De regreso en Lima y con algunos días antes de volar a la
selva, considero el mes de vacaciones recién concluido, paladeo el regusto que
ha dejado en mi sensibilidad y trato de intuir los posibles provechos en el futuro
cercano.
Lo primero que aparece es que ha sido un tiempo breve. Tenía
físicamente menos días que otros años, y sentí que serían para estar con mis
papás. Era lo que necesitábamos mi familia en conjunto. Se encuentran bien
pero su salud es frágil, de modo que he ejercido yo el papel de acompañante
durante más de tres semanas, y ha sido hermoso: ellos multiplicando sus
detalles para con su hijo llegado de la lejana selva… siendo cuidados sin darse
cuenta; el hijo pensando que atiende a sus padres mayorcitos… sin percatarse de
que son ellos los que le protegen, como siempre fue.
He salido poco, no hubo tiempo para ir de acá para allí
como otros años, y por tanto hay muchas personas a las que no fue posible ver; les
pido disculpas. Me gustaría haber visitado Santa Ana, Atalaya, Valverde, La
Lapa, El Valle, incluso haber pasado por Calamonte. No he podido estar con la
gente de Zafra y agradecer a las Clarisas su cariño y sus oraciones. Tenía
anotados varios amigos (Paqui Corbacho, Luis Fernando Medina, Inma Cabezas,
Miguel Ángel G. Vizuete…) pero no ha podido ser. Así son las cosas.
Sí que cupieron la cena anual en Mérida con mis promociones
y la fiesta de la Virgen del Valle en Valencia del Ventoso, y además pude pasar
un día de playa con Fernando Miranda y Antonio Hererra, salesianos muy queridos
a los que hacía años que no veía. En este y en otros encuentros constato que la
impresión del paso del tiempo es brutal… mirarnos una vez al año significa
confirmar cómo las pasividades de disminución se van esculpiendo en nuestros
cuerpos. Sentipienso que hay que pactar con esa dinámica imparable y
descubrir su bondad.
Por otra parte, en un mes larguito siempre ocurren cosas que
luego recuerdas. Esta vez no hubo volcán, pero han muerto Gorbachov, Isabel II
y Javier Marías (con desiguales homenajes, desde luego…); Federer y Serena
Williams se han retirado y España ha ganado el acostumbrado campeonato, este
año el Eurobasket. Además, he revisitado Guadalupe y me he enganchado a
Stranger things.
Como si fura Once, la niña protagonista de esa serie,
me he extrañado durante estas semanas de la enorme cantidad de publicidad que
hay en la tele. Entre anuncio y anuncio salían un montón de personajes para
mí desconocidos, sobre todo políticos, que además me parecían todos más jóvenes
que yo, y lo son, empezando por el presidente del gobierno. Y qué decir de la
cantidad de perros que había en una de las playas de Isla Cristina; allí y en
general, parece que hay más perros que niños.
También me topaba a cada momento con el verbo “topar”, con una
molestia parecida a la del desaparecido Javier Marías, cuya columna dominical llevo
años leyendo. De hecho, en junio pasado escribió: “Pedro Sánchez, que jamás
ha puesto tope a los chantajes (basta del imbécil verbo “topar”), se
avino a pagar uno más…” (coincidencia, sale el presidente chibolo).
Topar según la RAE es “Tropezar o embarazarse en algo por algún obstáculo,
dificultad o falta que se advierte”, ¿acaso no tenemos “limitar” o “acotar”?
Jeje. En fin, terminó el descanso del guerrero:
curarse las heridas y recobrar fuerzas antes de seguir batallando. Heridas
también internas, que afrontas tú con valentía y realismo, pero no puedes
sanarlas solo. Únicamente junto a aquellos que amas se regenera tu corazón.
Por eso es imprescindible, aunque sea corto como un pit-stop de la
fórmula 1, volver a casa.
Has disfrutado de tú familia biológica, tus amigos, tus lugares.
ResponderEliminarTe vas con tú familia, de vocación, a los cuales adoras también
Que te parecio tu enemiga,ahi si que ves el paso del tiempo, de baustizarmela,a ser toda una mujercita. Asi es la vida.Que sigas ejerciendo esa buena misión que haces.un beso
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