miércoles, 31 de diciembre de 2014

JULIÁN TORERO


Tiene unas manos fuertes y la piel de la cara curtida, de hombre de campo. Entra en la cocina mientras Catalina pone el desayuno, antes de que su hija Mª José me corte el pelo. Llega fumando, y su mujer le relata y le recuerda el último arrechucho, un susto en el corazón que lo tuvo ingresado varios días hace poco. Pero él, impermeable, se bebe su café.

Mientras me cuenta sus historias pienso que tengo que escribir sobre él; pero luego lo voy dejando, hasta que, un día peruano, un sobresalto me descubre que ya no me da tiempo. Y me siento impotente, lejos de los silencios y los abrazos y los besos que se necesitan en momentos así de oscuros, y que yo no puedo ofrecer como quisiera... Pero hoy, la Navidad hace que Julián, José el coco, Francisco granao... todos me duelan, igual que noto la distancia de mi familia.

Enrique me contó varias veces la historia del mote de Julián, que me parece desternillante. Era un zagal que quería ser torero, y tanto se empeñó, que con 24 años, mas o menos, llegó el día de la alternativa. La plaza de Jerez a rebosar, todo Santa Ana allí, no cabía un alfiler. Julián que pisa la arena, preparado, me lo imagino con los latidos desbocados, en tensión, mirando a la puerta del toril, su gran momento. El novillo asoma... y Julián se queda parado, como petrificado; el bicho que se va acercando, los gritos de la gente, y el muchacho que no reacciona, que se arropa con el capote, paralizado... ¡hasta que el novillo lo coge!

No le pasó nada grave, y lo que vino después debió de ser la repera: ante la decepción, los jerezanos se fueron a por Julián y le querían tirar a una fuente de agua, pero ahí surgieron mis santaneros a defenderlo: "¿Quién? ¡A ver si alguien le toca un pelo a nuestro paisano!". Probablemente hubo varias bofetadas y lindezas, pero Julián se salvó, jamás volvió a intentar torear y pasó a llamarse desde entonces y para siempre El Torero. Jajaja, para troncharse.

Su familia tenía ya de antes un negocio de leña y otras cosas, y después de este suceso compraron un camión, de manera que en adelante Julián se dedicó al carbón con éxito y sobreponiéndose a todo. De hecho varias veces me contó sus peripecias en el trabajo: caídas de madrugada, golpes en la cabeza, cortes, quemaduras... Pero como si nada, el tío se lavaba con agua clara y de nuevo a la faena. Como si lo peor que le hubiera pasado fuera lo de la plaza de toros y a partir de entonces, ¡to palante!

Julián siempre me ha parecido indestructible. Por eso me quedé atónito cuando conocí su pérdida, y todavía estoy impactado. No puedo evitar recordarle en estas fechas, junto con todos los que en este año hemos despedido. El cariño a mi pueblo me alcanza a ofrecer este regalo a Catalina, a sus hijos, a Teresa, a Tere, a Encarna, Encarna, Encarna, Chon, Pili... todos los que hoy sentís la herida abierta. Nadie nos puede quitar el amor a nuestros seres queridos, porque el amor es más fuerte que la muerte, el amor es Dios. Ánimo desde estas tierras. En 2015 hemos de seguir caminando, compañeros, aunque a veces haya que arroparse la vida. No queda otra.

2 comentarios: