Como son magos, eligieron un día de calorón para hacer su maravillosa visita a los niños de la aldea infantil. Agarraron toalla, se pusieron protector solar y los citaron en la piscina de Parista, saliendo hacia Omia. A las dos de la tarde, con el recinto a tope, la gente flipaba ante semejante invasión de muchachos, o quizá al ver los pelos o el tatuaje del padrecito, o a Sus Majestades sin corona y con gorra. Jeje. Es que los de Santa Ana ya estaban acostumbrados.
Estroncá se quedó Nicole en la hamaca |
Mamá, ya te puedes imaginar las tonterías que he hecho con los niños: ahogadillas, carreras, bucear a ver quién aguanta más, lanzarlos por los aires, agarrar de las piernas, cogerlos en hombros... en fin, todo mi repertorio acuático, ese que a ti lleva años aterrorizándote. Jaja. Los bañistas se habrán quedado a cuadros porque el caso es que todo el mundo me saludaba, "buenas tardes, padre".
A un cierto momento, los Monarcas decidieron que era hora de merendar, y allí aparecieron como por ensalmo unas gelatinas, unas galletas, unos sanwiches y unas inka-colas. Hubo que invitar a otros niños que estaban con sus papás, y a mí me encantó secretamente que los de la aldea por una vez sean envidiados y no compadecidos. Me sigue sorprendiendo que los bebés, empezando por Esperanza, se las apañan solitos para comer, ahí los tienes, toma ya.
Come hija, come, que eso es lo tuyo... |
Los Reyes iban llamando por edades, los niños se acercaban y recibían su regalo y una bolsita con ropa. Hay quien corre y se adelanta cuando aún no le toca, quien ha visto los juguetes con antelación y pide "quiero esa muñeca", hay quien muy educado dice "gracias" y, por supuesto, hay quien se decepciona porque prefiere un tractor a este balón y llora... como en el mundo entero. Eso los Reyes lo saben, conocen al dedillo el mundo de los niños, llevan siglos dedicados a alimentar la fantasía, a ser cómplices de los sueños y a repartir generosas porciones de felicidad.
Pero el espectáculo no se paga con dinero: Shiara está como loca con su oso, Albeiro dispara la escopeta de flechas que a mí me encanta pero no me la quiere prestar, Jair con la pelota de la Eurocup, Diana y Nicole investigando las ropas de las barbies, Fernando con la excavadora... ¿Y Esperanza? Esperanza ha descubierto su vocación de frutera, empuja el carrito y me compromete, me tira una piña de plástico, quiere jugar conmigo, que yo le lance las manzanas y los plátanos de vuelta al carro. Se ríe como nunca antes y mi corazón se derrite.
¡Aaay mi frutera! |
La pandilla completa, ¡me los como! |
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