domingo, 13 de noviembre de 2011

LA VISIÓN DE LOS FRUTOS


Al fondo a la izquierda, Floren
 Nos pasamos la vida sembrando; doblamos el espinazo y lanzamos la simiente con esperanza y más o menos entusiasmo, pero vamos aceptando el hecho de que muy probablemente no veremos resultados. Sobre todo si tenemos suficientes años como para coleccionar decepciones y fracasos.

Pero hay ocasiones en que somos agradablemente sorprendidos con una repentina epifanía de los frutos. La última vez ha sido hace más o menos dos meses, una tarde de domingo dedicada al Movimiento Rural Cristiano, en casa de Floren y María, pareja de militantes curtidos ya en mil batallas.

Floren pasa por un momento delicado en su peripecia vital. Después de comprometerse a tope por su pueblo, de poner en pie la cooperativa a costa de muchos sacrificios, después de dejarse la vida en el ayuntamiento, en la parroquia, en la AMPA, a costa de desatender muchas veces sus aceitunas y sus guarros, de robar horas al sueño y renunciar a tiempo con su familia... comprueba con dolor cómo muchos vecinos lo critican, amigos le dan de lado, se siente ninguneado, criticado y hasta rechazado. Ni una brizna de agradecimiento, solo los destrozos ciegos de la envidia y sus peores trasuntos: la revancha silenciosa y el desprecio.

Hasta el punto de que ha tenido ganas de irse de su querido pueblo, el sitio en que creció y en el que ha enterrado energías sin cuento. Aquí se le quiebra la voz y nosotros, sus compañeros, le guardamos un silencio expectante. Se le ha pasado por la cabeza abandonar, sí, pero de momento aguanta. Y ser militante del Rural es algo que le ayuda, a pesar de que tiene sus reservas hacia algunos aspectos del movimiento que le parecen poco identificados con la Iglesia institucional.

Tenemos puesto el Skype porque hay uno que no puede venir y participa desde su casa. Y así, con el ordenador como testigo mudo, Floren se quita del todo "la peladura" y nos expresa que se siente católico, y que sigue siendo fuerte en él la llamada a implicarse y arrimar el hombro para que su pueblo sea más humano. Urgencia vigente y acaso más auténtica, más bruñida y más pura; porque está dominada por la centralidad de Jesús y el Evangelio, y por el deseo ardiente de buscar el Reino.

Aquí es donde el fruto revela toda su calidad. Lo que sembraron mis compañeros Paco y José Ignacio, lo que regamos unos y otros durante años, me fascina por su hermosura y me inunda de satisfacción. No todo tiempo es perdido, incluso cada esfuerzo cobra un sentido nuevo, cada desvelo... ha merecido la pena. Cierro los ojos y miro Arriba, o sea, Adentro... allí es donde los frutos son más claros y luminosos. Bellísimos como los de la Sagrada Familia.

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