Hace algunos días, el cardenal Gerhard Müller, ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano, en una entrevista a la revista italiana La Nuova Bussola Quotidiana calificó el documento de trabajo del Sínodo para la Amazonía como “una herejía” que “viene de una visión ideológica que no tiene nada que ver con el catolicismo”. Si alguien no se lo cree, puede mirar la reseña aquí o aquí, por ejemplo.
Lo digo porque yo lo tuve que leer dos veces para encajar una torpeza de tal calibre. A quien ha sido uno de los máximos dirigentes de la Iglesia en materia de ortodoxia se le ha de pedir al menos prudencia y honestidad intelectual. ¿Cómo es posible que el cardenal, que no es precisamente famoso por su conocimiento de la Amazonía, se atreva a airear una opinión tan desafortunada? Tal vez no ha leído con detenimiento el instrumentum laboris, y entonces agradecerá algunas precisiones.
En primer lugar conviene recordar que los
responsables de este documento oficial no son cuatro amigos, sino el Consejo Presinodal,
asesorado por expertos y compuesto fundamentalmente por obispos. El cardenal
Claudio Hummes, el cardenal Peter Turckson, monseñor Roque Paloschi o monseñor
Divasón no parecen demasiado sospechosos de herejía, y el cardenal Baldisseri,
secretario general del Sínodo de los Obispos, menos. Supongo que a "ellos" aludirá el cardenal Müller
cuando dice que “el hereje conoce la
doctrina católica y la contradice, pero aquí hay una gran confusión en la que
el centro de todo no es Jesucristo sino ellos
mismos, sus ideas humanas para salvar al mundo”.
Pero pasemos al documento. Por ejemplo: “127. La Iglesia se ha de encarnar en las culturas amazónicas que poseen un alto sentido de comunidad, igualdad y de solidaridad por lo que no se acepta el clericalismo en sus diversas formas de manifestarse. Los pueblos originarios poseen una rica tradición de organización social donde la autoridad es rotativa y con un profundo sentido de servicio. Desde esta experiencia de organización sería oportuno reconsiderar la idea de que el ejercicio de la jurisdicción (potestad de gobierno) ha de estar vinculado en todos los ámbitos (sacramental, judicial, administrativo) y de manera permanente al sacramento del orden”. ¿Se referirá a esto? Si es por lo del clericalismo, es una de las críticas recurrentes del Papa; si es por lo de la potestad de gobierno y el sacramento del orden, no se aprecian ataques frontales contra el núcleo de la fe, más bien hay la intención de abrir una reflexión con connotaciones sociológicas en línea de inculturación.
O quizás sea esto: “126.c) Las comunidades tienen dificultad
para celebrar frecuentemente la Eucaristía por la falta de sacerdotes. “La
Iglesia vive de la Eucaristía” y la Eucaristía edifica la Iglesia. Por ello se
pide que, en vez de dejar a las comunidades
sin Eucaristía, se cambien los criterios para seleccionar y preparar los
ministros autorizados para celebrarla”. Claro que también: “129.2. Afirmando que el celibato es un don
para la Iglesia, se pide que, para las zonas más remotas de la región, se estudie la posibilidad de la ordenación
sacerdotal para personas ancianas, preferentemente indígenas, respetadas y
aceptadas por su comunidad, aunque tengan ya una familia constituida y estable,
con la finalidad de asegurar los Sacramentos que acompañen y sostengan la vida
cristiana”. Incluso en ese mismo número
129, en el punto 3 se pide “Identificar
el tipo de ministerio oficial que puede
ser conferido a la mujer, tomando en cuenta el papel central que hoy
desempeñan en la Iglesia amazónica”.
Me figuro que por ahí irán las
supuestas “herejías”. Me extraña y me entristece viniendo de alguien que
ciertamente en su día acreditó inteligencia y capacidad; y al mismo tiempo me
hace sonreír porque se trata de un miembro destacado de la oposición interna al
Papa, que cada vez es menos disimulada. Dijo también que “el Sínodo de la Amazonia es un pretexto para cambiar la Iglesia, y el
hecho de que se haga en Roma quiere enfatizar el comienzo de una nueva
Iglesia”. Además de recomendarle leer el instrumentum laboris con buenos ojos, me atrevería a recordarle al
cardenal Müller que efectivamente la
Iglesia es semper reformanda, siempre
está necesitada de cambios y reformas, y en todo momento ha de estar buscando
nuevos caminos. No hacen falta pretextos ni hay que tener miedo a eso.
Escribo esto como un humilde
misionero que suda sentado bajo una palmera de wasaí, en el corazón de la selva peruana. Desde acá se ven las
cosas muy distintas, señor cardenal. Tenemos puestas muchas esperanzas en este
Sínodo, porque palpamos a diario que la Iglesia necesita evolucionar para ser
más amazónica e indígena, como pidió el Papa en Puerto Maldonado. Por favor, procure no
olvidar que gran parte de lo
cristalizado en el instrumentum laboris
procede de las aportaciones que hemos hecho desde abajo, con la gente de a pie
de estas tierras. Le aconsejo con cariño que sea delicado y no lo desprecie
tan alegremente; respételo, estúdielo y dialóguelo cuando llegue el momento,
pero con discreción y altura evangélica de miras. Sus ladridos intempestivos e
innecesarios, que pretenden ensuciar, por el contrario hacen pensar que el
Sínodo va en buena dirección. Pero no necesitamos carnaza periodística, sino
debates eclesiológicos abiertos y valientes, y gente fiel a la Iglesia que
quiera sumar. Incluido usted.
Aplausos miles y variados, querido César. ¡Quién pudiera participar en ese Sínodo! Seguro que será una fuente de aire fresco y de Evangelio para toda la Iglesia.
ResponderEliminarMañana me cuentas detalles del mismo.
Un abrazo, amigo.