Miro mis piernas y ¡aaaay! Decenas de pequeños botones rojos
que tapizan mis tobillos y pantorrillas.
- ¿Pero qué…?
- Son las moscas,
padre. Hay hartas en esta época del año, por la creciente del río. Sobre todo
al caer la tarde y por la mañana.
- Pues da una comezón…
Al menos estas mosquitas no pegan la malaria. Los encantos del Yavarí en febrero (…).
El diario de misión canta que es la tercera visita a San
Sebastián, y al llegar, René, el “animador” nos dice que tampoco esta vez vamos
a conseguir nada. Lo encontramos en su casa, sin poder moverse apenas a causa
de un absceso en su rodilla. Cuenta que
ha salido a avisar a la gente e invitarlos a la reunión, pero “no quieren” y
cree que no va a venir nadie. Puchaaaa (¿Y cómo habrá ido este hombre por
ahí, si casi no puede pararse…? Misterios de la selva). Su mujer ni siquiera
sale a saludarnos, a pesar de que pasaremos la noche ahí. Esa debe ser una de
las claves: si las esposas-os de los-as animadores-as no les apoyan… estamos
fritos.
Aparece Teodoberto, que es el presidente comunal. Conversamos los
cinco, y él nos vuelve a explicar que el
pueblo no tiene puesto de salud, ni medicinas, y tal vez podríamos apoyarlos
para conseguir su botiquín. “Quizás así
los vayan conquistando”. Quedamos en que trataremos de hacer lo posible
por ir gestionando eso (si Eugenia Costo está leyendo esto, ¿qué tal si Cáritas
de mi pueblo Valencia del Ventoso nos envía una platita?) y le pedimos que proponga a la comunidad que nos reciba
para tratar temas no específicamente religiosos, sino sociales. Él está de
acuerdo y nos invita a cenar mientras los crucistas están ya rezando en su
capilla, aquellos que me dijeron la primera vez que cómo podía yo ser cura, si
no vestía como tal e iba por ahí viajando con mujeres.
Es también época de hacer fariña, harina de yuca seca y tostada,
que luego bajan a vender a Atalaya, en la parte brasilera. Paseando por Buen
Suceso, la siguiente etapa de este recorrido, se ven como enormes “paelleras”
para prepararla. Al encuentro de la noche acuden unas 8 o 9 personas, y hacemos
una sencilla celebración de la Palabra. La
encargada de leer el evangelio se llama Caty, y veo cómo mientras lee le da el
pecho a su bebé, que justo antes se había despertado. Este niño va a ser
creyente –pienso-, porque literalmente ha mamado el mensaje de Jesús. Jaja.
Pero lo más interesante de este recorrido nos esperaba en Dos de Mayo,
donde hace tiempo nos vienen pidiendo que participemos en una reunión. Se trata de intentar mediar en una serie
de problemas y conflictos que tienen a esta comunidad dividida en dos grupos,
cada uno con sus reuniones y sus actas, dando lugar a varias historias a cada
cual más estupefaciente:
- una facción decidió
vender varios implementos de la comunidad (motor, guadaña, etc.) para poder
trazar los límites del terreno comunal contratando a un ingeniero
- la otra eligió al agente municipal sin ni siquiera convocar a
los contrarios
- se han apropiado indebidamente de víveres que pertenecían a toda
la comunidad, dejando constancia: Fulanito llevó un saco de arroz, Menganito 10
kilos de azúcar, etc.
- los panetones y juguetes que manda la municipalidad por Navidad
solo se entregaron a una parte
- etc.
Por si fuera poco, el profesor, alineado con uno de los grupos,
para ocultar sus malos manejos económicos (y probablemente cosas más feas)
indujo al teniente gobernador a denunciar en la fiscalía a Nelson el animador
católico, y varios moradores han sido citados a declarar y responder por
distintos motivos, lo cual multiplicó la tensión. Hasta el punto que: uno macheteó la cruz de la casa de un
vecino, otro en solidaridad le disparó un tiro; no le acertó (menos mal), y
entonces en el forcejeo le mordió al del machete un dedo, y el mordido le
mordió a su vez la oreja al de la escopeta. Yo escuchaba, imaginaba la
escena y tenía que esforzarme por mantener a raya las carcajadas.
Tras cuatro horas de discusión convencimos al teniente para que
retire la denuncia e insistimos a todos para que se perdonen mutuamente, hagan
borrón y cuenta nueva y procuren vivir bonito unos con otros. Yo no dejaba de
pensar en la expresión del Papa cuando dice que la Iglesia es como un “hospital
de campaña”… lactantes… picaduras… botiquín…
dentellada en un dedo… oreja masticada… sí pues: hospital de campaña bien bravo y variado.
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