lunes, 8 de julio de 2013

UN HUEVO FRITO Y UN VASO DE VINO PARA DESAYUNAR

Cuando en San Asensio, este pequeño pueblo, abres la ventana al amanecer, tus ojos surfean por un océano de vides. El aire fresco y fragante te recorre el rostro y tu corazón tintinea. Y es que en La Rioja todo parece suavemente encantado.

Te sientas a desayunar y te jincas un huevo frito con salchichas y un vaso de clarete. Toma castaña. Hay que armarse porque las sentadas del consejo de redacción de la revista Militante Mundo Rural son de órdago: un día y medio a tope, revisando el curso que termina y programando el que empezará. Somos siete los componentes del equipo, pero este año se nos han unido un par de colaboradores.

El ambiente es cordial y distendido, y las reuniones son sesudas. Tano, el presidente nacional del Movimiento, dice que le damos un montón de vueltas a todo, y es verdad: la estructura de la revista, su línea editorial, el diseño, la difusión, los contenidos, el estilo, la maquetación... Resulta apasionante atisbar, mientras dialogamos y discutimos, cómo se va esbozando el número de enero sobre ser ciudadanos o el de agosto dedicado a la agroindustria. Es hermoso parir una revista, algo que me gusta hacer desde que era niño.

Luego, durante los meses de invierno, ellos trabajan a ritmo de reuniones mensuales. Yo leo los artículos, los corrijo, les mando sugerencias e indicaciones, y me uno en la distancia al diálogo y la confrontación de pareceres y enfoques. Todo en la revista es voluntario y democrático, y quizá por las dos razones siempre decimos que es un milagro que siga saliendo cada año. Hay compañeros que llevan más de treinta temporadas a golpe de riñón...

Por la noche, para desentumecer los músculos y oxigenar el cerebro, damos un paseo. Y nos tomamos un algo en Briones, o en Haro, con buenas risas que ya vienen pergeñadas desde los vinos del mediodía. A la vuelta me encuentro arropado por otro mar, este de estrellas, que precipitan su hermosura profunda y antigua hacia mi asombro. Y allí, al fondo, como jugueteando con este silencio manso, la brisa dueña del cementerio de los hermanos de La Salle.

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