domingo, 12 de mayo de 2024

LA GENTE COMO BÁLSAMO


Íbamos caminando hacia la parroquia de Mazan cuando nos agarró la lluvia, uno de esos aguaceros que te obliga a ponerte a cubierto si no quieres estar empapado en medio minuto. Nos metimos bajo la entrada de una casa; la señora, que estaba barriendo, nos sacó amablemente unas sillas. Y así sentados asistimos a la sesión de juegos acuáticos de este sonriente personaje en calzoncillos.

Muchas veces en mi vida he experimentado el bien que me hace irme a estar con la gente sencilla, el pueblo menudo. Cuando me he sentido cancamurrioso, o mantujo, en palabras de mi tierra (es decir: bajo de ánimo, afligido, mustio, desazonado), simplemente mezclarme con las personas, escuchar, mirar, quedarme a su lado, cerca, en sus cosas, me ha espabilado y entonado.

Claro que lo que siento este tiempo se encuentra en un territorio emocional nunca antes transitado por mí. No es mera tristeza, tiene medidas de desamparo, trazas de extrañeza y estupor, por momentos oleadas de desconsuelo… No acierto a encontrar el nombre de lo que me aqueja, sé lo que es, pero no cómo manejarlo, así que intento lo que tantas otras veces ha funcionado: “te tienes que ir con tu pueblo”.

Comienza la misa, me encuentro cómodo en este espacio celebrativo, veo los rostros y pienso que ellos no saben ni tienen por qué saber. De hecho, no hay tantos pésames como esperaba, y eso paradójicamente me descarga. “Ya soy caserito”, digo al principio, y se levantan las sonrisas. Ya soy conocido, acostumbrado, habitual. No es mi circunstancia el centro, es lo que celebramos, estamos juntos, la vida y la fe que compartimos.

Está programada una reunión del Consejo de Pastoral, pero en cambio pasamos a la maloka, y de pronto me veo con un gentío de niños, jóvenes y mayores. Es un momento nomás para acoger al vicario general, hay algunas palabras, y muchos aplausos antes del correspondiente plato de arroz con pollo. Hay instantes en que, confieso ahora que no me oye nadie, está mi lágrima al borde del precipicio.

No se pueden imaginar el efecto que me causa cada palmada, cada mano que estrecho, cada gesto cordial que reflejo. Desde luego no eliminan el pesar no, pero alivian, suavizan, como un lenitivo amable o una caricia certera. Tantos “gracias por venir” me suenan como “gracias por regresar, por obedecerla, por estar acá con nosotros”.

El día anterior, en el almuerzo de la minga en la que se afanaban un buen grupo de parroquianos, me tocó sentarme con Abel, con Teddy, con don Aurelio. La conversación, si se puede llamar así, fue una ristra interminable de bromas y carcajadas ante los platos de mazamorra de doncella y tallarín con pollo (por supuesto). El carácter de nuestro pueblo lindo, totalmente desprovisto de rigidez o solemnidad, me otorga ligereza para ir remontando.

Se trata no de evadirme, pensar en otra cosa o alejar la mente de forma ortopédica; es más bien ir fluyendo, dejarme llevar en esa corriente de calma, en la naturalidad de la vida que continúa para todos, en medio de los dramas cotidianos, a veces tremendos, que cada cual carga.

Y ahí encuentro mi lugar, y descubro que soy querido. Ese milagro que es lo que hace que el mundo gire. Caía el agua a raudales, la tarde declinaba, el niño chapoteaba feliz, su mamá le reconvenía con media sonrisa, y todo estaba bien.

domingo, 5 de mayo de 2024

ESPECIALISTA EN LA CARIDAD


La noticia de que Vicente Martín había sido elegido por el Papa como obispo auxiliar de Madrid me agarró durante el encuentro de Pastoral Social Nacional, que se celebraba en Lima esos días. Y me llegó en forma de whatsapp en la madrugada peruana que me regocijó el despertar, y al toque me hizo reflexionar y atar cabos.

Fueron tres días colmados de experiencias, ideas y propuestas en torno a la pastoral de cárceles, las ollas comunes, los equipos de defensa de los Derechos Humanos, los enfoques de mujer y equidad, la promoción de la salud ecológica y humana frente a los pasivos ambientales, el acompañamiento de personas en situación de vulnerabilidad, la realidad de las adicciones, la incidencia política… Las mil concreciones que adopta la acción social de la Iglesia, con audacia y creatividad.

Finalmente, las infinitas formas de la caridad. La coincidencia me hizo sonreír, todavía remoloneando por levantarme, porque de eso Vicente sabe y vive. Y me apetece escribir sobre eso; no tanto acerca de la noticia de que un nuevo obispo sea de mi diócesis -qué alegría-, del acierto que supone que una persona como Vicente – fenomenal- vaya a ejercer ese servicio, sino sobre el carácter extraordinariamente quirúrgico de este nombramiento.

Me refiero a intencional y preciso, deliberado sin diseños ni intentos, y exquisitamente acertado. Buscaban claramente a alguien para liderar a la Iglesia de Madrid en el compromiso con los más pobres, el acompañamiento a los migrantes, la solidaridad, la caridad política, la presencia eficaz en las periferias. Porque este ámbito de la vida y misión es tan crucial que amerita colocar a obispos capacitados y sensibles que asuman el reto.

Y Vicente sin duda es un hombre que da el perfil. Pero me encanta pensar que primero fue la necesidad del pueblo de Dios; tenían claro lo que se requería, la importancia y la magnitud de la dimensión social… y desde ahí discernieron y hallaron a alguien indicado. Cuántas veces se critica la arbitrariedad de algunos nombramientos, que parecen responder más bien a otros intereses… pero acá considero que el Espíritu ha hecho bingo.

Dicho esto, que es lo que principalmente pretendía, toca algún comentario más personal acerca del nuevo obispo auxiliar. Vicente es popular en nuestra diócesis por identificarse con la marginalidad, la batalla en el Gurugú y Los Colorines de Badajoz, la tarea en Cáritas Diocesana. Allí se dejó alma, vida y corazón, y fue clave en unos años en que Cáritas se abrió con mucha visión y acierto al acompañamiento a las parroquias.

Mis primeros pasos como cura rural aprendí cómo vertebrar la solidaridad en pueblos pequeños, donde se escuchaba que “aquí no hay pobres, ¿para qué queremos Cáritas?”. Los técnicos de la Diocesana venían, nos ayudaban a armar los equipos, nos animaban, nos guiaban; así conocí a mi gran amigo Morke y me impregné de esa apuesta por los laicos, de ese creer en la sorprendente capacidad de la gente sencilla.

Vicente era el consiliario y estaba en el foco de inspiración de aquella experiencia tan original. Cuando por circunstancias le tocó dejarlo, lo hizo sin levantar ruido, con gran delicadeza y humildad. Y siguió en la barriada, ¿eh? Después comenzó una etapa de estudio, reflexión y mayor preparación en Madrid; me figuro que de madurez también. Y más tarde la chamba de Delegado de Cáritas Española.

