Me llaman de pronto a
las 9:30 de la mañana convocándome a una reunión urgente del CODISEC a las 11. Ayer el gobierno calificó a nuestra
provincia de Maynas en el nivel de “riesgo extremo”, y eso significa que la
segunda ola de la pandemia está llegando a un máximo en contagios, así que
seguramente la agenda tratará de cómo organizar esta nueva cuarentena que
estrenamos hoy. La que nos ha caído con el dichoso virus, qué cansancio.
El Comité Distrital de Seguridad Ciudadana
(CODISEC) es el organismo
municipal que reúne a todas las autoridades distritales: el alcalde (que es el
presidente), el subprefecto –representante del Estado-, el juez de paz, el
comisario de policía, el gerente del centro de salud, el párroco y otros. Su función es velar por el orden y la
seguridad de los pobladores. En otros lugares también participé, pero allí su
existencia, según vi, era meramente nominal: un par de reuniones de obligado
cumplimiento al año, firmas y santas pascuas.
Acá en Indiana, desde
que comenzó la pandemia el año pasado, el CODISEC fue ganando peso específico hasta
convertirse en el espacio de
coordinación y toma de decisiones con el objetivo de proteger a la población y
luchar contra el virus. El alcalde tuvo la intuición de hacerse ayudar y
aconsejar por los representantes de instituciones con influencia y prestancia,
para que las medidas adoptadas tuvieran más fuerza y la gente las recibiera
mejor.
De hecho allí se
dispuso cerrar el mercado durante más de tres meses; lanzar la campaña para
comprar un concentrador y otros insumos médicos; cortar la carretera de Mazan
para impedir la propagación del virus; abrir el centro de aislamiento y obligar
a los enfermos a utilizarlo; limitar el aforo de los deslizadores que movilizan
pasajeros a Iquitos… Resoluciones duras,
muchas veces impopulares, pero que creo que fueron en general atinadas y
lograron contener la enfermedad en la medida de lo posible.
En el grupo hay buen ambiente, risas y bromas
habituales desde que hicimos
aquel recorrido en el mes de mayo para alertar e informar a las comunidades de
lo que estaba ocurriendo. El profesor Héctor, secretario técnico, insistía en
cada encuentro con la gente en que “el
padre es español”, y luego yo le recriminaba que resaltara eso, con las
consiguientes carcajadas. Todos se contagiaron menos el médico y yo, y luego
los otros nos criticaban que hicimos trampa porque teníamos “auxilio de
arriba”.
En todas las reuniones
del CODISEC nos invitan a algo, normalmente a un vaso de gaseosa y unas
galletas. Pero una vez aparecieron unos platos de pollo a la parrilla, y yo me
quedé muy asombrado y resalté lo platuda
y rumbosa que está la municipalidad. Desde entonces, cada vez que el profe
Héctor me lleva la citación, le pregunto: “Hay
pollo?”. Luego se lo cuenta a los demás para que empecemos con la guasa: “Yo
si no hay pollo, no vengo”. Jeje.
El CODISEC es una
bonita experiencia de trabajo común y articulado entre dirigentes políticos y
sociedad civil. Demuestra que no
solamente es conveniente estar unidos, sino que no hay otro camino en una
situación tan delicada y peligrosa como la que estamos viviendo. Además a
mí me ha permitido ir conociendo este pueblo y sus autoridades, e incluso gozar
ahora mismo de un cierto prestigio como alguien que se preocupa por el
bienestar de Indiana.
Esta mañana hemos
armado el control del aforo del mercado, hemos interpretado y aplicado algunos
extremos del decreto supremo 017-2021-PCM y hemos ordenado perifoneo para informar con claridad a los vecinos de lo que se nos
viene y cómo tenemos que cuidarnos y ser responsables. Justo ayer llegaron al Perú las primeras 300.000 dosis de la vacuna,
por fin. A este ritmo no creo que me toque el turno en todo este año. Claro
que también vamos con una ola de
retraso…
De momento, de nuevo
suspendidas misas y todo tipo de reuniones, y a quedarse en casa. Qué jarto estoy ya del maldito bicho.
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