de abril y publicada en Religión Digital el 21 del mismo mes. Acá está el enlace del video:


Y acá la transcripción. Gracias a RD.

- JESÚS BASTANTE: Es un placer tenerte entre nosotros. ¿Cómo es la España que te has encontrado?

- CÉSAR: Pues con un nivel de convulsión y de tensión, sobre todo política, para mí desconocida. Esos gritos e insultos en el Senado el otro día, para mí me resulta muy extraño esa manera de dirigirse uno a otro, los políticos sobre todo.

-¿Se nota cuando estás tiempo fuera, y regresas a España?

-El nivel ha subido. Ha subido el tono ofensivo. Y luego los políticos que yo tengo en mi retina son los políticos de años atrás, antes de que yo me fuese al Perú. Los que tienen mi edad estarán de acuerdo en que los políticos cuando éramos niños y más jóvenes tenían otro nivel. No sé, recuerdo a Rubalcaba, recuerdo a Alfonso Guerra, también gente del Partido Popular con una preparación, eran gente muy bien preparada intelectualmente, yo pienso que muy superiores a los de ahora.

-¿Se nota esa polarización también en otros ámbitos, no solo en la política? ¿En la iglesia, en la sociedad?

-Bueno, en la iglesia sigo más a través de Religión Digital, veo los cambios en la conferencia episcopal, veo por ejemplo cambios en el tema del tratamiento a las víctimas de los abusos, creo que son cambios para bien, ¿no? Sí, también creo que hay una polarización, me parece que sí.

-Vamos a hablar de lo importante, de lo que te lleva a la vida y lo que te llevó a cambiar de vida, que es la misión. Cuéntanos, ¿sigues en tu misión en San José de la Amazonas?

-Bueno, la cosas mejoran. En los últimos años, a nivel interno de Vicariato tenemos más misioneros, aunque  seguimos necesitando y en los últimos años tenemos 10 o 12 nuevos misioneros de Guadalupe, que son una sociedad de vida apostólica. Tenemos al IEME, nuestro querido Instituto Español de Misiones Extranjeras, que son tres, que va a venir otro ahora, que son sacerdotes. Tenemos a tres misioneros laicos de Ocasha. Tenemos a dos argentinos, también muy buenos, unos fichajes excelentes, una laica y un sacerdote también. Sí. Y luego también en la cuestión económica. En la cuestión económica también estamos mejor. Es decir, logramos, logramos con mucho esfuerzo y con muchas ayudas, logramos mantener el Vicariato a flote económicamente. Y entonces, sí, en los últimos años estamos contentos de cómo va siendo, ciertamente.

-Y el trabajo en el día a día ¿sigue siendo tan difícil, para los que estamos en Europa, como nos lo contabas en otras ocasiones?

-Es difícil, es bonito, las distancias son grandes, hay que moverse mucho, las condiciones de materiales de vida son duras. A veces son extremas. De la gente y nosotros con la gente cuando nos vamos con ellos a las comunidades. Y los problemas son bien serios. El narcotráfico con todo lo que eso conlleva, con la violencia que conlleva, con la cantidad de gente que se ve implicada en el recojo, el raspado de coca, lo que eso genera, ¿no? El dinero fácil que entra a las comunidades, la gente se lo gasta rápidamente, a veces en alcohol.

-¿Qué puede hacer la Iglesia ante estos problemas?

-Tenemos el problema del narcotráfico y de la minería ilegal, con lo que eso significa de contaminación del agua que está multiplicando por cinco los niveles permisibles, y la defostación: tenemos un problema con una empresa que lleva unos años ahí y que invade los territorios de la comunidad para que la gente no pueda ingresar en su propio territorio para cazar, recolectar, hacer una chacra de yuca o lo que sea, porque se encuentran con los vigilantes de la empresa.

Estamos a ver cómo la Oficina de Defensa de la Vida y de la Cultura que tenemos el vicariato le estamos asesorando a ver cómo ellos pueden defenderse de esta agresión que le hace esta empresa que en una empresa madera porque está coludida con el gobierno regional que tiene tendrá todos los permisos en regla de no haber que hacer contra eso pues tenemos.

-Hablábamos de eso con los misioneros que venían de cara a la campaña de Manos Unidas que este año habla del 'efecto ser humano', y de que es curioso como ese efecto sirve precisamente para acabar con la propia humanidad y con el planeta que nos sostiene.

¿Qué papel puede tener una institución como la vuestra, que sin ser una diócesis, es el equivalente de una diócesis en la zona. Qué fuerza, o qué influencia puede tener para para romper con esa dinámica de tráfico, drogadicción, alcoholismo por un lado y degradación del medio ambiente y extracción de bienes que son de las poblaciones indígenas, no tanto del Estado y que también despatrimonializan e impiden la vida de las comunidades? ¿Qué capacidad real tiene una organización como la vuestra?

Capacidad de enfrentarse con los narcos directamente, ninguna, porque te matan. Pero, sí podemos hacer mucho, en dos líneas fundamentales.

Una es la del acompañamiento de las comunidades, con toda la parte de formación y sensibilización. Ahí, estamos en ello. Tenemos que mejorar, pero tenemos un proyecto grande, muy bueno en el Napo, en el Putumayo de recuperación de vida cultural. Ahí tenemos un trabajo importante.

Y la otra línea es la de incidencia política. Es decir, la capacidad de estar presente en los foros donde se toman decisiones para que haya presión y para que haya sensibilización. Ahí tenemos que mejorar.

Los vicariatos de la selva, que están también en un proceso de articulación cada vez mayor, está mejorando en este tema. Ahí va habiendo más pronunciamientos conjuntos de los obispos sobre temas muy sensibles. Por ejemplo, hay una ley que la quieren modificar en el Congreso, es una ley que va a permitir a los madereros entrar todavía con más impunidad.

Los obispos se han pronunciado, trabajan con asociaciones amigas del Instituto del Bien Común en Lima, para que eso no se lleve a cabo. La incidencia política en nuestro propio territorio, de nosotros como institución, lo tenemos que mejorar y este año lo vamos a hacer.

-¿La CEAMA está trabajando?

-Bueno, está en eso. Está en un proceso de darse a conocer. Que se defina bien cuáles son sus competencias. Que se articule bien sus competencias ejecutivas con las de los vicariatos con sus obispos. Los vicariatos y diócesis en la Amazonía son circunscripciones eclesiásticas. Estamos en ese proceso de encontrar el sitio de la CEAMA, que es algo completamente nuevo en la Iglesia, pero que sea un sitio que tenga una una incidencia real en la vida de la pastoral, en la misión.

-Lo digo porque es un organismo novedoso, como dices tú, y que puede marcar el futuro, también, de la iglesia a nivel global, pero también a la sensación que, con todos los cambios que también se están dando en la Iglesia ahora, la Amazonia, que fue uno de los grandes ejes, tanto para para construir como para los que quisieron destruir, recordemos lo que pasó en el sínodo de la Amazonia, antes y después, parece como que ahora se queda un poquito más, no sé si orillada en puentes de la sinodalidad más más global, pero no sé si las claves de lo que puede surgir de la iglesia sinodal están todavía hoy en lo que fue sucediendo en la Amazonia.

-Yo estoy convencido que el Papa lo pensó así. El impulso del sínodo de la Amazonía fue un antecedente para lo que tenemos ahora. La Amazonía puede seguir siendo un buen campo de pruebas para buscar nuevos caminos, en temas como la ministerialidad, estamos en ello. Nosotros no estamos tanto con el tema del diaconado, pero sí con los ministerios. Estamos en la inculturación de la ministerialidad. La Asamblea Vicarial dijo que había que implementar una buena escuela de formación de agentes de pastoral, laicos y mujeres sobre todo y en esa escuela que se formen todos los ministerios.

Hacemos un primer trabajo de discernimiento con todos los laicos, y luego hay un trabajo de seguimiento de las personas para ver qué ocurre, qué responsabilidades asumen en sus lugares sde origen, cuando llegan a su puesto de misión. Por ejemplo: ministerio de promotor de los derechos humanos, del cuidado de la Casa Común. Así rompemos la dinámica de si solo estamos hablando de las mujeres diaconistas, los casados pueden ser curas... Vamos a ejercer la ministerialidad en todos los ámbitos...No solo en los estrictamente oficiales.

¿En cuáles?

Va a depender de cuáles necesitamos nosotros. Por eso, hacemos seguimiento en la vida misma, qué es lo que Dios nos dice, de forma que cuando acabe el proceso de tres años, el obispo confiere oficialmente los ministerios. Es un proceso muy bonito, que se hace muy desde abajo. Estamos en eso y no sabemos cómo va a acabar, es la vida la que nos va a decir. Esto lo podemos hacer en una iglesia como la nuestra que está como por hacer, que no tiene muchos sacerdotes, que no tiene muchas estructuras clericales...

Pero es interesante que una Iglesia por hacer tenga algo que enseñar y aportar...

No podemos enseñar nada, podemos mostrar el camino y podemos compartir .

España está dejando de ser tierra de misioneros para convertirse en tierra de misión y al revés , pero ¿cómo podemos ayudar al Vicariato?

La conexión es mucho a través de la solidaridad pero también a través de mostrar cómo vamos viviendo por si eso puede iluminar a otras de las iglesias más viejas. Entonces, RD hace una gran labor de visibilizar lo que los misioneros hacemos, que no hay que mitificarlo, no somos mejor que nadie, hacemos lo que podemos. Ahí estamos y hacemos lo que podemos ver si nos ayudan a que eso sea visible. Luego hay otros temas que no son má convenientes, este es un pueblo que se merece lo mejor: la gente nuestra que está comprometida con la iglesia con la fe eso se merecen y nunca estaremos a la altura de ellos.

Qué bonito es hablar de un pueblo que no es el tuyo pero sí lo sientes como propio

Es mi pueblo. Esta gente tan buena y tan fiel, se merecen lo mejor y nosotros nunca estaremos a la altura de lo que merecen, vamos a hacer lo que podamos.

César, siempre es un alegrón verte. Nos gusta verte cada vez más, pero por otro lado nos gusta mucho que estés allí, y que nos lo cuentes

Gracias a vosotros, es un gusto siempre estar acá.

jueves, 25 de abril de 2024

ERES EL MEJOR


Confieso que al principio tardé un poco en darme cuenta de que se lo decía a todos
, pero descubrirlo no me molestó, sino que me hizo sonreír divertido, sin perder la seguridad de que me apreciaba. Todo en José Mari siempre me alegró, y ahora que se ha ido, lucho para que esta desolación no me oscurezca la vida.

“Estoy mejor, don José María. Gracias por su llamada. Es usted el número 1”. Así le hablaba a su tocayo oncólogo hace pocos días, porque él siempre estaba bien (gracias al doctor Puerto Pica por ser tan atento y generoso con su paciente). Incluso llamó delante de mí a Manolo Cintas para preguntarle cómo se encontraba y darle ánimos. Ese era Campanón, un sencillo portento de humanidad.

Muchas veces me invitó a ir a Burguillos a predicar en el Cristo. Para convencerme me pintaba las cosas fáciles: “tú tranquilo, confiesas un rato, dices unas palabritas y ya está. Eres un crack”. Porque Chema hacía todo simple, era un hombre sin complicaciones ni comeduras de coco. Durante la misa, a veces me decía alguna tontera por lo bajo, y casi no podía contener la risa. Así era, y quienes lo conocen me entenderán.

(Me doy cuenta de que estoy escribiendo y estoy sonriendo). Después de la misa nos íbamos a alguna de las terrazas de la plaza a cenar, y siempre pedía un montonazo de cosas que resultaba imposible comerse. Para mí era el rato mejor porque disfrutaba viendo cómo le saludaba la gente, y cómo trataba él a todo el mundo. En unos minutos era capaz de soltar cuarenta bromas, preguntar por un enfermo, dar besos y abrazos a los niños, darle un toque a un joven…

Yo me quedaba maravillado de la familiaridad con la que se manejaba. Aquellas noches José Mari me dio un máster de cómo se es cura entre la gente del pueblo, auténtico vecino, amigo de todos, cercano, accesible y evangélicamente normal. Pastor con penetrante olor a oveja antes de que Francisco fuera Papa y acuñase esa expresión. A mí, recién llegado a la vida secular y rural, me ayudó enormemente sin saberlo ni pretenderlo, y ojalá ahora le lleguen al cielo mis sinceras gracias.

Más tarde, cuando ya estaba yo en mis Valles queridos, seguí recibiendo lecciones de ser buen párroco a través de mi gente de Santa Ana, del afecto que le tenían a “Chaparro”, cuánto lo valoraban… y las historias que me contaban y que nos arrancaban carcajadas. La mejor: la noche en que, tras unas copitas de más, nuestro hombre se durmió dentro de su coche y ahí le agarró el amanecer.

El tiempo que fue arcipreste pude apreciar con más claridad lo importante que era para él la fraternidad entre los sacerdotes. Lograba que el ambiente fuera ligero y cordial, porque era una persona carente de gravedad y planteaba los temas y las tareas con un estilo asequible. Nos llevábamos chévere en medio de nuestras diferencias, y era seguramente gracias a su hábil buen humor.

Esa atención a las bonitas relaciones con los compañeros se la ha restituido el Señor en los días finales de su vida en forma de amor concreto, esforzado y delicado. Es impresionante con qué dedicación y cariño le han cuidado Manolo Rico y Antonio Cerro, cómo le ha acompañado Antonio Mª Rejano… Y José Mari les expresaba su agradecimiento, me hablaba de “lo buenos que son”, se le iluminaba el rostro al contarme que había estado Luis Ramírez.

Y yo he tenido el privilegio de estar a su lado algunos ratos. Ha sido desgarrador en medio de mi propio duelo, pero me sentía atraído por él, su dolor por momentos extremo y su entrañable personalidad, nunca hundida a pesar de la devastación de la enfermedad. José Mari ha sido él mismo hasta el final, sin duda sostenido por su querida hermana Mª Carmen y su presbiterio diocesano.

No he podido devolverte, José Mari, todo lo que tú me diste. Me siento a la vez triste por tu pérdida, aliviado por estar lejos en este día, y orgulloso de llevar conmigo algo de ti. Realmente el mejor eres tú, y por ti y tu vida le doy las gracias a Diosito lindo.

viernes, 19 de abril de 2024

"TE TIENES QUE IR"

 
Mis papás me mandan todos los años un paquete para celebrar la Navidad: polvorones, turrón, mazapán, chucherías varias… Pero esta última vez la caja se quedó atorada en aduanas de Lima y no llegó. Por más que investigaron acá y preguntamos allá, había desaparecido en un limbo postal. Hasta que algunos días atrás, yendo por la calle, sonó un whatsapp de mi papá: “Tienes una sorpresa”.

Y sí: acá estaba la caja, de vuelta a la casa, donde yo estoy pero no debería estar en esta época del año. Mi mamá es única, me envía este arsenal de golosinas desde el abrazo de Diosito y se asegura de que la reciba. De hecho, mis hermanas y yo repasamos el contenido, conmocionados, y comprobamos que hay turrón de chocolate (mi preferido), y por supuesto las cosas que le gustan a ella (torta imperial, figuritas de mazapán), así ha firmado este cariño navideño.

Los últimos años, la videollamada cotidiana terminaba diciéndome ella “te quiero”. Como si quisiera aprovechar al máximo el tiempo que el cáncer le concedía para expresar el amor, o compensar posibles déficits anteriores de afecto, que nunca existieron. Yo le contestaba: “yo también te quiero a ti”, y así arrancaba mi jornada selvática, con ese rescate de ternura.

Se quedaba de esa manera conmigo cada mañana, y ahora, estos días en que luchamos por contener la hemorragia de aflicción, la noto más cerca que nunca. Mi mamá está acá, a mi lado; salgo a caminar, pongo la lavadora, trapeo la cocina y me está viendo; su olor me impregna y adorna muchos momentos; mi hermana nos corta a mi papá y a mí el cabello (¿?) al número 3 y sabemos que no le gusta, ella tenía que hacerlo al 5; algo se me cae, o me mancho almorzando y escucho su burla favorita: “homo habilis”. Jeje.

Mi madre está presente, me cuida, y cuando como ahora las lágrimas son un huaico que me vence, siento tercios de su fuerza reanimándome, sus ganas de vivir levantándome. Porque ella está en cada una de mis células desde antes de que naciera, ese es mi orgullo, la energía que todos nosotros necesitamos ahora más que nunca para seguir adelante.

La penúltima noche, un rato en que estábamos los dos solos, abrió los ojos, me miró y musitó, bajito: “te tienes que ir”. “¿Adónde?” – le pregunté yo. “A tu pueblo”. Fue lo último que me dijo a mí directamente. Me asombra y me admira... De modo que no queda otra: tengo que obedecer a mi mamá y regresar a mi vida, a mi tarea, con mi pueblo lindo. De hecho, me voy mañana.

Gracias por todas las muestras de cariño y cercanía hacia mi familia y hacia mí. Disculpen si no pudimos responder a todas las llamadas o los mensajes, pero nos consolaron en esta experiencia tan difícil, que ahora tenemos que ir procesando para extraer todos los aprendizajes, y han sido muchos. Ojalá nos hagan ser mejores personas.

No puedo ya continuar escribiendo, pero la vida tiene que seguir, es hora de volver. Lo necesito y al mismo tiempo lo temo; me ayudará y me dolerá. Nada me podrá quitar jamás su “te quiero”, su amor está vigente, arraigado, es eterno desde mi primer latido, y el mío por ella está en pie, puro, incondicional. Te quiero Mamá.