martes, 12 de marzo de 2019

DÍA DE LA MUJER


Casi cada año por estas fechas me pregunto si realmente es efectivo y conveniente dedicar una jornada a reivindicar la igualdad de derechos de la mujer. Lo digo por el regusto que me dejan algunos comentarios de diversos pelajes ideológicos, y también por el despropósito que colorea actos y discursos que terminan siendo versiones torpes del machismo que por desgracia todos llevamos instalado de serie en nuestra programación cultural.

Hay un cierto machismo oportunista y condescendiente que me avergüenza: “Por supuesto que estamos todos muy concienciados de la importancia de la mujer, y que hay que darle el lugar que le corresponde en la sociedad”. ¿Y quién lo tiene que “dar”? ¿Serán los políticos? En un país como el Perú, donde solo hay 8 mujeres alcaldesas en los 1872 municipios entre distritales y provinciales. Me da la impresión de que la campaña la utiliza el sistema, en buena medida, para legitimarse… y que todo siga exactamente como está.

Luego hay una clase de feminismo reactivo, el de quienes afirman que la mujer y el hombre son algo así como idénticos. Creen que liquidando el lenguaje inclusivo se alcanzarán hitos de equidad, y ahí aparecen “las miembras” y otras lindezas. Tal vez a eso se refería el Papa con lo de “machismo con falda”. Pero el varón y la mujer son diferentes y complementarios; tienen la misma dignidad, y ambos, juntos como “el ser humano completo”, son semejantes a Dios según el mensaje bíblico.

Además están los intentos por realzar el valor de la mujer… reivindicando su rol tradicional de esposa, madre y cuidadora. Ay Diosito. En el folleto de actividades (que por cierto consisten en un campeonato de futsal y un pasacalles) de la municipalidad de Islandia con motivo del 8 de marzo hay unas citas de lo más ilustrativas: “Mujer!!! Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu permiso” (¿con su permiso sí?). “Después de las mujeres, las flores son lo más hermoso que Dios le ha dado al mundo”. “Puede ser que el gallo cante pero… es la gallina quien lleva los huevos”. Esta última mejor no la comentamos.

Claro, es que por acá no tenemos muchas alcaldesas ni astrofísicas que poner como ejemplo… Sencillamente porque en nuestra región el 41% de los alumnos abandona la escuela primaria, y de ellos el 53% son niñas. El índice de embarazos adolescentes está por las nubes; chivolas a las que se les acaba la vida muy temprano, y ya no tienen más aspiraciones que criar bebés. Cosa muy linda, pero no necesariamente incompatible con los estudios secundarios y la universidad. Y cada año, en la fiesta nacional y el aniversario del distrito, un evento fijo del programa es el reinado: concurso de belleza para niñas de 14 a 18 años, exhibición pública del cuerpo femenino. No puede ser para más mayores porque casi no las hay que no sean mamás o estén embarazadas, y claro, ya no son tan bellas.

De modo que recarguemos la demagogia anual por estas fechas. Y salgamos al pasacalles, donde encontraremos a las trabajadoras municipales con disfraces y pancartas, un puñado de personas más y alguna burla entre la indiferencia general; desolador, casi es preferible no hacerlo. ¿No sería mejor hablar menos, dejarnos de tantos lazos y globos violetas, y ponernos a trabajar más desde la base? Sustanciar la promoción de la mujer en programas electorales claros y concretos, hacer leyes que protejan la igualdad, currículos escolares no sexistas, liquidar el reinado... tantas cosas. Nosotros en la misión posibilitar que las chicas estudien secundaria apoyando a los papás económicamente, animar a las mujeres para que asuman cada vez más responsabilidades en las comunidades, luchar contra el maltrato, el abuso y la trata de personas…

Para terminar dejando buen sabor, algo hermoso que me he encontrado en un libro de sabiduría oriental que estoy leyendo: “Dios, en el último momento del sexto día, creó a la mujer (…). La última creación fue la mujer (…). Esto significa que la mujer es un refinamiento del hombre, una forma más purificada (…). En lo que respecta a la humanidad, la mujer es lo más elevado (…). Dios creó a la mujer después de crear al hombre porque solo la podía crear después. Primero tienes que crear la energía en bruto para después poderla refinar (…). Y hay un mensaje en esta alegoría: que todos los hombres se tienen que volver femeninos antes de alcanzar el séptimo centro (…). Las cualidades femeninas son más elevadas que las del hombre, surgen del hombre, florecen a partir del hombre”.

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