Varias veces me ha dado posada Vicente en su departamento de la parroquia de la Asunción, cerquita de la estación de Atocha. Con mucha amabilidad y cuidando los detalles y las atenciones, “vuelve cuando quieras, las puertas están abiertas”. No quería meterse en una oficina, me decía, necesita el contacto con la gente. Me figuro que ahora seguirá igual, con los obligados ajustes.

Ese ramillete de valores significa Vicente en mi vida. Sabían lo que querían y supieron ver que lo tenían a la mano. Felicitación a todas las partes. Me alegro de que la vida ponga a cada uno en su lugar. ¡Mucho ánimo, Vicente!

miércoles, 1 de mayo de 2024

ES MI PUEBLO. ESTA GENTE TAN BUENA Y TAN FIEL SE MERECEN LO MEJOR, Y NOSOTROS NUNCA ESTAREMOS A LA ALTURA DE LO QUE MERECEN. VAMOS A HACER LO QUE PODAMOS


Con esas palabras acabó esta entrevista, realizada el 9 de abril y publicada en Religión Digital el 21 del mismo mes. Acá está el enlace del video:


Y acá la transcripción. Gracias a RD.

- JESÚS BASTANTE: Es un placer tenerte entre nosotros. ¿Cómo es la España que te has encontrado?

- CÉSAR: Pues con un nivel de convulsión y de tensión, sobre todo política, para mí desconocida. Esos gritos e insultos en el Senado el otro día, para mí me resulta muy extraño esa manera de dirigirse uno a otro, los políticos sobre todo.

-¿Se nota cuando estás tiempo fuera, y regresas a España?

-El nivel ha subido. Ha subido el tono ofensivo. Y luego los políticos que yo tengo en mi retina son los políticos de años atrás, antes de que yo me fuese al Perú. Los que tienen mi edad estarán de acuerdo en que los políticos cuando éramos niños y más jóvenes tenían otro nivel. No sé, recuerdo a Rubalcaba, recuerdo a Alfonso Guerra, también gente del Partido Popular con una preparación, eran gente muy bien preparada intelectualmente, yo pienso que muy superiores a los de ahora.

-¿Se nota esa polarización también en otros ámbitos, no solo en la política? ¿En la iglesia, en la sociedad?

-Bueno, en la iglesia sigo más a través de Religión Digital, veo los cambios en la conferencia episcopal, veo por ejemplo cambios en el tema del tratamiento a las víctimas de los abusos, creo que son cambios para bien, ¿no? Sí, también creo que hay una polarización, me parece que sí.

-Vamos a hablar de lo importante, de lo que te lleva a la vida y lo que te llevó a cambiar de vida, que es la misión. Cuéntanos, ¿sigues en tu misión en San José de la Amazonas?

-Bueno, la cosas mejoran. En los últimos años, a nivel interno de Vicariato tenemos más misioneros, aunque  seguimos necesitando y en los últimos años tenemos 10 o 12 nuevos misioneros de Guadalupe, que son una sociedad de vida apostólica. Tenemos al IEME, nuestro querido Instituto Español de Misiones Extranjeras, que son tres, que va a venir otro ahora, que son sacerdotes. Tenemos a tres misioneros laicos de Ocasha. Tenemos a dos argentinos, también muy buenos, unos fichajes excelentes, una laica y un sacerdote también. Sí. Y luego también en la cuestión económica. En la cuestión económica también estamos mejor. Es decir, logramos, logramos con mucho esfuerzo y con muchas ayudas, logramos mantener el Vicariato a flote económicamente. Y entonces, sí, en los últimos años estamos contentos de cómo va siendo, ciertamente.

-Y el trabajo en el día a día ¿sigue siendo tan difícil, para los que estamos en Europa, como nos lo contabas en otras ocasiones?

-Es difícil, es bonito, las distancias son grandes, hay que moverse mucho, las condiciones de materiales de vida son duras. A veces son extremas. De la gente y nosotros con la gente cuando nos vamos con ellos a las comunidades. Y los problemas son bien serios. El narcotráfico con todo lo que eso conlleva, con la violencia que conlleva, con la cantidad de gente que se ve implicada en el recojo, el raspado de coca, lo que eso genera, ¿no? El dinero fácil que entra a las comunidades, la gente se lo gasta rápidamente, a veces en alcohol.

-¿Qué puede hacer la Iglesia ante estos problemas?

-Tenemos el problema del narcotráfico y de la minería ilegal, con lo que eso significa de contaminación del agua que está multiplicando por cinco los niveles permisibles, y la defostación: tenemos un problema con una empresa que lleva unos años ahí y que invade los territorios de la comunidad para que la gente no pueda ingresar en su propio territorio para cazar, recolectar, hacer una chacra de yuca o lo que sea, porque se encuentran con los vigilantes de la empresa.

Estamos a ver cómo la Oficina de Defensa de la Vida y de la Cultura que tenemos el vicariato le estamos asesorando a ver cómo ellos pueden defenderse de esta agresión que le hace esta empresa que en una empresa madera porque está coludida con el gobierno regional que tiene tendrá todos los permisos en regla de no haber que hacer contra eso pues tenemos.

-Hablábamos de eso con los misioneros que venían de cara a la campaña de Manos Unidas que este año habla del 'efecto ser humano', y de que es curioso como ese efecto sirve precisamente para acabar con la propia humanidad y con el planeta que nos sostiene.

¿Qué papel puede tener una institución como la vuestra, que sin ser una diócesis, es el equivalente de una diócesis en la zona. Qué fuerza, o qué influencia puede tener para para romper con esa dinámica de tráfico, drogadicción, alcoholismo por un lado y degradación del medio ambiente y extracción de bienes que son de las poblaciones indígenas, no tanto del Estado y que también despatrimonializan e impiden la vida de las comunidades? ¿Qué capacidad real tiene una organización como la vuestra?

Capacidad de enfrentarse con los narcos directamente, ninguna, porque te matan. Pero, sí podemos hacer mucho, en dos líneas fundamentales.

Una es la del acompañamiento de las comunidades, con toda la parte de formación y sensibilización. Ahí, estamos en ello. Tenemos que mejorar, pero tenemos un proyecto grande, muy bueno en el Napo, en el Putumayo de recuperación de vida cultural. Ahí tenemos un trabajo importante.

Y la otra línea es la de incidencia política. Es decir, la capacidad de estar presente en los foros donde se toman decisiones para que haya presión y para que haya sensibilización. Ahí tenemos que mejorar.

Los vicariatos de la selva, que están también en un proceso de articulación cada vez mayor, está mejorando en este tema. Ahí va habiendo más pronunciamientos conjuntos de los obispos sobre temas muy sensibles. Por ejemplo, hay una ley que la quieren modificar en el Congreso, es una ley que va a permitir a los madereros entrar todavía con más impunidad.

Los obispos se han pronunciado, trabajan con asociaciones amigas del Instituto del Bien Común en Lima, para que eso no se lleve a cabo. La incidencia política en nuestro propio territorio, de nosotros como institución, lo tenemos que mejorar y este año lo vamos a hacer.

-¿La CEAMA está trabajando?

-Bueno, está en eso. Está en un proceso de darse a conocer. Que se defina bien cuáles son sus competencias. Que se articule bien sus competencias ejecutivas con las de los vicariatos con sus obispos. Los vicariatos y diócesis en la Amazonía son circunscripciones eclesiásticas. Estamos en ese proceso de encontrar el sitio de la CEAMA, que es algo completamente nuevo en la Iglesia, pero que sea un sitio que tenga una una incidencia real en la vida de la pastoral, en la misión.

-Lo digo porque es un organismo novedoso, como dices tú, y que puede marcar el futuro, también, de la iglesia a nivel global, pero también a la sensación que, con todos los cambios que también se están dando en la Iglesia ahora, la Amazonia, que fue uno de los grandes ejes, tanto para para construir como para los que quisieron destruir, recordemos lo que pasó en el sínodo de la Amazonia, antes y después, parece como que ahora se queda un poquito más, no sé si orillada en puentes de la sinodalidad más más global, pero no sé si las claves de lo que puede surgir de la iglesia sinodal están todavía hoy en lo que fue sucediendo en la Amazonia.

-Yo estoy convencido que el Papa lo pensó así. El impulso del sínodo de la Amazonía fue un antecedente para lo que tenemos ahora. La Amazonía puede seguir siendo un buen campo de pruebas para buscar nuevos caminos, en temas como la ministerialidad, estamos en ello. Nosotros no estamos tanto con el tema del diaconado, pero sí con los ministerios. Estamos en la inculturación de la ministerialidad. La Asamblea Vicarial dijo que había que implementar una buena escuela de formación de agentes de pastoral, laicos y mujeres sobre todo y en esa escuela que se formen todos los ministerios.

Hacemos un primer trabajo de discernimiento con todos los laicos, y luego hay un trabajo de seguimiento de las personas para ver qué ocurre, qué responsabilidades asumen en sus lugares sde origen, cuando llegan a su puesto de misión. Por ejemplo: ministerio de promotor de los derechos humanos, del cuidado de la Casa Común. Así rompemos la dinámica de si solo estamos hablando de las mujeres diaconistas, los casados pueden ser curas... Vamos a ejercer la ministerialidad en todos los ámbitos...No solo en los estrictamente oficiales.

¿En cuáles?

Va a depender de cuáles necesitamos nosotros. Por eso, hacemos seguimiento en la vida misma, qué es lo que Dios nos dice, de forma que cuando acabe el proceso de tres años, el obispo confiere oficialmente los ministerios. Es un proceso muy bonito, que se hace muy desde abajo. Estamos en eso y no sabemos cómo va a acabar, es la vida la que nos va a decir. Esto lo podemos hacer en una iglesia como la nuestra que está como por hacer, que no tiene muchos sacerdotes, que no tiene muchas estructuras clericales...

Pero es interesante que una Iglesia por hacer tenga algo que enseñar y aportar...

No podemos enseñar nada, podemos mostrar el camino y podemos compartir .

España está dejando de ser tierra de misioneros para convertirse en tierra de misión y al revés , pero ¿cómo podemos ayudar al Vicariato?

La conexión es mucho a través de la solidaridad pero también a través de mostrar cómo vamos viviendo por si eso puede iluminar a otras de las iglesias más viejas. Entonces, RD hace una gran labor de visibilizar lo que los misioneros hacemos, que no hay que mitificarlo, no somos mejor que nadie, hacemos lo que podemos. Ahí estamos y hacemos lo que podemos ver si nos ayudan a que eso sea visible. Luego hay otros temas que no son má convenientes, este es un pueblo que se merece lo mejor: la gente nuestra que está comprometida con la iglesia con la fe eso se merecen y nunca estaremos a la altura de ellos.

Qué bonito es hablar de un pueblo que no es el tuyo pero sí lo sientes como propio

Es mi pueblo. Esta gente tan buena y tan fiel, se merecen lo mejor y nosotros nunca estaremos a la altura de lo que merecen, vamos a hacer lo que podamos.

César, siempre es un alegrón verte. Nos gusta verte cada vez más, pero por otro lado nos gusta mucho que estés allí, y que nos lo cuentes

Gracias a vosotros, es un gusto siempre estar acá.

jueves, 25 de abril de 2024

ERES EL MEJOR


Confieso que al principio tardé un poco en darme cuenta de que se lo decía a todos
, pero descubrirlo no me molestó, sino que me hizo sonreír divertido, sin perder la seguridad de que me apreciaba. Todo en José Mari siempre me alegró, y ahora que se ha ido, lucho para que esta desolación no me oscurezca la vida.

“Estoy mejor, don José María. Gracias por su llamada. Es usted el número 1”. Así le hablaba a su tocayo oncólogo hace pocos días, porque él siempre estaba bien (gracias al doctor Puerto Pica por ser tan atento y generoso con su paciente). Incluso llamó delante de mí a Manolo Cintas para preguntarle cómo se encontraba y darle ánimos. Ese era Campanón, un sencillo portento de humanidad.

Muchas veces me invitó a ir a Burguillos a predicar en el Cristo. Para convencerme me pintaba las cosas fáciles: “tú tranquilo, confiesas un rato, dices unas palabritas y ya está. Eres un crack”. Porque Chema hacía todo simple, era un hombre sin complicaciones ni comeduras de coco. Durante la misa, a veces me decía alguna tontera por lo bajo, y casi no podía contener la risa. Así era, y quienes lo conocen me entenderán.

(Me doy cuenta de que estoy escribiendo y estoy sonriendo). Después de la misa nos íbamos a alguna de las terrazas de la plaza a cenar, y siempre pedía un montonazo de cosas que resultaba imposible comerse. Para mí era el rato mejor porque disfrutaba viendo cómo le saludaba la gente, y cómo trataba él a todo el mundo. En unos minutos era capaz de soltar cuarenta bromas, preguntar por un enfermo, dar besos y abrazos a los niños, darle un toque a un joven…

Yo me quedaba maravillado de la familiaridad con la que se manejaba. Aquellas noches José Mari me dio un máster de cómo se es cura entre la gente del pueblo, auténtico vecino, amigo de todos, cercano, accesible y evangélicamente normal. Pastor con penetrante olor a oveja antes de que Francisco fuera Papa y acuñase esa expresión. A mí, recién llegado a la vida secular y rural, me ayudó enormemente sin saberlo ni pretenderlo, y ojalá ahora le lleguen al cielo mis sinceras gracias.

Más tarde, cuando ya estaba yo en mis Valles queridos, seguí recibiendo lecciones de ser buen párroco a través de mi gente de Santa Ana, del afecto que le tenían a “Chaparro”, cuánto lo valoraban… y las historias que me contaban y que nos arrancaban carcajadas. La mejor: la noche en que, tras unas copitas de más, nuestro hombre se durmió dentro de su coche y ahí le agarró el amanecer.

El tiempo que fue arcipreste pude apreciar con más claridad lo importante que era para él la fraternidad entre los sacerdotes. Lograba que el ambiente fuera ligero y cordial, porque era una persona carente de gravedad y planteaba los temas y las tareas con un estilo asequible. Nos llevábamos chévere en medio de nuestras diferencias, y era seguramente gracias a su hábil buen humor.

