Todo es igual, pero todo es distinto. Dos jóvenes ordenandos, el obispo, el presbiterio casi en pleno, el canto de entrada. Pero no hay órgano sino guitarra, somos solo unos 25 curas y los nuevos diáconos son peruanos, aunque los fallos con los micros son transculturales. No conozco a mis nuevos compañeros, pero llevo la misma estola que todos. Es mi primer día en Chachapoyas, mi nueva diócesis.
El pastor, sus sacerdotes, el pueblo fiel y la misma emoción al renovar interiormente los compromisos de mi ordenación mientras Baltasar y Cristóbal se postran, las letanías sobrevuelan la catedral y esas palabras que a la vez pesan e impulsan: "Recibe el Evangelio de Cristo, del cual has sido constituido mensajero; convierte en fe viva lo que lees, y lo que has hecho fe viva enséñalo, y cumple aquello que has enseñado".
Para mí fue hace 15 años, en Togo, pero en realidad ha sido hoy, en Perú. Son los escorzos divertidos del plan de Dios, que es siempre sorprendente y nuevo. Solo cabe dejarse llevar. La celebración se puebla de aplausos en varios momentos, y al terminar esas manos me estrechan las mías. Recibo una catarata de nombres que apenas puedo recordar: Ruli, Liborio, Carlos, Helder, Magno, David... Ya tengo experiencia de llegar nuevo a una diócesis, y "el comienzo no es fácil" - me recuerda Castinaldo, y me invita a Bagua, su parroquia.
La gente que llena la catedral está invitada a una fiestecita en el Seminario, "el Pre", que está apenas a dos cuadras. Los chavales con Humberto, su formador, han preparado un montón de sillas y el equipo de música. Inmediatamente las atronadoras animaciones llenan el patio donde se abarrotan fieles venidos de toda la diócesis. Varios seminaristas mayores, entre ellos mi amigo Erles, se convierten en auténticos showmen que ponen el pie al personal y me hacen bailar hasta a mí (los de Santa Ana que no pongan esa cara, ¿eh?). Se desata una fiesta sencilla y espontánea, muy agradable.
Llega el brindis. Nos reparten a todos (niños, jóvenes, matrimonios, abuelos...) la misma copina de vino dulce y una pastita; luego harán igual con el almuerzo: un plato de plástico con carne de res, yuca y por supuesto arroz. Me encanta que repartan a todos lo mismito, desde el obispo a los críos pequeños, y nos lo comemos con un tenedor de plástico. Las canciones están entreveradas por discursos de los nuevos diáconos, de los sacerdotes de sus parroquias, del rector, etc. Se ve a todo el mundo muy contento, acá se festeja bonito. El momento de las fotos marca el final de la velada.
Camino hasta el obispado y pienso en mi diócesis de origen, que hoy ha vivido un momento importante, el anuncio de nuestro nuevo arzobispo coadjutor de Mérida-Badajoz. Llego a casa de Katy y arden los whatsapps de mis compañeros. Es curioso: hoy de estreno doble. Hace fresco ahora ya cuando cae la tarde en Chachapoyas y me ronda este deseo de la Eucaristía: "Dios, que comenzó en ti esta obra buena, Él mismo la lleve a término".
Me alegra leerte, amigo César. Seguro has tenido un día hermoso.
ResponderEliminarPor cierto, saluda a Castinaldo de mi parte. Estuvimos juntos en Tierra Santa hace 20 años.
Y, por supuesto, a Juan Andrés y a los hermanos.
Un abrazo grande, hermano.
'Qué alegría,César'. Ya estás en tu nueva diócesis.Dios va a llevar esta obra a término,claro que sí.Disfruta y cuídate mucho.Un fuerte abrazo.
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