miércoles, 7 de mayo de 2014

APAGAR DESCARADAMENTE LA TELE


Me encantaba "Starsky y Hucth". No me acuerdo a qué hora lo echaban; debía de ser por la noche, porque lo asocio al pijama y al pelo mojado recién salido del baño (pelo había...). Toda la semana lo esperaba: el moreno con rebeca y el rubio, como Los Pecos pero en versión polis americanos, y ese coche... Qué peazo carro rojo con esa raya blanca.... Hasta que un día, a la hora acostumbrada, salió otro programa por la primera cadena; yo debí preguntar con cara de niño decepcionado: "¿Y Estarky y Hach?" Y mi padre sentenció: "lo han quitao".

Y me debí sentir indefenso ante esa Mano Todopoderosa, que allá, en la cúspide de la Programación, dotada de un poder omnímodo, decidía sin contemplaciones qué se ve y qué se quita, ahí, sin miramientos hacia los niños de 9 años pirados por los coches y los tiroteos. Como entonces solo había dos canales, uno de ellos lleno de bichos y de selvas, la capacidad de la Mano de condicionar nuestra vida televisiva era casi ilimitada. Y la ejercía sin piedad, no se salvó ni Mazinger.

Hoy ese Poder Absoluto en la sombra ha crecido y se ha ramificado. Las posibilidades de zapear son inmensas, pero hay que ver cómo se las ha arreglado la Mano para invadir exhaustivamente cadenas, productoras, parrillas, platós, grupos de comunicación, guiones... volviendo a la caja más tonta y con más armas para atontar. El enemigo está por todas partes (Ejercicios 141), como un virus que lo infecta todo sin que nada quede a salvo.

Por ejemplo: hace poco, tratando el tema de la sexualidad (jiji, jaja) en un grupo de Confirmación, me di cuenta pasmado de que el educador de esta dimensión en los adolescentes es, ni más ni menos, la serie "La que se avecina", donde lo normal es que haya tarifa plana de relaciones sexuales y todas según la única ley del "aquí te pillo aquí te mato". ¿O qué diría el célebre salesiano Don Juan Niebla, que detestaba la palabra culo por ordinaria, si viviera para conocer otra serie titulada "Con el c. al aire"?

No me apetece soportar una sarta de tacos, expresiones zafias o conductas maleducadas, y menos que me las hagan tragar como los usos culturales on fire en nuestro país. Existe humor con gusto, entretenimiento bien rimado con la elegancia. Uno ve "Ocho apellidos vascos" y las palabrotas no te escuecen, ocupan su lugar. Paso de que teledirijan mi mente y me conviertan en una máquina de ver anuncios. El problema es que cambio de canal y me encuentro con... fútbol, fútbol, debates sobre insustanciales realities, fútbol, sálvames y más fútbol. Así que he optado últimamente por apagar descaradamente la tele y encender un libro.

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