lunes, 24 de mayo de 2021

OTRA FORMA DE ENTENDER LA VIDA


A cinco jornadas del final, pocos confiaban: después de haber pedido tal cantidad de puntos frente a los dos grandes, su aliento en la nuca rojiblanca, era una cuestión de tiempo que uno -o los dos- nos alcanzara y superara. Porque “en alguno de los partidos el Atleti seguro que falla”, repaso en whatsapp (qué cruel es la hemeroteca). No contaban con la tenacidad y la fe en el trabajo de los humildes.

Es otra manera de entender la vida, como reza el eslogan del club estos días. A todo el mundo le cae simpático el Atleti, es como el Robin Hood que se atreve a pararse ante los poderosos, y cuando gana acontece una anomalía digna de emoticono y felicitación. Pero poca gente se atreve a ser colchonero hasta el tuétano porque eso conlleva sufrimiento y paciencia. Es más fácil apuntarse al caballo ganador, Perú está llenito de polos de Messi o Ronaldo, figuras y entidades que aseguran a sus seguidores una rutina de uno o dos trofeos anuales.

Luis acuñó el famoso “Ganar, ganar y volver a ganar”, pero yo creo que en el Atleti debería ser “Luchar, luchar y volver a luchar”, o “Caer, levantarse, apretar los dientes y continuar”, algo así. Por eso lo nuestro es intentar asaltar la Liga, donde hay tiempo para varios tropezones, para hundirse y recuperarse con resiliencia futbolística, con fe y esfuerzo.

Así hemos vencido, exigidos hasta el último minuto, remontando los dos últimos partidos, con la acostumbrada épica, al límite. Ningún colchonero dirá: “Yo lo sabía, no tenía dudas”. Menos lobos, no lo teníamos tan claro, hemos experimentado ya sobradamente que la catástrofe en la línea de meta está en nuestros genes y quien diga que no temblaba, miente. Como dice mi amigo José Ignacio Gómez Carrillo, el cagómetro echaba chispas. Jeje.

Los colchoneros somos gente con los pies en la tierra. No estamos todo el día entonando el “We are the champions”, no podemos competir contra los poderes económicos y fácticos del deporte español, y lo sabemos. Además, como somos “el pupas”, también tenemos asumido que la Copa de Europa se nos resiste porque ahí hace falta una buena ración de suerte. No solo no nos traumamos por terminar una temporada sin rascar nada (son dos títulos de liga en 8 años), sino que cuando nos toca lo disfrutamos al máximo porque sabrá Dios cuándo volverán las mieles de la gloria.

Ha sido la liga más extraña, la de los estadios vacíos y el VAR desnaturalizando el juego. El año en que fichamos a Luis Suárez, supuestamente acabado para la élite, y él ha acabado por darnos la victoria con un gol que ya es patrimonio del orgullo rojiblanco. La temporada de las lesiones, los positivos por COVID y la afición gritando a las puertas del Wanda. Mirando un poco hacia atrás, reconocemos que por una vez la vida es justa y ha ganado el mejor, aunque a punto estuvo de irse todo al agua.

De modo que ahora celebramos, sin humillar ni creernos más que nadie; no somos “el mejor club del mundo”, ni “más que un club”, intentamos nomás ser fieles a quienes somos. Festejamos con la fruición del menesteroso, apurando y archivando buenas dosis de regocijo para cuando vengan torcidas, que será pasado mañana. Alzamos las manos y recargamos nuestro ideario: "Un mito. Una fe. Nunca abandonaremos". “Cree y verás la gloria”. “Si se cree y se trabaja, se puede”. “El tiempo coloca a cada uno en su lugar”.

¡¡¡¡AÚPA ATLETI!!!!!

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