Esa atención a las bonitas relaciones con los compañeros se la ha restituido el Señor en los días finales de su vida en forma de amor concreto, esforzado y delicado. Es impresionante con qué dedicación y cariño le han cuidado Manolo Rico y Antonio Cerro, cómo le ha acompañado Antonio Mª Rejano… Y José Mari les expresaba su agradecimiento, me hablaba de “lo buenos que son”, se le iluminaba el rostro al contarme que había estado Luis Ramírez.

Y yo he tenido el privilegio de estar a su lado algunos ratos. Ha sido desgarrador en medio de mi propio duelo, pero me sentía atraído por él, su dolor por momentos extremo y su entrañable personalidad, nunca hundida a pesar de la devastación de la enfermedad. José Mari ha sido él mismo hasta el final, sin duda sostenido por su querida hermana Mª Carmen y su presbiterio diocesano.

No he podido devolverte, José Mari, todo lo que tú me diste. Me siento a la vez triste por tu pérdida, aliviado por estar lejos en este día, y orgulloso de llevar conmigo algo de ti. Realmente el mejor eres tú, y por ti y tu vida le doy las gracias a Diosito lindo.

viernes, 19 de abril de 2024

"TE TIENES QUE IR"

 
Mis papás me mandan todos los años un paquete para celebrar la Navidad: polvorones, turrón, mazapán, chucherías varias… Pero esta última vez la caja se quedó atorada en aduanas de Lima y no llegó. Por más que investigaron acá y preguntamos allá, había desaparecido en un limbo postal. Hasta que algunos días atrás, yendo por la calle, sonó un whatsapp de mi papá: “Tienes una sorpresa”.

Y sí: acá estaba la caja, de vuelta a la casa, donde yo estoy pero no debería estar en esta época del año. Mi mamá es única, me envía este arsenal de golosinas desde el abrazo de Diosito y se asegura de que la reciba. De hecho, mis hermanas y yo repasamos el contenido, conmocionados, y comprobamos que hay turrón de chocolate (mi preferido), y por supuesto las cosas que le gustan a ella (torta imperial, figuritas de mazapán), así ha firmado este cariño navideño.

Los últimos años, la videollamada cotidiana terminaba diciéndome ella “te quiero”. Como si quisiera aprovechar al máximo el tiempo que el cáncer le concedía para expresar el amor, o compensar posibles déficits anteriores de afecto, que nunca existieron. Yo le contestaba: “yo también te quiero a ti”, y así arrancaba mi jornada selvática, con ese rescate de ternura.

Se quedaba de esa manera conmigo cada mañana, y ahora, estos días en que luchamos por contener la hemorragia de aflicción, la noto más cerca que nunca. Mi mamá está acá, a mi lado; salgo a caminar, pongo la lavadora, trapeo la cocina y me está viendo; su olor me impregna y adorna muchos momentos; mi hermana nos corta a mi papá y a mí el cabello (¿?) al número 3 y sabemos que no le gusta, ella tenía que hacerlo al 5; algo se me cae, o me mancho almorzando y escucho su burla favorita: “homo habilis”. Jeje.

Mi madre está presente, me cuida, y cuando como ahora las lágrimas son un huaico que me vence, siento tercios de su fuerza reanimándome, sus ganas de vivir levantándome. Porque ella está en cada una de mis células desde antes de que naciera, ese es mi orgullo, la energía que todos nosotros necesitamos ahora más que nunca para seguir adelante.

La penúltima noche, un rato en que estábamos los dos solos, abrió los ojos, me miró y musitó, bajito: “te tienes que ir”. “¿Adónde?” – le pregunté yo. “A tu pueblo”. Fue lo último que me dijo a mí directamente. Me asombra y me admira... De modo que no queda otra: tengo que obedecer a mi mamá y regresar a mi vida, a mi tarea, con mi pueblo lindo. De hecho, me voy mañana.

Gracias por todas las muestras de cariño y cercanía hacia mi familia y hacia mí. Disculpen si no pudimos responder a todas las llamadas o los mensajes, pero nos consolaron en esta experiencia tan difícil, que ahora tenemos que ir procesando para extraer todos los aprendizajes, y han sido muchos. Ojalá nos hagan ser mejores personas.

No puedo ya continuar escribiendo, pero la vida tiene que seguir, es hora de volver. Lo necesito y al mismo tiempo lo temo; me ayudará y me dolerá. Nada me podrá quitar jamás su “te quiero”, su amor está vigente, arraigado, es eterno desde mi primer latido, y el mío por ella está en pie, puro, incondicional. Te quiero Mamá.

sábado, 13 de abril de 2024

APRENDER A VIVIR DE NUEVO

 
Este Sábado Santo fue para mí dolorosamente real, el más silencioso de mi vida. Muy vacío, sin tareas, sin comunidad a quien servir; triste, apagado, lento, desolado. Sin Vigilia Pascual por primera vez desde mi adolescencia. Me habían invitado en Fuentes de León (muchas gracias, estoy en deuda con la comunidad e iré a visitarles) pero francamente no me sentí capaz de cantar aleluya.

Durante muchos días, después de despedir a Mamá, todos en mi familia nos hemos perdido en una especie de triángulo de las Bermudas emocional. Aturrullados, como extraviados en una pesadilla insoportable, apenas acertábamos, como torpes autómatas, con las operaciones de inmediato y obligado cumplimiento: papeles, información sobre trámites, arreglos en el cementerio…

Retirar sus cosas, al menos guardarlas, es hasta ahora un tormento que padecemos en silencio. Porque en ellas nos asaltan los recuerdos, su presencia, están impregnadas de su personalidad. Mi papá encontró unos pocos billetes en su cartera, los dividió cuidadosamente y dio a cada uno de sus nietos la piruleta, la propina semanal. Me tuve que ir del patio donde estábamos para que no me vieran llorar.

Y es que cada cual lo lleva como puede, elabora y expresa el dolor a su manera. A veces nos anima hablar de ella, a veces la garganta simplemente se nos anuda; el mundo sigue girando, pero no entiendes por qué y cómo es posible, y pasas del resentimiento a rendirte ante la penosa evidencia de que ella se ha ido. Y todo envuelto en esa extraña nube de confusión e irrealidad.

Mi amiga de muchos años Claudia Cabillas, que además es psicóloga, me dijo esto: “es como aprender a vivir de nuevo”. Me hizo pensar, me ayudó. La vida continúa, pero ya nunca será como hasta ahora; todo es diferente. De pronto desaparece la persona más tuya, con quien mantienes el vínculo más íntimo, quien te conoce mejor que tú mismo, por quien sientes el amor más puro. Es desconcertante y atroz.

Esta soledad que sufro es completamente desconocida para mí. Un territorio afectivo por donde no logro orientarme, y me cuesta describirlo. Estamos aturdidos, conmocionados como tras una fuerte explosión, sin saber por dónde tirar ni cómo respirar. Los primeros días totalmente atolondrados, como pollos sin cabeza; después más bien abatidos, agotados en una isla desierta o espantados porque súbitamente nos encontramos dentro de un comic al que le han quitado los colores.

