Hace algunos días que he visto la película "Las 13 rosas"... cómo se te encoge el corazón, qué lágrimas de cocodrilo a la hora de irme a la cama. Coincide con las peripecias mediáticas que casi cada día nos sirven sobre el juez Garzón, y, francamente, me da un poco de repugnancia cualquier actitud que se acerque a la utilización política o partidista de las cosas que pasaron... fueron tan terribles que es de descerebrados frivolizar con el asunto.
Lo digo no por los tertulianos, los blogs de tres al cuarto, los libros o el cine, sino por las conversaciones que tengo acerca del tema con personas que vieron cómo mataban a su padre o a su hermano junto al cementerio del pueblo. La última vez hoy, sin ir más lejos; una mujer mayor me cuenta cómo fusilaron a su hermano, infeliz que venía del campo al que cogieron por culpa mirusté de unos vecinos que le tenían inquina al zagal porque mi padre había votao a la república... Tremendo cómo le temblaba la voz, cómo se contrajo su cuerpecillo de más de ochenta años: juntaron a tres o cuatro desgraciaos en un carro y los aventaron a la tapia del cementario; y tó porque no había saludao "arriba España" por estar liándose un pitillo... Mi madre me agarraba y las dos vimos cómo caía, no se molvida el ruio de las balas. Tenía 22 años...
En el origen, el rencor; y ahora más rencor. Más memoria, más violencia. Porque son heridas tan horribles que ni 70 años después están curadas, es increíble. Basta de utilizar a la gente para atacar a los adversarios políticos, basta de desfachatez y de desvergüenza; basta de querer ganar guerras después de haberlas perdido, basta de canonizar a unos a costa de la bestialidad de otros... Más respeto para estas personas. El horror no tiene bandos.
Cómo lloraba hoy la señora... con razón, no como yo con la película. Lloraba con el eco de los disparos en sus oídos, la mano crispada de su madre aferrando su brazo y el sabor de la injusticia y la impotencia amargándole ¡todavía! el corazón.
Para que haya reconciliación, hace falta mucha generosidad por parte de todos, y somos un país muy ruín. Un abrazo amigo
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