Esta llegada al nuevo destino ha sido única en mi vida: entrar en la casa misionera y ya no salir a causa del coronavirus. Ni misa de presentación a la comunidad, ni saludo a las autoridades, ni reuniones, ni paseo por la calle para ir conociendo… nada de nada. Nomás encierro, inquietud y tedio, como tanta gente en el mundo entero.
Cuando el 15 de marzo los casos en el Perú
alcanzaron los 70, el gobierno decretó el estado de emergencia con la
consiguiente orden de aislamiento social. Comenzó el día 16, igual que en
España, con la diferencia de que ese día se registraron allí más de 7000 casos
y ya habían muerto más de 250 personas. Si España hubiera reaccionado con la
misma rapidez, tendría que haber iniciado la cuarentena tal vez el 1 de marzo,
cuando había 84 casos y ningún fallecido.
Es decir, España pasó de 1 a 84 casos en un
mes (del 1 de febrero al 1 de marzo); Perú pasó de 1 a 71 en solo nueve días (del
6 al 15 de marzo). Todo esto significa que acá
llevamos dos semanas de ventaja pero que quizás no sirva de nada porque parece que vamos
bastante peor que en España. ¿Y pa
qué todos estos datos? Pues para que vean lo que hace el aburrimiento de ya 10
días de reclusión.
El sábado 14 estaba en Iquitos. En la
reunión del Consejo de Misión decidimos suspender
la Asamblea Vicarial, programada para comenzar al día siguiente. A partir
de ahí se desencadenó un maratón de llamadas, mensajes y gestiones para detener
a los que aún no habían salido de casa y arreglar la manera de regresar a los
que estaban ya en Indiana o Iquitos. Un lío agravado por la confusión y la
desinformación: nadie te daba seguridad de nada.
El lunes, primer día del estado de
emergencia, comenzó a restringirse la movilidad por el Amazonas. Iba en
motocarro por la avenida La Marina y veía a los soldados con mascarillas
deteniendo las motos y espaciándolas. En el puerto de Productores me dijeron
que “posiblemente” habría deslizadores a Indiana ese día, pero que el martes ya
no se sabía. Tengamos en cuenta que la
única vía de comunicación, la única “carretera”, es el río (no puedes caminar
o agarrar tu carro e irte tranquilamente a tu casa, como en Badajoz), de modo
que existía un grave riesgo de que mucha gente quedara “atrapada” en la ciudad
sin poder retornar a sus pueblos, y yo entre ellos.
A las tres de la tarde, quince o dieciséis
misioneros esperaban en la lancha Gran Diego para bajar hacia Pevas, San Pablo
y Caballo Cocha y volver a sus hogares; la embarcación no zarpó hasta las 11:30
de la noche, porque había más de 400
personas y Capitanía no dejaba salir a las motonaves con tanto peso. Me
avisaron por whatsapp y ya pude dormir tranquilo; porque yo había conseguido
subir a un rápido (una vez que vi que todo estaba más o menos en orden en la
oficina) y me encontraba en Indiana desde el mediodía.
Al
día siguiente se declararon los dos primeros casos de infectados por covid-19
en la región Loreto, ¿y dónde? En Indiana. Un guía
turístico que trabaja en uno de los albergues de la zona había acompañado días
atrás a un grupo de chinos; se sintió enfermo, se fue a la posta médica (¡a dos
cuadras de donde escribo!) y enseguida, protocolo de evacuación al hospital
regional de Iquitos, prueba, positivo y aislamiento.
La gente tarda en enterarse, de manera que
los dos o tres primeros días se veía pasar por la vereda a mamás con niños, a viejitos…
hasta que la municipalidad decidió limitar
el horario de compras de alimentos de 5 a 8 de la mañana. Después de muchos
comunicados por el parlante y avisos de la policía, Indiana por fin se desertizó. Aunque de vez en cuando se ve
a algún irresponsable que no hace caso, como en todas partes.
Hay que entender que en este país, donde el
73% de la economía es informal (y más en nuestra región pobre extrema), esta
situación lleva al límite a muchas familias que simplemente no tienen un sueldo
y viven al día. El señor que ofrece maní
por las mañanas compra la comida de ese día con lo que saca de su venta;
los que llegan de las comunidades a vender sus productos al mercado allí mismo se
abastecen para su familia. La precariedad es tal que pronto tendremos gente en
la misión pidiendo comida, seguro.
Parecía que por estos lares el virus no iba a llegar, por la lejanía, el clima, etc. Pues toma: 208 casos confirmados en la Amazonía y un fallecido a día de ayer 24 de marzo, según REPAM ¿Qué hacer? Como decía un whatsapp que recibí hoy y me hizo sonreír: “¿Cómo, que allí también está esa cosa? Pues a ver cómo hacen para cerrar la selva, manda huevos”. (Continuará).
Parecía que por estos lares el virus no iba a llegar, por la lejanía, el clima, etc. Pues toma: 208 casos confirmados en la Amazonía y un fallecido a día de ayer 24 de marzo, según REPAM ¿Qué hacer? Como decía un whatsapp que recibí hoy y me hizo sonreír: “¿Cómo, que allí también está esa cosa? Pues a ver cómo hacen para cerrar la selva, manda huevos”. (Continuará).
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