viernes, 6 de enero de 2012

MOMENTOS EN LA RETINA

Han sido tres días seguidos y la semana pasada dos más... ya ni me acuerdo de unas "vacaciones" de Navidad tan largas y tan especiales. Me lo he pasado pipa con mi familia, y especialmente con mis sobrinos. Ahora son las 11 de la noche en mi casa de Santa Ana y registro una mezcla curiosa de sentimientos: los echo de menos pero al mismo tiempo necesitaba este rato de silencio y lo estoy disfrutando.

Juego con mis reyes, ordeno cosas, cambio de sitio libros y fotos, oteo el mes de enero, coloco reuniones, me propongo leer más en 2012, preparo una homilía, cuelgo un almanaque... En mi mente proyectos para el nuevo año; pero en mi retina instantes únicos de los días atrás.

Es realmente increíble asistir al momento en que un niño empieza a andar. Mi sobrino Manuel dio sus primeros pasos anteayer... ¡qué hermosura de equilibrio precario y sonriente! Qué bonito cogerle las manos, cuánta ternura se le destila a uno en el corazón.

Anda que la cabalgata... esas caras, esos ojos como platos de Pilar... Pero lo mejor fue cuando el rey Melchor jaló a mi sobrino Nanete, al que su padre tenía alzado al paso de la carroza... ¡Jejeje! No nos dio tiempo a reaccionar, Su Majestad se llevó al crío, que nos miraba entre la sorpresa y el desamparo calle arriba...

Anoche el momento mágico en que ponemos unas copitas y unos dulces para los Reyes (y un cubo de agua para  los camellos), los niños a la cama y de repente... ¡chán! ¡Un correpasillos de colores! Tras el montaje arduo de varios juguetes que los Reyes nos dejan desmontados para que nos entretengamos, aparecen también unos vinos, unos güiscachos, recordamos anécdotas, nos volvemos a contar despistes de mi padre y con las carcajadas casi despertamos a la gente menuda a las dos de la mañana.

Qué gozada jugar al pilla-pilla y al fútbol en la plaza al sol del mediodía; qué divertido tirar petardos o ir al teatro... Qué cara ha puesto mi hermana Susana cuando ha visto el Kindle, jejeje. Se acabó la Navidad, vuelta a la "vida real". Qué frío hace; la soledad me envuelve pero suavemente, casi con amabilidad. No es desierto ni ausencia feroz: es soledad serena que sabe que los tiene a ellos.

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