El curso casi ha terminado; lo sabemos por la desaparición paulatina de reuniones (¡por fin!) y la llegada inapelable de los calores. Aprovecho la primera hora de la mañana para sumergirme con la fresquita en el mar de papeles que es mi despacho. Al abrir cada carpeta vuelan regustos de momentos vividos, retazos de trabajo y afán en estos meses últimos, huellas de ilusiones, decepciones, procesos y logros en forma de anotaciones, plegarias, objetivos, caligrafía de los jóvenes en mi cuaderno de la JEC, órdenes del día, seguimiento del presupuesto, temas de formación... Memoria de mi parroquia que trato de guardar con respeto y cuidado.
A medida de que las letras me envuelven me siento serenamente satisfecho de todo lo que ha ocurrido. Salen también fotos que me hacen sonreír: las bodas de plata de Nemesio, la excursión con los niños y las madres de la catequesis, el coro navideño cantando villancicos por la calle, el taller en el instituto, la jota extremeña el día del Mundo Rural... Ha sido un curso estupendo. No todo ha salido como a mí me hubiera gustado, pero el resultado me parece hermoso. Pienso que Dios va escribiendo su historia en nosotros con trazos sencillos, a veces aparentemente erráticos, sorteando los borrones, con suavidad bondadosa, engatusándonos de amor cotidiano escondido, pequeño. Pero firme e irrevocable.
Estoy feliz de formar parte de esta vida; y orgulloso de ser aceptado y querido. Y con esta alegría me marcho a mi querido Calamonte al entierro de don Diego Barrena, sacerdote centenario, el más viejo de nuestra diócesis. Ayudo a cargar su féretro por el pasillo, revestido, con otros compañeros, y noto que la emoción me envuelve: aquel mismo lugar hace nueve años, apenas planteándome ser cura diocesano, y todo lo que ha pasado desde entonces. Cada paso, cada experiencia, y ahora el peso de este cuerpo. Llevamos y somos llevados, tenemos la suerte de pertenecer a algo, a alguien; a Alguien.
Te sale la vena maestra, ordenar todo al "final de un curso" y dar carpetazo me ha transportado esta entrada a hace muchos años y me ha encantado leerte. Muchos besos!!! Y nada ocurre por casualidad por algo estas hoy o ayer andando por el mismo sitio que hace nueve años. Estefanía.
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