lunes, 28 de mayo de 2012

UN DÍA DE FIESTA TOTAL

Esta foto es del año pasado; en cuanto me pasen una de este año, la cambio
La Primera Comunión es un día de auténtica "tarifa plana" de fiesta en el pueblo; y más este año, en que el grupo era de ¡17 niños!, uno de los más numerosos de úitimamente, y por lo tanto raro era el que no estaba invitado a una, dos o más comuniones. Mi amigo Grabiel y su familia tenían que ir a ¡siete! igual que yo, pero no nos vimos más que al final de todo, cuando ya te dejas caer desmadejado y reventado.

Esta vez el ruido en la iglesia, que va en el lote de la jornada, fue más o menos moderado, dentro de lo tolerable. Todos estábamos contentos y relajados, empezando por mí, así que no fue preciso reñir, apenas me detuve un par de veces para que se hiciera silencio. Es curioso cómo le transmite uno a la gente el estado de ánimo, la tensión o la desgana. Y lo fácil que resulta que el personal esté contento simplemente "toreando" con finura y buen semblante, no haciendo problema donde no lo hay y agradeciendo y valorando lo que el público hace bien, puesto que en la vida lo es todo la motivación.

Tras recoger el "paisaje después de la batalla" me dirigí hacia la primera estación, la celebración en la que comí los entremeses, los platos principales, un sorbete de mandarina que estaba riquísimo y bacalao, que con la edad cada vez me gusta más (quizá sea algo genético). Todo en medio de bromas con Vicente sobre el queso, o comentando las anécdotas de la ceremonia en un ambiente familiar y muy distendido, difrutando de la compañía agradable de gente que aprecias y sabes que es recíproco.

El postre tocaba en casa de Piñuela, ¡vaya sofocón de Pablo en la Comunión, cómo dió en llorar cuando salió su señorita a dirigirles a los niños unas palabras al final! Luego subida al Mirador, a la fiesta de Margarita y Chon, a la de Manolo el cabreao, hora de dulces y cubatillas, fiesta sencilla en vasos de plástico, saludos y presentaciones, opiniones y felicitaciones ("muy bonita la misa"...), con todos tienes que estar, con todos por igual, porque a todos les resulta simpático que seas accesible y "normal".

De hecho, en alguna de las comuniones siguientes (no me acuerdo ya, ¿la de Nico, la de Mª José Pastelero...?) salió el mejor de los piropos: "eres muy buena gente pero no por ser cura; eres como uno más del pueblo". Y vosotros sois excepcionales, y casi me daba vergüenza ver cómo al llegar os volcábais para atenderme, para que estuviera bien. Y de verdad estaba muy a gusto y muy contento por tener esta suerte, por ganar este pueblo y estos amigos sin merecerlo en absoluto.

Y así terminamos, en casa de Toni. Allí nos reencontramos viejos conocidos del día en un sitio y en otro, constatando el deterioro de los cuerpos a medida que la comida y las copas hacen mella. El plato de oreja de mamá Mari Cruz, las pulguitas y la caldereta fueron ya el remate del tomate, para ir bien despachao, un poco "alegre" y muy orgulloso de compartir este día grande de fiesta con mi pueblo.

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