sábado, 6 de abril de 2013

UN PAPA COMO PARA INVITARLO A COMER


Me encantan y me enseñan mucho los comentarios sencillos de la gente a propósito de las cosas que pasan en esos vaticanos y que conocemos por la tele, y en concreto acerca del cambio de Papa. Son perlas del sentido común adornado con un puntito de humor de pueblo.

Primero el Papa “que se fue”. “Pues claro, es que estaba viejo el hombre”. “Cuando ha salido ahora con el otro, ¡qué bajón ha pegado, ¿eh?!”. “Ha visto que no podía y ya está, ha hecho bien”. “Él veía todo lo que hay ahí metido y ha dicho: yo me voy; y lo mismo que yo deberíais hacer muchos de vosotros”.

Con esto pasamos al capítulo de los cardenales. “Qué panzá de curas hay allí, ¿pa qué querrán tantos?”. “Se les ve que son muy viejos, ¿no?”. “Yo los pondría a todos a arrancar hogarzos, iban a ver lo que es trabajar”. “En ellos no se ve la vida de Jesús. Estuvo perseguido desde antes de nacer, y lo mataron los poderosos por defender a los pobres”.

Y ahora, el “Papa nuevo”. Resulta increíble ver que Francisco es una persona que le cae a todo el mundo espontáneamente muy bien. “Se le ve un buen hombre”. “Qué buena gente”. “Cómo sonríe”. “¿Y cuando se inclinó pidiendo la bendición?”. “Ahora tiene que meter aquello en vereda”. “Hay que poner las cosas de la Iglesia a la conveniencia de hoy día”.

Me pasma cómo el Papa se metió a todo el orbe en el bolsillo el ratillo que salió al balcón con el traje blanco. Estoy asombrado de la necesidad que teníamos de una inyección de frescura y de esperanza. Lo vemos lavar los pies a los chavales reclusos y alucinamos en colores. Nunca un Papa me había implicado personalmente tanto, me había hecho sentir tanto orgullo por ser uno de los suyos, quizá porque nunca había visto al Papa tan "mío", tan “uno de los nuestros”… En él creo que sí que se intuye la vida de Jesús.

El otro día un hombre por la calle: “El Papa da la impresión de ser de pueblo, ¿verdad?”. Si en misa pedimos por el Papa, veo al personal asintiendo con la cabeza. Pero lo que más me ha gustado ha sido lo que me dijo una mujer mayor: “Me encanta el Papa. Yo creo que si lo invitas a merendar a tu casa un día cualquiera, viene y se sienta y se come lo que le pongas sin hacerse problema por nada y dándote conversación, ¿no te parece?”. Claro que me parece. No lo podría expresar con más acierto.

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