Una voz se alza en medio de la asamblea. Es una mujer shipiba que ora en su lengua.
Está sentada a un metro de mí, y puedo notar cómo la plegaria surge de sus
entrañas, los ojos cerrados, ese tono dulce y firme a la vez, una espléndida banda
sonora de la espiritualidad indígena. Los nativos y los que hemos querido
hacernos amazónicos quedamos sobrecogidos.
En cambio el padre Diego Clavijo, intrépido
salesiano continuador de la obra del gigante Luis Bolla entre los achuar, nos
enseña a “aplaudir” en su idioma: una serie de sonidos guturales que culminan alzando
todo el mundo las manos: “¡¡UH-UH-UH-UUUUUH!!”. Es la gramática indígena del entusiasmo, la alegría y el agradecimiento,
todo en uno. Y es que nos sentimos felices de estar juntos estas jornadas de
encuentro en Lima.
Diego Clavijo y los diáconos achuar |
Durante tres días nos reconocemos, nos
reencontramos. Porque este espacio hace algunos años que se había dejado vacío
y mudo. Invocamos el proceso de escucha
presinodal, ponderamos y celebramos el valor de escuchar a los pueblos
originarios; recordamos asambleas, reuniones, debates… más de 85.000 personas
participaron. Luego, algunos de los que estuvieron en Roma nos cuentan sus
experiencias y nos transmiten sus
sensaciones como si fueran nuestra ayawaska,
capaces de hacernos ver.
Nuestros sabios nos hablaron de
espiritualidad indígena; de las madres de las plantas, la yuca dulce, la coca y
el tabaco; de la danza y el canto como medios de comunicación con lo Divino;
del ayuno, de la concentración, del silencio en medio del bosque, donde
aprendemos que todo está conectado
(LS 117). ¿Cómo promover el diálogo entre las distintas espiritualidades? ¿Cómo seguir siendo Iglesia escuchante, presente,
respetuosa? ¿Cómo interpretar de manera nueva el contenido de la misión y avanzar
por la trocha de la interculturalidad?
Se nos mostraron testimonios de inculturación lograda: 1✔el pueblo recibe el mensaje en su código, no en un habla extranjera
/ 2✔el pueblo acomoda el mensaje a sus
propias categorías y lo torna comprensible / 3✔el pueblo discierne su propia cultura a la luz del Evangelio, que ha
hecho suyo. ¡Es posible! Una maravilla a la que Diosito nos invita, la tarea
fascinante de caminar juntos para
plasmar una iglesia con rostro amazónico. Pero se insistió en un previo
ineludible para los misioneros: aprender
la lengua y aprenderla a fondo, para llegar al meollo, al alma de la
cultura.
Llegado el momento de las conclusiones,
para no caer en el “ahoraqueísmo”, se concretaron varias cosas. Necesitamos ampliar
nuestra conexión, explorar nuevos modos
de articulación y coordinación horizontal en educación, lucha por los
Derechos Humanos, formación de líderes, planes pastorales, incidencia ecológica…
Trabajar más en red, juntarnos,
estar comunicados e informados rompiendo fronteras eclesiales y mentales.
Había misioneros clásicos, gigantes con
décadas de inculturación en la selva; había otros más novatos, y algunos incluso
recién llegados. Como no podemos clonar a los rukus, a los superexpertos, los mismos pueblos han de asumir su responsabilidad, les llegó la hora de ser sus
propios pastores. Y pueden lograrlo por mística y por confianza, impulsados
con el inmenso amor por la Amazonía que respiramos todos. Es nuestra tierra,
así lo vivimos, con regocijo y con compromiso.
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