Como me levanto poco antes de las 6:30, la hora del amanecer en este mes de abril coincide más o menos con el momento en que estoy haciendo mi ratito de oración, sobre las 7. Ahora que los albañiles de mi calle parece que ya han terminado, el silencio es casi total y el instante es delicioso. Ahora son casi las 7:30 y en mi cuaderno escribo:
Es un privilegio comenzar el día escuchando el canto de los pájaros, ante ti, Dios mío, señor de la belleza y de la luz. Y contigo "digerir" las cosas de mi vida, ir educando de tu mano mi sensibilidad para saberte encontrar por las calles de mi pueblo, en los pequeños y grandes dramas de cada casa, en las soledades, el dolor callado, la espera, la inquietud y la felicidad del niño.
Mi pueblo es como un bosque que al amanecer se despereza, despierta lentamente al son de los pájaros; y yo me siento como un centinela que vela el sueño de su casa, o como el niño que espera el despertar de una mañana de Reyes, o como quien vigila el latido quedo de un anciano al amanecer...
Es una suerte comenzar la jornada de forma tan hermosa, tan serena y tan llena. Aunque hoy tengo mucho sueño, con los ojos apenas entreabiertos y el olor del café, te digo GRACIAS, y te pido energía, habilidad, paciencia y amor para el camino de este día. Para que mis pies avancen y mis manos construyan. Para ser feliz y hacer feliz.
César: Da gusto leer todo lo que escribes, que bien expones lo que vives y sientes.
ResponderEliminarEmpiezas el día enfocado hacia Dios ,y por fuerza tienes que experimentar
su empuje para terminarlo bien.
Sigue adelante con tus altibajos pero siempre a flote.
Saludos.