Es mejor no hacerse muchos planes. "Llegaré a Chachapoyas sobre las 2, entonces voy al banco, luego a comprar nosequé, busco un carro a Mendoza, llego para la reunión, blablabla...". Nooooooo. Error. Porque en cualquier momento puede ocurrir cualquier cosa que da al traste con las programaciones. Como por ejemplo, un huayco.
Yo tampoco sabía lo que era, pero ya lo he aprendido para todas las veces (se puede mirar en http://www.predes.org.pe/huaycos-400): un alud de lodo, piedras y palos con un poder destructivo tremendo. No es solo un derrumbe o un desprendimiento de tierra: las fuertes lluvias forman una bolsa de agua que, al caer, echa abajo literalmente el cerro arrasando lo que encuentra a su paso, carreteras, personas y planes.
Cuántas veces comentábamos en África que "hay que prever los imprevistos", jajaja. Pues acá también. El autobús se paró en la zona de Aserradero. Ni palante ni patrás. Una hora y sin novedad; unos dicen que para dentro tres días, otros que ahorita se abre, y todos con la famosa frase: "no hay pase". Cuatro horas después, y a la vista de que hay un muerto, la policía ordena cerrar la vía y regresar a todos los vehículos a Bagua, a casi una hora de camino.
Una carrafilera de carros y camiones de todo tipo invade la ciudad, entre ellos más de cuarenta autobuses. Los de la empresa Movil Tours, donde vamos Katy y yo, son unos nueve. Llevamos 26 horas sin ducharnos y a medio comer, así que nos sabe a gloria la acogida que nos brindan en la parroquia; otra gente va a hostales o a casa de algún familiar, pero muchas personas pasan la noche en el bus. No podemos coger las maletas, así que lavo la ropa y más o menos se seca mientras duermo. Por la mañana me voy temprano a la terminal: colas en la ducha, hacinamiento, cansancio y síntomas de tedio en el personal.
El sol empieza a pegar duro. Me turno con una familia de mi parroquia de Mendoza para ir a desayunar (la tribulación une mucho). Varios niños juegan desconocedores del aburrimiento, los bebés maman, los adultos nos entretenemos como podemos y a media mañana un empleado dice que habrá pase sobre las tres e increíblemente así es. Tardamos casi dos horas en llegar a las inmediaciones del suceso, y allí el bus se detiene de nuevo. Casi dos horas más ahí, junto al cerro afectado, por momentos con todas las luces apagadas... Se te pasa de todo por la cabeza: "como se ponga a llover y eso se desprenda...". Echamos a rodar despacito; al pasar por el sitio exacto vemos los estragos del huayco y es terrorífico. La fuerza impresionante de la naturaleza, que lo arrasa todo a su paso...
Finalmente, sobre las 10 de la noche, llegamos a Chacha. Ha sido un viaje de más de 56 horas. Ya comentábamos en Iquitos que aquí jamás hay que cantar victoria antes de tiempo, aunque aparentemente lo tengas en la mano, esté ya casi conseguido, te falte un instante o medio metro, porque puede irse la luz, caer un peñasco, desaparecer misteriosamente el de la ventanilla, desatarse una tormenta horrorosa o darle un ataque de apendicitis al presidente. Hasta que el árbitro no pite el final, hay partido. Eso me recuerda que el otro día la cosa acabó Atleti 4 - Real Madrid 0. Jejeje. Y por cierto, es irrevocable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario