sábado, 22 de septiembre de 2018

AMANECE MÁS TEMPRANO


Este año el jet-lag de las vacaciones lo he pasado sin darme cuenta durante los cuatro días completos de viaje desde Mérida a Islandia, y en un 90% durmiendo en el ferry. Nada más llegar, tregua para dar los regalos y al toque reunión: no me da tiempo ni a echar de menos el terruño joé.

Y es que en un mes y pico hay dos chicharrones de chamba: el encuentro de animadores (del 28 al 30 de septiembre, lo tenemos encima) y la fiesta patronal. Lo tenía todo preparado, como los buenos 1s del eneagrama, pero los choros me han quitado un montón de archivos que digo yo que para qué los querrán… Esquema de la novena del Señor de los Milagros, powerpoint del documento preparatorio del Sínodo de la Amazonía, esas cosas no las venden ni poniéndolas en oferta en eBay. De modo que me toca teclear a full copiando lo que había imprimido (menos mal) y recreando lo perdido.

Una señora se sube al mismo bote que yo esta mañana retornando de Benjamin, y nos ponemos a conversar. Le voy preguntando y me cuenta que tiene diez hijos de –solo- dos  compromisos, y que uno es ingeniero, otra está en Lima… lo normal en las madres, presumiendo. Los dos hombres la dejaron sucesivamente, y cuando quisieron volver con ella, les dijo: “Me amas, ¿verdad? Y yo a ti, así que ahí nomá, dejemos las cosas como están”. Que tenía tres balsas, las vendió y les dio a cada esposo el importe de una. “Qué  bueno” – le digo, “que se lleven bonito”, y se pone a contarme historias que ha visto en la tele, maridos que matan a sus mujeres etc. Mientras me aturde un poco, pienso en cuánta sabiduría de la vida sencilla hay escondida por ahí, y yo leyendo tratados de biodescodificación.

Al rato me dice: “¿Tú  has estado un tiempo fuera, no?”. Al ver mi cara de asombro me ofrece una explicación: “Sí, es que hace tiempo no te he  visto”. Asu, y a mí me parece que será la segunda vez que me la encuentro. A ver si voy a ser más conocido que  el Señor Parrilla  y yo con estos pelos. Solo  mi gata no me  ha hecho mucho caso, jo. ¿Cómo va a olvidara su mamá? Pero ya me la estoy ganando a base de piel de chorizo y pancito, en la tarde hasta se vino conmigo  hasta la esquina.

Ella se tiene que acostumbrar, y yo también a este calorón, este 85% de humedad, de nuevo arroz y fideos en la comida, los cortes de luz, el ruido de los israelitas cantando al costado, la destreza al subir y bajar de la canoa, el inodoro manual, el tonillo selvático -ñaño y huambrilla-, Movistar que no se oye ná y la visita de las hermanas arañas y sus primas las cucas. Este es mi mundo, y aunque la he pasado chévere en las vacaciones, estoy feliz de regresar.

A las 5:30 de la madrugada el sol se cuela por los tragaluces de mi cuarto faltos de cortinas, porque ya es de día. Amanece antes que en Lima, se nota que estamos mucho más al Este, y es como si la vida me apremiara a ponerme en funcionamiento cuanto antes, porque hay mucha tarea y no hay tiempo que perder. Ya pues. Mientras recupero algunas fotos de nuestra misión, ¿qué me dicen de estas sonrisas? De momento estos zagales parece que de play, nada; carros de juguete y estamos al corriente. Pero ellos, contentos. Y yo también.

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