Como yo nunca había
estado más de dos años en ningún sitio y aquí en los Valles voy ya para cinco,
hay un mundo de sensaciones y experiencias nuevas para mí y que vivo como un
bonito don.
Pisar terreno ya pisado es algo encantador. Conocer de
antemano las casas en las que entras, el lenguaje de las personas, sus
historias, los avatares de mi pueblo, el
color de las circunstancias, la “letra pequeña” del día a día, de las
relaciones de unos y otros es, desde luego, una ventaja para el pastor, un
terreno ganado. Saber cómo funcionan las cosas, descifrar el
tejido de las situaciones que atraviesan lo cotidiano te permite adaptarte,
adelantarte, responder con más cuidado y con más calma. En general, cuando la
gente entra en la parroquia, yo ya sé a qué vienen y por qué.
También tiene su lado áspero. Ser “de casa” pone más difícil
decir que “no” con asertividad, conservar
la distancia necesaria para tratar los asuntos delicados, conducirte con
ecuanimidad y objetividad, si es que ésta es posible. Y también está el riesgo
de repetir, hacerlo “como ya se hizo”, dejarte llevar por esa especie de
carrusel que arrambla con la
creatividad y anestesia la necesidad de evolucionar.
Por otro lado, como “en el pueblo nos conocemos todos”, lo
ya hecho o dicho te obliga a innovar, a variar, a proponer algo diferente. Tras
los tres primeros años ya te han escuchado un ciclo completo de homilías, así
que cuando abro el correspondiente archivo leo lo que dije hace un trienio y noto el natural impulso de cambiar.
Porque estos días son distintos, porque quien me escucha es mi parroquia pero transformada
por el tiempo y porque yo mismo, aunque soy el mismo, “no soy igual” y siento,
contemplo, expreso y comparto mi fe de forma nueva.
Pero igual que lo ya trillado erosiona y estimula a la vez,
repetir es una trampa y al mismo tiempo un mecanismo ineludible. Todo en la vida lo aprendemos por repetición,
por ensayo-error. Solo repitiendo adquirimos destrezas e incorporamos de veras
lo que nos impacta y nos importa. Es un placer ir allí donde sabemos que
encontraremos alegría y paz, y algo muy sagaz y práctico volver a proponer lo
que ya comprobamos que funciona.
Así que esta entrada
paradójica y especular podría haberse titulado El encanto de repetir y el peligro de lo ya conocido.
Estás hablando de experiencia a la que se le tiene que poner apellido ¿qué te parece experiencia creativa? . Es muy buena porque nos permite correr "riesgos" sin dañar pero "cascando" y evolucionando con arte
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