Está en medio del río Yavarí, frontera nororiental del Perú
con Brasil, y es un pueblo construido sobre palos y columnas de cemento, que
pasa medio año sobre el agua y el otro medio sobre barro y tierra seca. Es para mí un mundo a la vez extraño y
pintoresco, duro y asombroso, que no se parece a nada conocido, así que estoy
tratando de acostumbrarme.
Es una isla muy creyente: hay como siete u ocho iglesias o
sectas o religiones, de entre las cuales la católica es una más, y no creo que
la más numerosa. Mi calle es la
“calle comercial”, así que está llena de casas de israelitas, que son los que
controlan el comercio en todo este Amazonas fronterizo a partir de San Pablo.
Son una mezcla de asociación, partido político y grupo religioso que merece una
entrada aparte (por lo menos). Los
viernes por la noche empieza el Sabbat, así que el 90% de las tiendas de mi
isla cierran y la iglesia de color azul que está al costado de mi cuarto
empieza a funcionar con una sucesión casi ininterrumpida de cantos, oraciones, inciensos
y sermones que terminan al día siguiente a la caída de la tarde. El ruido en
general es excesivo por todas partes. ¿Cómo serán los evangélicos,
pentecostales, movimiento misionero mundial y el resto de la tropa…? Mejor no
saberlo.
Si paseas por el mercado de mi isla, junto al muelle, escucharás acentos brasileros y tonos
colombianos, y verás circular varias monedas. Hay hombres que llegan con
hatos de pescado recién cogido, y mujeres con piñas de plátanos y alguna que
otra papaya. La sirena de la lancha que está casi a diario atracada silba
abriéndose paso entre los estruendos de la afanosa carga y descarga, y siempre
puede leerse un cartel donde aparece el horario de salida: “Gran Diego” o
“María Fernanda” - “Iquitos 10 am”. Mi isla es un lugar de trasiego, de paso y
de tráficos de todo tipo, unos más presentables que otros. Hay varias balsas
que son grifos donde los botes
repostan, casas que flotan en pleno río sobre gigantescos troncos.
Yo llegué el jueves 18 de mayo, y ese domingo 21 las autoridades me invitaron a hacer el
izamiento del pabellón nacional para darme la bienvenida. Después de misa
(es a las 8 de la mañana) nos dirigimos hacia la canchita donde semanalmente se celebra la ceremonia para honrar a
los símbolos patrios. De pie nos sancochábamos al sol mientras el policía pedía
permiso al subprefecto para comenzar el evento.
Luego desde el parlante me invitaron a acercarme al mástil para alzar la
bandera blanca y roja mientras sonaba la marcha militar. Yo quería irme a mi
sitio, pero el policía me decía bajito: “ahí
nomá”. Cuando me indicaron, volví donde las personalidades y desde allí entonamos el sagrado himno, y descubrí que ya me lo sé. Luego hubo un par de mini-discursos,
incluido el mío. Es una isla peruana y por tanto acogedora con los que llegamos
nuevos.
Pero no todo en mi isla es bonito. Muchos días no hay luz,
ni funciona la señal del celular, ni hay internet (de hecho, no sé cómo haré
para publicar esto), ni agua potable. No recuerdo que en mi depa el termómetro que me regaló mi mamá
haya bajado de 28 grados, y conmigo viven unas arañas tamaño XXL, de vez en
cuando nos vemos y cada uno sale corriendo por su lado. No parece fácil vivir
aquí ni trabajar como misionero. Pero es
acá donde hoy he cumplido 47 años. No es perfecto, pero sé que es lo que Diosito quiere y me siento
en paz.
Gracias por todas las felicitaciones; me siento abrumado e
incapaz de contestarlas todas. Y si mis amigos del cole buscan AK-47 en wiki
encontrarán esto; a mí me ha hecho reír:
El fusil AK-47 es
famoso por su gran fiabilidad, ya que soporta
condiciones ambientales muy desfavorables sin ningún inconveniente. Se ha
probado que el arma sigue disparando a pesar de ser lanzada al barro, sumergida en agua y atropellada por una
camioneta. Ejemplares viejos con decenas
de años de servicio activo no presentan ningún problema;
es un arma muy segura y permite alcanzar un blanco a 285 metros de distancia,
según el fabricante, ya que fue diseñada según las experiencias de la Segunda
Guerra Mundial, y se entendía que todos los combates se producían a menos de
esa distancia.
Existen informes de
la Guerra de Vietnam donde soldados estadounidenses abandonaban
sus fusiles M16 por el norvietnamita AK-47, debido al constante
encasquillamiento de sus fusiles y al hecho de que esta arma era más corta y fácil de operar en la selva.
Felicidades César,a pesar del retraso.Es una tarea casi imposible seguirte mentalmente por el recorrido desde que llegaste a Perú.Pero en el corazón te seguimos y rezamos por ti.¿Te vas a estabilizar en algún sitio o esto forma parte de la Misión?
ResponderEliminarAbrazos desde Jerez.
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