viernes, 22 de octubre de 2010

MINERO$ E$TRELLA

Dentro de un rato me voy a Villagonzalo a la asamblea regional de la JEC, un fin de semana un poco trepidante con los jóvenes además de boda, misas, etc. Pero antes quiero intentar expresar lo que pienso y siento a propósito del episodio de los mineros chilenos. Por supuesto que me alegro de que no haya pasado nada y de que todos estén a salvo, faltaría más. Pero estoy un poco asqueado de la utilización sin escrúpulos que se está haciendo del accidente, del sufrimiento extremo de un grupo de personas y del acierto de los técnicos para sacar beneficios económicos y electorales (por este orden). Y anoche, la entrevista en la tele, algún minero con las gafas de sol en el plató y otro con una gorra Adidas, ya me pareció el colmo.
Era casi grotesca la imagen del presidente de Chile y el de Bolivia, con sus cascos blancos impolutos (pero si Piñera es un multimillonario que no lo habrá usado en su vida), esperando a la salida de la sonda que "daba a luz" a los mineros, sonriendo, los dientes tan blancos como los cascos, apuntándose el tanto. Cada vez que salía el siguiente minero salvado, se adivinaba la mano de un regidor ordenando el espectáculo: el héroe es felicitado por las autoridades, luego se adelanta la esposa, la mujer en el ángulo televisivo correcto sin dar la espalda a la cámara, con un peinado perfecto, interpretando su gran momento, abraza a su marido, y cuando están fundidos la cámara hace zoom para captar un primer plano de un ojo que vierte una estelar lágrima. Muy natural; como "El show de Truman", vamos.
Como el rescate se prolongó durante horas, uno de los mineros, ése tan gracioso, salió ya al rato en la tele riéndose, hablando por los codos, con las gafas de sol enfundadas, sentado junto a su familia... y los otros todavía bajo tierra. La gente en medio mundo sobrecogida y al mismo tiempo propuestas de contratos, de hacer una teleserie, los buitres de la publicidad lanzándose y el personal con los ojos haciendo el signo del dólar. Un asco.
Alguien me decía aquel día: "¿has pensado en lo que sentirá el último operario que suba en la sonda, ya de vuelta una vez estén todos arriba?". Terrible pero poco productivo; si le ponen la gorra Adidas no lo ve nadie.

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