Si glogleamos Cuninico, la pantalla se llena de
manchas de petróleo. Y de tristeza. Este lugar situado en el río Marañón,
frente a la reserva natural Pacaya-Samiria, en el corazón del territorio
kukama, es como el epicentro de la injusticia medioambiental que el Perú ha
naturalizado, desgraciadamente.
De nuevo Cuninico, como en 2014 y como todos estos años que
han transcurrido, porque el atentado contra la vida y la salud no concluye
cuando supuestamente “se limpia” el vertido, recién empieza: el agua queda
contaminada, los peces envenenados, las chacras fracasadas. La gente toma esa
agua y cocina con ella esos peces y demás alimentos; los moradores se bañan en
la quebrada intoxicada, con esa agua lavan su ropa y sus enseres.
Pena y cansancio pues, porque no es nuevo1. ¿Cómo
es posible que el oleoducto norperuano, inaugurado en 1976, no reciba el
obligatorio mantenimiento por parte de Petroperú? Peor: ¿cómo es posible
que ese ducto continúe operativo sumergido en el agua, cuando las leyes actuales
prescriben que esas instalaciones deben ser aéreas, precisamente para facilitar
la contención de las fugas y minimizar así el impacto de eventuales
“accidentes”?
Y pongo “accidentes” así entre comillas porque, si ya hace
ocho años el crimen se debió a la corrosión, que reduce en más de un 70% el
espesor de la tubería, no hace falta ser Einstein para comprender que hoy
ese material está más envejecido y fatigado sin vigilancia y reparaciones. De
“accidente” nada: negligencia, abuso, dejación, irresponsabilidad, delito.
Pero… la versión oficial habitual es que el derrame fue
provocado por los mismos pobladores. Luis Fernández, misionero agustino y
bravo párroco de Santa Rita de Castilla, denuncia esa habitual maniobra de
confusión en una entrevista en la radio La Voz de la Selva: "Lo que
está pasando es doloroso. Saber que la empresa no da ayuda al instante, a pesar
que existe un protocolo y normativa. Esto nos manifiesta que mientras las
comunidades sufren, el Estado mira por otro lado, y hasta llegan a culpar a los
indígenas de la situación que atraviesan (…). Es triste que la empresa
petrolera recalque en todos sus comunicados sobre quién provocó el derrame,
cuando eso debería ser labor de las investigaciones. Por el contrario, en lo
que debería enfocarse Petroperú es en la remediación y contención de los
daños”.
Me resulta estupefaciente comprobar, al leer comentarios a
esta entrevista en Facebook2, que no se trata solo de propaganda
estatal: ¡hay mucha gente que piensa que los mismos indígenas cortan los
tubos! Unos botones de muestra (con sus faltas de ortografía incluidas):
- “Porque no le preguntan a esas comunidades, quien rompio
esa tubería?, Si esa tubería está en medio de la selva y pegado a su comunidad,
entonces ellos mismos provocaron ese derrame con la rotura de la tubería y
ahora se quejan del derrame? Nadie camina por esas selva excepto ellos
mismos”.
- “El estado es consiente q el derrame fue provocado, así q
no se puede dejar chantajear x estos dizque nativos”.
- “Que lo reparen ellos pues. Todos los años joden el
oleoducto. Se acostumbraron al asistencialismo. Cínicos”.
- “Que aguanten xq cortan los tubos no saben que ellos
mismos se perjudican mas bien hagan proyectos de cultivos y ganen con el sudor
de su frente”.
Probablemente no saben que los saboteadores deberían bucear
para romper ese acero… pero es inútil, porque esta violencia verbal, a años
luz de la razón, chapotea en los dominios del rechazo al indio y el
secular racismo. Acusar a los comuneros de Cuninico funciona como un bote
de humo que, alimentado de los invencibles prejuicios contra los “dizque
nativos”, impide ver la realidad. Lo de siempre.
La información queda incompleta si no se menciona que, tras
el desastre de 2014, el Estado ya fue denunciado y condenado a implementar
especiales servicios de salud en la zona. Pero eso jamás se ha verificado,
hasta hoy… Se puede hasta entender que, abrumada por la indiferencia de las
autoridades, la gente cortara el Marañón, impidiendo el tránsito de naves de
Nauta a Yurimaguas.
Miguel Cadenas, el obispo de Iquitos, me cuenta que “siempre
les dije que no cerraran el río, pero hay que estar ahí, si no ganan los
más radicales. Al cerrar hubo un enfrentamiento de los lancheros con los botes
de la comunidad. Estuvieron retenidos seis días. Casi matan a una persona. Probablemente
los dirigentes de Cuninico se van a enfrentar a denuncias penales”. Para
engrosar las maniobras de distracción.
Mientras se discute, se escribe y no se hace mucho más, la
gente sencilla sufre desde hace años alergias, problemas estomacales, vómitos, patologías
de la piel y otros efectos del crudo sobre el organismo humano3
que tal vez ni se conozcan todavía. Paradójicamente en la Amazonía carecemos de
agua potable en vastos territorios, pero comprobamos de nuevo que somos
irrelevantes…
Recuerdo la que se desató a nivel nacional e internacional
cuando el derrame de Repsol en la costa de Lima; en cambio, ¿a quién le importan
unos pocos miles de personas en la selva profunda? ¿Qué significan unos cuantos
indígenas, económica, demográfica y electoralmente hablando? Al menos ya accedieron
a dar pase para que la gente pudiera sufragar en las elecciones municipales.
Cuninico se ha convertido, a mi modo de ver, en un
símbolo multidimensional de las “zonas de sacrificio”4 de la Amazonía
peruana y de la intrahistoria destructiva del petróleo en la región. Muestra
también que “los indígenas”, como concepto global, están manchados en el
imaginario popular, sobre todo urbano. Tenemos ahí un paquete de graves
problemas y como Iglesia debemos discernir cómo situarnos.
1 Recomiendo este reportaje de Antonio López Díaz
en El País en 2015:
https://elpais.com/elpais/2015/11/20/planeta_futuro/1448039716_035520.html#:~:text=Una%20de%20estas%20comunidades%20es,que%20viven%20de%20la%20pesca.
https://elpais.com/elpais/2015/11/20/planeta_futuro/1448039716_035520.html#:~:text=Una%20de%20estas%20comunidades%20es,que%20viven%20de%20la%20pesca.
3 Ya hablé de ello:
http://kpayo.blogspot.com/2016/10/derrames-de-verguenza.html
http://kpayo.blogspot.com/2016/10/derrames-de-verguenza.html
4 Sobre esto hay un excelente artículo de Manolo
Berjón y Miguel Ángel Cadenas:
https://larepublica.pe/opinion/2021/12/27/zonas-de-sacrificio-en-la-amazonia-peruana-contaminacion-iglesia-catolica/
https://larepublica.pe/opinion/2021/12/27/zonas-de-sacrificio-en-la-amazonia-peruana-contaminacion-iglesia-catolica/
Imágenes de Julio Arúa y Elías Pérez.
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