Seguir viviendo, pero todo ha cambiado de forma irreversible, como el gusto de las embarazadas. Lo sé y me aterra. Sin Mamá mi infancia y mi juventud se hunden en una bruma de memoria. Me siento algo así como separado de lo más genuino de mí mismo, es tan turbador como irremediable. Muy difícil. Carmen me contó que esto marca un antes y un después en la vida; y, sí: es un hito, un lacerante jalón. Ya nada será igual.

El Jueves y Viernes Santos sí que me fui a celebrar la Semana Santa, para ayudar a mis compañeros, pero sobre todo a mí mismo. El contacto con la gente siempre es revitalizante, me hace sonreír. En Calera de León con su coro rociero amenizando el lavatorio de los pies, y en Santa María de Nava, junto a la Virgen Zapatera, que tiene un significado muy especial para mí: me recuerda de dónde vengo y quién soy.

Y el domingo de Pascua, haciendo un esfuerzo, me acerqué a la procesión de la Esperancina en Valencia. Durante la Eucaristía mantuve la compostura, pero después, en el encuentro de la Virgen con su hijo regresado de la muerte, no pude contener las lágrimas, envueltas por los aplausos. ¡Qué dicha inmensa e incomparable abrazar a quien más quieres, después de haberlo visto partir para siempre! Hay momentos en que noto que me va a explotar el corazón.

“La pena por haberla perdido no puede opacar a la alegría de haberla tenido”, afirmó alguien en el tanatorio. Está bien, pero por ahora es solo una idea acertada, aún no logramos percibirlo y menos saborearlo. No te puedes preparar porque ninguna otra muerte antes vista se parece a esta. Como me compartió Yolanda, “un trozo de ti se ha marchado”… está en la eternidad. Y duele mucho.

domingo, 7 de abril de 2024

EL MEJOR REGALO


Estaba conversando con Valeriano Domínguez Toro, el párroco, que me mostraba las instalaciones, y veía con el rabillo del ojo a la gente ingresar: una mamá joven con una niña, una pareja mayor, dos señoras… Y desde entonces, cuando paso junto a la parroquia, me fijo en el trasiego de personas casi constante. ¿Qué hay allá que atrae con esa suavidad irresistible?

El Espíritu Santo está en el Cerro del Viento, un barrio de Badajoz. Es una parroquia joven, inaugurada en 2012 después de un proceso de construcción tan breve como audaz. Las misas habían comenzado tres años antes en un garaje de una calle cercana, donde enseguida enganchó el empuje de este sacerdote emprendedor, comunicativo, cercano y resolutivo.

La Navidad pasada, sin que hubiéramos tenido ningún contacto porque nos conocíamos solo de oídas, me llegaron mensajes de Valeriano ofreciendo para la misión una ayuda económica recaudada en actividades parroquiales. Me sorprendió gratamente; mis papás, que son feligreses pues viven cerca del templo, me contaron que en la Eucaristía se había mencionado el destino del donativo, y que mi carta de agradecimiento estaba colocada a la entrada, bien visible.

En enero, poco antes de este viaje inesperado, Valeriano me preguntó “si tenemos necesidades”, y esa cuestión se contesta sola; de modo que a los pocos días nos enviaron un nuevo apoyo, esta vez mayor. Por eso hoy estuve celebrando con esta comunidad el domingo de la Divina Misericordia, para aprovechar la ocasión y contarles cómo es la Amazonía, qué proyectos tratamos de llevar adelante en el Vicariato, y concretamente a qué será destinado su compartir.

Volvamos al por qué la gente pasa al recinto. La iglesia está abierta prácticamente todo el día; hay un espacio a la entrada separado por una mampara transparente que permite la visión del Santísimo, decorado con mucho gusto, y donde suele haber buscadores de un rato de paz y silencio a salvo de las pantallas. Pero hay muchas más personas que se dirigen de frente al patio, a mano derecha…

Al fondo, a unos metros, hay una especie de templete abierto. Sencillo pero muy bien concebido, con sillas y una primorosa ornamentación vegetal; en el centro, una urna de cristal con una imagen de la Virgen de Fátima. Y habitualmente alguien orando. De modo que era eso, esa la presencia que llama, ese es el meollo de ternura que palpita en las entretelas de la ciudad.

Valeriano dice que todo el día está llegando gente, y doy fe. “¿Pero y con este frío y todo?” – le pregunto (estas semanas nunca logro entrar en calor, extraño el clima de la selva). “El público se sienta con el abrigo y sin problema”. Impacta que tantos hagan una pausa en su jornada para encontrarse con la Madre y así disfrutar de un abrazo interior que va más allá del sosiego. Es una cuestión de amor puro.

Se puede prender una vela y entregar una limosna. Mi compañero dice que lo que se deposita ahí supera con mucho a las demás aportaciones económicas que se generan en la vida parroquial. Pienso en lo bien que se porta esta comunidad con nosotros y capto esa conexión: la generosidad tiene que ver con Ella, y está revestida de discreción, fidelidad y modestia, que son el estilo materno. Dar siempre y sin ruido.

Se portaron hoy muy bien conmigo. Me agradecieron, me animaron, me colaboraron. El Espíritu Santo es lo femenino de Dios; lo suyo es sostener, amparar, cuidar. Lo exhala el Resucitado antes de mostrar sus heridas y dejarlas tocar. La Espíritu inspira la personalidad de esta comunidad cristiana. Comunica paz, quita miedos, otorga aliento vital. También doy fe.

Se camina unos metros y se ve un pequeño monumento, una bella piedra de mármol pulido con varias inscripciones. Arriba del todo, “Resurrección”, porque es el final del via crucis que circunda el jardín; y una placa con estas palabras: “Una madre es el mejor regalo que Dios da al hombre”. Me embargan el agradecimiento y el dolor, pero por encima de todo, el amor.

sábado, 30 de marzo de 2024

MISAS CRISMALES


Este año se me ha dado participar en dos misas crismales, las de mis dos iglesias: en la que vivo y trabajo, o sea, mi Vicariato amazónico de San José; y la que me envía, es decir mi diócesis extremeña de Mérida-Badajoz. Por ese orden. He renovado dos veces las promesas sacerdotales (no vaya a ser que me olvide, ¿eh?). Y he podido apreciar las diferencias y similitudes…

La rúbrica sitúa la misa crismal el Jueves Santo, pero sería materialmente imposible que los curas nos fuéramos de las parroquias ese día, con la cantidad de cosas que hay que hacer; por eso en la catedral de Badajoz es el martes santo. Y en la de Indiana siempre celebramos la misa crismal durante la Asamblea Vicarial, aprovechando que estamos ahí la mayoría de los presbíteros; este año fue el jueves 29 de febrero, en plena Cuaresma... Ambas misas fuera de fecha.

Diría que acá había más de 100 sacerdotes, todos vestidos igual; en Indiana aquel día, 12 o 13 (somos creo que en total 14 y faltaba alguno) y cada cual con su estola a su estilo. En los dos casos la melodía de entrada fue “Pueblo de reyes”, pero en la sede vicarial no se escuchó el latín, mientras que en la catedral metropolitana la mitad de los cantos se entonaron en ese idioma, primorosamente acompañados por el coro y el órgano; allá guitarra, pandereta, quena y percusión.

Los compromisos del día de la ordenación fueron actualizados de manera compartida y semejante. Resulta peculiar sentirse parte de dos presbiterios al mismo tiempo, una gran suerte que vivo con agradecimiento pues conecta con la médula de lo que supone para mí ser misionero. Recibí muchos abrazos de condolencia, y algunos me confortaron de verdad.

En la bendición de los óleos y consagración del crisma advertí algunas divergencias: los momentos en que se realizaron, el tipo de recipientes… En mi selva se mezcla allí in situ el bálsamo perfumado con el aceite, acá estaba ya todo listo. Por supuesto los textos eran los mismos, pero en Badajoz los que traían y llevaban las ánforas plateadas eran siempre sacerdotes, mientras que en Indiana lo hicieron fundamentalmente laicos.

Y no es un detalle menor: la misa crismal del Vicariato, en el contexto de la Asamblea, donde nos reunimos todos los misioneros (que son mujeres en un 65% y laicos en un 25%), los delegados de los puestos de misión y otros agentes de pastoral, refleja el carácter no clerical, desde siempre, de nuestra iglesia misionera: los participantes presbíteros no llegábamos al 15% del total, mientras que en Badajoz probablemente era al revés.


Es siempre una misa en la que el pueblo lindo festeja a sus padrecitos. Sonaba solamente el tambor y don Oscar (en la foto) o la señora Janet portaban danzando los tarros de cristal con los óleos santos para que fueran bendecidos. El equipo de Caballo Cocha, encargado de preparar la celebración, colocó un par de elementos así, puramente autóctonos, que remarcaron el protagonismo de nuestra gente.

Y el mejor fue el gesto de la señal de la cruz, que un niño, un joven y un adulto nos marcaron a los curas sobre la frente; recordándonos así que somos consagrados como servidores del pueblo, del que formamos parte por el Bautismo, y en el que no somos más que nadie.

A mí me tocó Mayra, la hija de Mariana, que tiene 11 años, y con su media sonrisa se acercó para profundizar de ternura el distintivo invisible de mi vida, elegida por Diosito para alimentar a los más pequeños y vulnerables. Tal vez su dedo chiquito pueda despertar cada día en mí el deseo de estar a la altura del don que he recibido, así oré en silencio.

Aparecieron todavía símbolos varios, el pango y el masato camparon por las estrofas del canto de comunión, pero yo ya seguí bajo el encanto de aquel instante tan especial. En Badajoz hubo un aperitivo (Payva, lomo, jamón…) después de la misa; en Indiana, reunión de coordinación con gaseosa y galletas. Cada cual su singularidad; y yo de la selva.

sábado, 23 de marzo de 2024

NUESTRA MADRE HA SIDO MAESTRA


Gracias por la cercanía y las muestras de cariño para con nuestra familia en estos días tan difíciles de la enfermedad y el fallecimiento de mi mamá. Estas fueron las palabras que sus hijos preparamos para el final de su Eucaristía de despedida. Ya está en el abrazo eterno de Dios Madre.

Nuestra madre ha sido maestra. Nos ha enseñado a leer y a escribir a nosotros y a muchos niños y niñas de Mérida; pero más allá de eso, ha sido maestra de vida: nos ha transmitido en el día a día valores hermosos y claves para ser felices, como ella lo ha sido. La honestidad, el trabajo hecho con pasión y dedicación, el cuidado del más débil (recordemos su labor con los niños con síndrome de Down), la tenacidad, la humildad, la ternura.

Mamá nos ha enseñado a vivir. Y tal vez nos ha dado su mejor lección en la experiencia de la enfermedad y la muerte. Se enfrentó al mal "con todo el espíritu, vitalidad y ganas que le ponía a todo", en palabras de su médico, el doctor Jacobo Gómez Ulla. Nuestra familia le agradece a él su excelente labor, su cercanía y su delicadeza con ella.

Los últimos días han sido difíciles y a la vez muy reveladores del carácter de Mamá, del tesoro que llevaba dentro. No tenemos palabras para agradecer a Miguel Ángel y Montaña y el equipo de cuidados paliativos de Badajoz cómo nos han acompañado, a ella y a nosotros, el cariño con el que la han cuidado. Nunca lo olvidaremos.

Gracias a sus compañeras y compañeros y amigos del colegio Trajano, a sus alumnos y a todas las personas que han estado a nuestro lado en este proceso, también desde Perú. Gracias a mis compañeros sacerdotes, al provincial de los salesianos y nuestros obispos don Celso y don José, que está con nosotros hoy.

Como buena aragonesa, siempre tuvo muy presente a su Virgen del Pilar. Quedará en nuestro corazón su último viaje a Zaragoza con toda su familia hace un año.

Sus últimas palabras fueron: "Tened cuidado de Papá". Y así lo vamos a hacer, y es un privilegio porque mi padre es el que hace que todo sea fácil, durante toda la vida.

Mamá era una persona que lo llenaba todo y que dejará huella, fuerte y valiente hasta el final. Nosotros nos quedamos con lo mejor de ella, ella vive en nosotros, y ese legado es el que transmitiremos a nuestros hijos, sus nietos.

Gracias, Mamá.

Gracias Señor por ella.

sábado, 16 de marzo de 2024

UN REMANSO DE ALEGRÍA EN EL CORAZÓN DE LIMA

 
¿Quiénes son estas chicas jóvenes, con ese hábito tan original, que cantan increíblemente y que sonríen mientras cantan? – me pregunté al llegar a los ejercicios de la CONFER, de nuevo en Villa Marista. Porque enseguida me llamaron la atención, algo me transmitieron con su mera presencia, en la densidad del silencio.

Ellas viven en el silencio porque son monjas contemplativas, pero es una serenidad habitada, que desprende destellos humildes y limpios del Dios cuyos pies caminan por el barro de nuestra humanidad. Algo intuí allí al pie del cerro, y pude apreciarlo más de cerca cuando fui a visitarlas algunos días después.

Y es que quedaron palabras por decir. Cuando en la última Eucaristía del retiro la hermana Bego hizo una petición en voz alta, detecté al toque el acento y al final del almuerzo, antes de irnos todos, le pregunté: “¿de qué provincia del sur de España eres?”“De Granada, pero mis padres son de un pueblo de Badajoz que se llama Zahínos, ¿lo conoces?”. Clarooooooooo… He trabajado cerquita, en mis Valles lindos.

Cada charla del p. Simón Pedro comenzaba con un canto meditativo, melodías suaves que nos hacían respirar el perfume del Espíritu; así que ya había escuchado la excepcional voz de Bego antes. Me había cruzado con las hermanas Gabi, Patricia y Rocío, que es limeña. Y me había hecho gracia ver correr en las mañanas a la hermana Diana, vestida con un buzo del mismo color que su hábito, un polo blanco y una toca igualita que la de diario, pero más cortita: propiamente una monjita haciendo footing.

