Faltaban pocos
minutos para las 6 de la mañana y yo
estaba sentado en el único trono
donde nadie te puede sustituir, cuando comenzó a temblar la tierra. Eché un
vistazo por la ventana, porque a veces pasa un caterpillar que hace vibrar mucho el piso, pero en vez de máquina
había unos niños corriendo y gritando por la calle. Así comenzó aquel domingo:
bajando a toda prisa al jardín de la casa.
Y allí nos dimos cita varios misioneros, expresiones a
caballo entre recién despertados y asustados, la hermana Mariet con un sari
genuinamente indio (como ella) y Dorinha con el sobresalto dibujado en la cara.
La casa está llena porque dentro de un rato, para culminar estos días de
encuentro, vamos a celebrar la ordenación sacerdotal de Jovino. Entre bromas,
mientras nos aseguramos de que el temblor ha terminado y no hay réplicas, se me
ocurre que ya sería mala suerte que a
Jovino, que lleva esperando este día como siete años, se le fastidiara por un
terremoto.
Ha sido de hecho un sismo fuerte y largo, más de
minuto y medio y magnitud 7.5 en la escala de Richter. Mientras tomamos el mingado de avena con pan del
desayuno (no hay mucha hambre, parece) van llegando noticias e imágenes. Me
visto con la secuencia de la torre de la iglesia de la Jalca, en Chachapoyas,
cayéndose; el epicentro se ha situado en Nieva, región Amazonas, muy cerca de
donde yo pasé los dos primeros años en Perú. Intento comunicarme con algunas
personas de allí pero la señal debe haber sido afectada y no lo logro.
En vista de que estamos
todos bien y no observamos daños de consideración, y que se acerca la hora
señalada, nos dirigimos a la catedral para el evento. Los del Consejo de
Pastoral de Indiana se han sacado el
ancho decorando la iglesia, y está preciosa; los chicos y chicas de la
pastoral juvenil se van a encargar de darle a todo el mundo un vaso de refresco
al finalizar, y también llevarán las sillas de regreso a la casa para el
almuerzo. Me llena de orgullo que la
gente de mi parroquia se implique así, es un signo de vitalidad.
Comienza la Eucaristía,
hay un coro de amigos de Jovino que le da solemnidad, varios sacerdotes
concelebrantes, nuestros seminaristas… No cabe duda de que es un momento histórico: el cuarto presbítero nacido en estas tierras
que se ordena en los 75 años de historia del Vicariato. A mí me toca la
presentación del candidato; lo he visto hacer varias veces y siempre me ha
impactado: “- Reverendísimo padre: la
Santa Madre Iglesia pide que ordenes presbítero… etc.”. Y el obispo dice: “- ¿Sabes si es digno?”. ¡Qué
momentazo!:
Desde que me ordené yo mismo, hace 21 años, nunca
había tenido la oportunidad de ver tan de cerca los ritos de la postración, la unción de las manos, la entrega
del cáliz y la patena… Son realmente hermosos: “Considera lo que realizas e imita lo que conmemoras”. Tal vez
porque sabía la paciencia y la fe que Jovino ha debido tener, y a la vez porque
soy así, confieso que me emocioné detrás de mi mascarilla.
Con un calor tremendo
subimos hacia la maloka para la comida. Los
misioneros habíamos preparado todo con mucho detalle: los adornos, el menú, el
sonido, el brindis… Esta vez no podíamos invitar a muchas personas por las
restricciones, por consiguiente hubo espacio y nos acompañaron los jóvenes de
la PJ con sus polos verdes. Merli agarró el micrófono y comenzó a animar ese
rato con discursos, bendición, canciones. Estaba anotado en el grupo de servir
pero me pusieron en la mesa presidencial y no pude… aunque me escapé de vez en
cuando.
Con la torta y el helado
ya en proceso de digestión, subió el volumen de la música y los más valientes
se arrancaron a bailar. Supongo que ahí se desbordaron todas las impresiones
del día: seísmo, nuevo presbítero, mi propio sacerdocio misionero y cómo lo
estoy viviendo, mi gente de Indiana… De
modo que me puse a bailar, con lo
que me cuesta y lo mal que se me da (como un pato mareao), pero así fue y
hay documentos visuales con carcajadas de asombro de fondo.
Mi madre dice que lo hago
fatal, varias personas que muy bien, qué será. Los testigos tienen suerte
porque solo bailo los días que hay terremoto y ordenación, todo junto.
Es de me llena el corazón. También lo recuerdo todo. Te quiero un montón.
ResponderEliminarEs que se me llena el corazón. También lo recuerdo todo. Te quiero un monton
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