martes, 11 de marzo de 2014

LA PERPLEJIDAD DE LOS DEL SATÉLITE


Recuerdo cómo nos reímos en el telogado con la película "El Gran Lebowski", y especialmente me acuerdo del comienzo, esa escena en la bolera con el tema "The Man in Me" de Bob Dylan como telón de fondo, ¡qué marchada de pinza de los hermanos Coen, pero qué divertido!

Una canción genial cuyo "lalalala" he visto días atrás como parte de una publicidad -qué jarto estoy de la tele, tengo que escribir otra entrada sobre ello- y que expresa, al menos en el título, algo muy gracioso y muy estimulante: salir uno fuera de sí mismo para observar "El hombre en mí". ¿No lo habéis probado? Pues resulta pedagógico, sano y necesario. El palabro objetivarse, con un regusto ignaciano, es lo que define eso con precisión.

The man in me will do nearly any task
As for compensation, there's a little he will ask
Take a woman like you
To get through to the man in me...


Verme desde fuera. Esta mañana, cuando voy bailando del salón al despacho en albornoz (nada me va a amargar lo más mínimo este día tan precioso de sol) porque me siento feliz. O en la reunión de anoche, seria y sesuda. O en el trato con la gente, por la calle. Mirar con benevolencia mis comportamientos, las reiteraciones, las meteduras de pata, los rituales. Con sentido del humor, sin tomarme demasiado en serio. Verme incluso sufrir, con ternura. Como Dios nos mira.

Eso es lo que hacen los del satélite. Si hombre, ese satélite que día y noche nos espía y observa todo lo que hacemos. Digo yo que estarán, delante de sus pantallas, en estado de permanente asombro de la cantidad de tonteras que el personal se marca al cabo del día. Como cuando "Jesús" coge la bola y la chupa un poquito antes de lanzarla, y el Nota dice: "El puto Quintana". Jejeje.

[185] 2ª regla. La 2ª: mirar a un hombre que nunca he visto ni conoscido, (...) considerar lo que yo le diría que hiciese y eligiese (...) y haciendo yo asimismo, guardar la regla que para el otro pongo. Pues eso: salirme una mijita de mí mismo. Así espabiló el profeta Natán a David: le contó un cuento sobre un hombre malvado para que el rey, al verse desde fuera, descubrió lo pecador que era (2 Sam 12, 1-7).

Salirse momentáneamente de mi pelleja. Qué bueno. Yo de vez en cuando saco la mano y saludo a los colegas del satélite, que hay que darles vidilla sean extraterrestres o de la CIA (...). Y ahora leo lo que escrito, lo veo desde fuera y pienso que a mí también se me ha ido la olla como a los Coen.

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