“Somos agustinas y estamos en la avenida Brasil”, y casi no hubo tiempo para más datos. De regreso a Lima, una somera indagación (https://www.facebook.com/monasteriodelaencarnacionagustinas.lima) me fue ilustrando. Ellas proceden de España, de un grupo dentro de su orden que decidió vivir su carisma con unos rasgos peculiares y ha fundado algunas comunidades. Recibieron a varias peruanas y, después de unos años, atendieron el pedido del Monasterio de la Encarnación, donde las religiosas eran muy pocas y mayores; y las peruanas regresaron a su país.


Escribo en su Messenger preguntando si puedo ir a visitar a Bego y me contestan enviándome un número de whatsapp de la portería; tecleo ahí y ella misma me responde, y quedamos para el día siguiente. Cuando voy a llamar me abre Diana, y comienza una tarde de encuentro y conversación. Muy acogedoras, me muestran el monasterio, su capilla, el claustro abierto al público, la huerta (es ahí donde corren, jeje), la iglesia; y me invitan a un refresco.

Tienen dos tortugas, pero las hermanas son resueltas, despiertas, abiertas. Dedican mucho tiempo diario a la oración, cuidan con esmero la liturgia, trabajan la fraternidad… pero descubro que también aman al Señor en la gente concreta, dan catequesis, reciben jóvenes, organizan jornadas y convivencias, aceptan peticiones de colegios y parroquias para compartir experiencias de espiritualidad… Algunas de ellas recién llegan de la Semana de la Catequesis de la Conferencia Episcopal, y a la vez un grupo de otras religiosas se prepara a un retiro que la madre Carmen les va a dar. De hecho, en su hospedería cualquier persona puede pasar unos días de recogimiento, con invitación a compartir la liturgia de las horas con la comunidad.

Me admiró especialmente su labor social. Les llegan alimentos a punto de caducar de supermercados cercanos y, con ayuda de amigos, los entregan diariamente a los necesitados. “Muchas personas tocan esa puerta cada día” – me dicen, y ellas responden con solidaridad y ternura. Se les nota sensibles a la situación del país, en sintonía con los más pobres… No podía ser de otra manera: profundas horas expuestas al Pan bendito, mucha intimidad con el Amor, las lleva a conectar con los vulnerables donde Él espera. La misión es esencialmente contemplativa, y ellas la viven.

Debería contar muchas cosas más: que hacen hermosos iconos y otros objetos artesanos, que se llevan rebién con los vecinos, que todas estudian Teología u otras carreras, que a veces no hay recreo porque deben preparar los víveres, que acompañan el canto de los salmos con cítara (primera vez en mi vida que rezo literalmente como David)… pero el más bello impacto que recibí fue su alegría. “Elige ser feliz” se lee en un edificio contiguo, y siento que estas mujeres los son. Lo percibo en sus rostros, en sus gestos, en sus miradas, en el carácter de su plegaria. Su casa es un remanso de alegría en este mundo convulso y violento. Gracias hermanas agustinas por existir y por ser como son. Recuerden que están invitadas al Vicariato, que acá necesitamos misioneras auténticas.

sábado, 9 de marzo de 2024

PARA VENIR A LO QUE NO ERES (Entrada número 1000)


“Para venir a lo que no sabes
has de ir por donde no sabes.
Para venir a lo que no gustas,
has de ir por donde no gustas.
Para venir a lo que no posees,
has de ir por donde no posees.
Para venir a lo que no eres,
has de ir por donde no eres.”
(San Juan de la Cruz)
 
Para venir a lo que no sabes
No sabía que venía a la selva; salí de mi tierra con un plan,
pero llegué a lo que ni imaginaba.
Mi brújula se encantó,
              esta luz,
              la música de estas risas,
              la sencillez descalza 
atrajeron de forma dulce e irrevocable las fibras de mi vocación.
 
has de ir por donde no sabes
           El camino fueron las vueltas del río,
           la sorpresa ante la inmensidad y la belleza sin rebozo,
                        comprender que no comprendo
                        refundar mi mente,
                        deponer en un costado mi equipaje,
                        tunear mi ingenio
                        en lo posible…
Y aun así adentrarme.
 
Para venir a lo que no gustas
Me disgusta ser tan distinto de la gente.
Aborrezco el tacto erizado del mal,
que no puedes esquivar
Los estragos de la corrupción y el abuso,
            la atroz impunidad,
 el pueblo menudo siempre padeciendo.
 
has de ir por donde no gustas
por el claroscuro,
el peritaje en paciencia,
“noches sin dormir y días sin comer” (2 Cor 6, 5).
Por el desfiladero de la disminución
a la vez abrumado por las responsabilidades 
y el trabajo desbordante.
 
Para venir a lo que no posees
Esta claridad en la sonrisa.
Esta aceptación del vaivén de la vida, a veces cruel.
Esta alegre provisionalidad.
Esta pequeñez imbatible.
Esta ausencia de solemnidad. 
No poseo, pero deseo.
 
has de ir por donde no posees
Ensayar, tantear, experimentar, probar.
Sin seguridad,
sin mapas certeros
ni programas,
sólo fluir. Salir.
Porque todo se transforma.
 
Para venir a lo que no eres
Ser otro.
¿Se puede cambiar?
            No hay alternativa, eso es ser misionero.
            Esa locura, ese atrevimiento,
            esa deliciosa contradicción: evolucionar para ser auténticamente yo mismo
                            acá.
 
has de ir por donde no eres
Deslizarme por la aureola del deseo,
respirar los sueños amazónicos.
No hay garantías,
únicamente devoción, intuición, pasión.
Marcho por el amor y sus razones,
ligero y feliz. 


Esta entrada hace la número 1000 de mi blog Kpayo. Empezó el 10 de septiembre de 2008 con un texto muy breve titulado "Encrucijada", escrito en un momento personal de gran incertidumbre y zozobra. Casi 16 años después, jamás podría haber ni imaginado todo lo que pasaría, las experiencias que viviría, los lugares donde llegaría, las personas lindas que conocería... Gracias Diosito por tantísimo; y gracias a los amigos que siguen leyendo estos retazos de vida a lo largo del tiempo. Lo he querido celebrar con esta especie de paráfrasis de un poema de san Juan de la Cruz.

sábado, 2 de marzo de 2024

LLUVIA


Esta última semana llueve todos los días, vivimos dentro un clima mojado, con cielos apaciblemente grises y temperaturas benévolas. En la selva la vida se transforma cuando la lluvia se establece, y es algo delicioso y tristemente cada vez más esporádico, porque el colapso climático al que nos precipitamos se asoma en forma de sequías cada vez más mortíferas.

En la madrugada, un golpe de viento fresco me despierta, e inmediatamente el rumor, primero susurro y después repiqueteo sin ambages. Noto cómo las pequeñas gotas atraviesan la ventana con su malla, y planean sobre mi cuerpo; no habrá cosquillas más suaves. Nomás me volteo… qué rico se duerme cuando llueve.

La borrasca interrumpe muchas cosas, pero sin traumas ni malos humores. Se llega tarde al trabajo, no se puede seguir en la chacra, imposible acudir a la reunión… porque llueve. Está en el ADN de la gente que hay que parar o ralentizarse, y más de uno directamente se irá a su hamaca a dormir sin complejos. Quizás la lluvia sea percibida desde tiempos remotos como un momentáneo oasis primaveral en medio del tremendo calor que se soporta siempre.

Es algo cotidiano que el higrómetro cante el 70% o más de humedad a pesar de que el sol esté machacando sin clemencia; son los famosos ríos aéreos amazónicos, tan invisibles como reales. Entonces en este tiempo de rotundos chubascos, toda esa agua que hay siempre en el aire se materializa y cae dando vida, limpiando y realmente alegrando.

Me gusta creer que miles de litros cúbicos se precipitan sobre el Amazonas y alivian toda esa porquería que baja hasta el mar: residuos de metales pesados (mercurio, cadmio…) por la extracción de oro en las dragas, petróleo, plásticos. Ojalá una catarata de agua cristalina pudiera arrasar la contaminación y restablecer la selva a su pureza original… Soñar es gratis.

Increíblemente Iquitos no está preparada para aguaceros copiosos y sostenidos. Te vas al centro y encuentras tremendos lagos que anegan calles y veredas, el sistema de alcantarillado no tiene capacidad para asumir todo ese caudal y tus piececitos se mojan sin remedio. Algo parecido ocurre con muchos edificios, por ejemplo, colegios que son construidos con diseños y estándares de la costa y no resisten estas violentas tempestades; prontito se manchan de humedad y se malogran. Dinerales botados al agua, nunca mejor dicho.

Pero la gente linda, ellos tranquilos. Los niños empapándose jugando al fútbol bajo el chaparrón, sus risotadas abriéndose paso entre el fragor de la lluvia en los árboles. Unas mujeres en la orilla siguen lavando como si tal cosa, más rápido se va a enjuagar la ropa. Pies calatos embarrados, saltos sobre charcos, canalones transformados en duchas, resbalones en la madera… El agua aumenta la diversión y es siempre agradecida por los pobres.

No se puede salir, ni siquiera lograré ir de mi cuarto a la oficina sin quedar aguachinado; ah ya, entonces voy a agarrar una novela, voy a ponerme ¡calcetines! y miraré la lluvia en las pausas de la lectura. Recordando cuando era niño y tardes así se colmaban de sosiego y hogar. Felizmente todavía quedan.

sábado, 24 de febrero de 2024

ABRIENDO HORIZONTES


Son las 8:15 de la mañana. Paso junto a “mi” oficina de Cáritas San José y las veo en la mesa ya estudiando. “¡¿Quién me está invadiendo?!” – grito, y así obtengo las primeras sonrisas del día, todo un lujo, ¿no? Que ya bastantes borrascas de amargura azotan esos mundos…
 
Se llaman Niurka y Nikol, y son de Tamshiyacu, un puesto de misión río Amazonas arriba, no muy lejos. Se están preparando para postular a una plaza en la facultad de Educación de la UNAP (Universidad Nacional de la Amazonía Peruana), la única universidad estatal que hay en Iquitos y creo que en todo el nor-oriente peruano. Pública y por tanto gratuita, detalle fundamental.
 
Porque en Perú las universidades, igual que los colegios, son un negocio como otros. Hay un montón de universidades privadas y también de institutos (centros que ofrecen estudios técnicos y profesionales) donde se ingresa de frente, sin necesidad de examen, pero la mensualidad es de 300 soles como mínimo. Y esto, unido a los gastos de hospedaje, alimentación, útiles, movilidad, ropa… hace que muy pocas familias de nuestro territorio, en general pobres dedicados a la pesca y la agricultura de subsistencia, tengan alguna expectativa de que sus hijos accedan a estudios superiores.
 
Dentro de un rato aparecerá Nilver, un chico del río Putumayo que apunta a Antropología. Y tenemos a dos jóvenes más en la misma faena: Lady, su hermana, que concurre en la modalidad de pueblos indígenas, y Anita, que es de una comunidad llamada Cochiquinas, cerca de Pebas, en el Amazonas, y también desea ser maestra. A los que logren su cupo, el Vicariato les concederá una beca que les permitirá avanzar en su proyecto.
 
Pero no es tan fácil. Si uno se presenta al examen, que es el 3 de marzo, así nomás, tiene muy pocas posibilidades. Y no solo por el obstáculo puramente numérico (estamos hablando de miles de alumnos de toda la región Loreto para apenas unos cientos de plazas muy peleadas), sino por la brecha en los aprendizajes básicos que presentan los adolescentes de las comunidades del río, que terminan su secundaria lastrados por graves deficiencias en lectoescritura y matemáticas, y con un nivel académico real muy inferior al que dicen sus calificaciones.
 
Por eso es casi obligado, y especialmente para los de fuera de la ciudad, apuntarse a una “Pre”, es decir, a una academia donde preparan específicamente para la prueba. Las Pres son otro pelotazo: una marea de chicos y chicas desesperados por ingresar a la universidad, lugares donde compruebas que es cierto que más de la mitad de la población del Perú tiene menos de 18 años, ¡qué muchedumbres! Por supuesto les cobran hasta por respirar: la matrícula, el libro (lo llaman “prospecto”), tasas de varios pelajes y diez soles por cada simulacro. Lo explico.
 
Nuestras huambras pasan la mañana en el Vicariato estudiando, almuerzan acá y se marchan a sus clases en la Pre. Cuando salen van a casa de la tía de una de ellas, donde se alojan, pero allí no se dan las condiciones para concentrarse en el estudio por el ruido y por el hacinamiento; por eso regresan a mi despacho al día siguiente. Los profesores de la Pre se enfocan mucho en el examen: el estilo de las preguntas, los contenidos que suelen caer… Cada sábado hay un ensayo (“simulacro”) con modelos similares al de verdad o de otros años, se miden los puntajes y los estudiantes pueden ir calibrando qué tan cerca estarían de lograr su objetivo.
 
Les damos una mano para que puedan inscribirse en la Pre y durante estas semanas dedicadas a estudiar a full, y rezamos para que se les dé bien y tengan éxito. Voces derrotistas dicen que las plazas están todas vendidas… pero yo he visto ya ganar a algunos de nuestros muchachos, y hay que creer. Ese día buscaremos una torta “selva negra” para celebrarlo, recién podrán obtener la beca y entonces comenzará una vida nueva para ellos, con un bonito futuro si aprovechan su oportunidad.

Y las ayudas para esas becas llegan de organizaciones y personas generosas. Mensajeros de la Paz lleva algunos años apoyando; las comunidades parroquiales del arciprestazgo de Fregenal-Fuente de Cantos (Mérida-Badajoz) están haciendo una campaña y nos enviaron 3000 € hace pocos días; las Cáritas de mis queridos pueblos Valencia del Ventoso y Valle de Santa Ana compartieron este año el resultado de su “Pincho solidario” y su gesto de Navidad respectivamente; en Zafra la Junta Local de Hermandades y Cofradías se ha comprometido y organizó un chocolate con churros el pasado sábado 17 de febrero. También en Valle de Matamoros, en Mérida, La Lapa, Atalaya… Y mucha gente aporta personalmente su poquito. A todos les digo gracias, porque realmente merece la pena el esfuerzo. Es abrir horizontes para Nikol y Niurka, y otros muchos. Ya les contaré cómo les va a estas mocitas.