miércoles, 14 de agosto de 2013

CON DIOSITO POR LA SELVA


Desde Soritor, desde donde escribo, hay que andar en carro como una hora por una pista terrible hasta un lugar llamado Aguas Calientes. Y allí es donde empieza la aventura: unas tres horas de caminata durísima, probando los distintos tipos de barro, que a veces se te mete hasta media pierna, con unas subidas terribles de piedra en piedra. Lo peor fue al principio: me resbalaba, me caí varias veces, empapado en sudor... Con la mochila tirando de mí, cargada con todo lo necesario para la misa, mientras me levantaba del suelo me sentía como el jesuita de la Misión y pensaba: "¿Querías misiones? Pues toma"Jamás en mi vida creo haber hecho un ejercicio más tremendo, menos mal que me entreno cuando voy del Arroyal al Valle...






Al llegar a El Dorado, el caserío más grande, nos esperan con los brazos abiertos. Es impresionante la alegría que se les ve cuando llega "el padrecito". Los animadores de la comunidad lo organizan todo: el alojamiento, la comida, las reuniones, la Eucaristía... Estos caseríos en medio de la selva son un mundo sin luz, sin teléfono, sin TV, sin coches, sin saneamientos. Qué placer la "ducha amazónica", un chorro de agua fresquita mientras te da el sol y ves el paisaje impresionante, árboles altísimos, vegetación de la selva. Son muy pobres pero se esfuerzan para que estemos bien; y la comida es un platao que siempre tiene arroz, papa o yuka, algo de verdura y algo de carne. Josefita, por favor, el arroz lo vamos a dejar una temporadita, eh?

Por la noche celebramos la Eucaristía, en su capilla sencillísima. Varios niños han hecho la primera comunión hace poco, pero no tuvieron tiempo de confesarse, así que celebran conmigo la primera reconciliación. Así de sencillo; para que relativicemos nuestras preparaciones de años. Cuando me veo delante de esta gente, tiemblo antes de ponerme a hablarles. Dios mío, si la mitad de las veces no me entienden en España, ¿cómo hago aquí? Ay madre.


Al día siguiente toca otro caserío, más pequeño, más aislado: Nuevo Vista Alegre. Se presenta Don Carmelo el catequista con... "unas acemilitas". Ay madre, que toca montarse en la burra. Intento resistirme "que no, no se moleste, que yo ando muchito", jaja, pero nada. Ya para subirme un show. Pero cuando la mula emprendía cuestas abajo que eran precipicios, yo cerraba los ojos, me agarraba a las cinchas delante y detrás y me encomendaba a todos los santos. Un par de horas y varios baldamientos después, llegamos al lugar. Lo mismo: ni el Papa que hubiera llegado. Aquí he dado la Primera Comunión a varios zagales y bautizado a una bebita que llamamos Yoselyn Tatiana. Cuando llega el momento de la luz, todos (padres y padrinos, el catequista) encienden una velita, y se canta un canto de Pascua muy bonito. Todo es muy sencillo, pero da una alegría muy profunda, me siento esperado para un servicio precioso, que la gente valora y agradece un montón.

Probablemente la satisfacción es proporcional al esfuerzo que cuesta llegar. Pero merece la pena: quizá ahora estarán un año sin la visita del sacerdote. Por eso regresamos felices, yo más entrenadito para la caminata por el barrizal, llegamos aquí y dentro de un rato pararemos en Moyobamba a darnos un baño en aguas termales; aunque el corazón yo lo tengo ardiendo. Esta noche, a Chachapoyas a recoger mis cosas, y al toque nos vamos a Mendoza.

2 comentarios:

  1. Impresionantes las fotos. Precioso el bautizo. Requeteguapo con tu barba en la burra.Tu hermana la chica, Berta.

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  2. Como me alegro de tu andadura! Pronto te vemos en misión. Un beso gordoooooooooo

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